Hace algunos días como presidente del Consejo Dominicano de Unidad Evangélica (CODUE) expresé que funcionarios del Ministerio de Turismo, el compañero sentimental del embajador de los Estados Unidos de Norteamérica y entidades internacionales pretendían convertir a la República Dominicana en un enclave caribeño de turismo LGTB, hecho que consideré como contrario a los valores culturales y religiosos del país.
También dije que el país tiene muchos activos culturales, turísticos y ambientales para promover por parte del Ministerio de Turismo en vez de querer hacer del turismo homosexual una marca país.
Aunque ciertos sectores sintieron malestar por la posición que asumimos, lo cierto es que favorecer un turismo sexual preferencial de una minoría, es improcedente por parte del gobierno como política oficial. La República Dominicana durante los últimos cincuenta años ha sido promovida turísticamente por sus valores históricos y religiosos.
Promover un turismo gay, indudablemente es una negación total a todo los atractivos culturales dominicanos que son muchos. Los dominicanos somos y siempre hemos sido una nación con principios religiosos confesionales
No obstante voy más lejos: ninguno de los países del área ha asumido como política turística oficial que sea un paraíso homosexual, porque además de que este sector forma parte de una minoría en todos los países, un destino turístico así además de ser contraproducente es miope e inadecuado.
El hecho de que el compañero sentimental del embajador de los Estados Unidos de Norteamérica Bob Satawake, tenga previsto pronunciar un discurso en el encuentro entre autoridades dominicanas del Ministerio de Turismo y representantes internacionales como Out Piense Partners que promueve el turismo LGTB, así como entidades nacionales, se puede considerar como una intromisión en la política gubernamental oficial del gobierno dominicano.
Es una intromisión porque no se puede negar la enorme influencia de esa legación diplomática para favorecer el ejercicio de una minoría homosexual que quiere otorgar la imagen errónea al país de paraíso gay, lo que va en contra de nuestros valores como sociedad.
Una de las obligaciones del Estado Dominicano incluir dentro de su política hacia el exterior la defensa a los valores de la familia tal como lo establece el artículo 55 de la Constitución por lo tanto, es contraria a la Constitución toda política destinada al desfavorecimiento de la familia fundamentada entre un hombre y una mujer.
Promover un turismo gay, indudablemente es una negación total a todo los atractivos culturales dominicanos que son muchos. Los dominicanos somos y siempre hemos sido una nación con principios religiosos confesionales esto se puede observar en un simple análisis de los símbolos patrios, como por ejemplo el Escudo Nacional que tiene la Biblia abierta.
Nuestra recomendación a las autoridades es que sigamos promoviendo al país como un destino con gente hospitalaria, tierra del merengue pero también con las primicias históricas de América y de mayoría cristiana.