El político de avanzada tiene que acostumbrarse al estudio minucioso de la historia económica, política y social; su evolución y desarrollo de la sociedad. Sin este preámbulo se actúa a la ciega, imposible elaborar políticas, tácticas y estrategias que se corresponda con realidad objetiva.

Observen el accionar de la izquierda revolucionaria, como una chichigua en banda, en la presente coyuntura electoral y las elecciones de febrero y mayo próximo. Ignoran la importancia de las estructuras de dominación en el capitalismo; de ahí que todo lo dejan a última hora. Es obvio que adolecen de visión histórica, Estado/nación, para prever acontecimientos y pertrecharse con tiempo de planes organizativo y comunicacional, y salir airosos ante los desafíos.

La historia reciente es rica en experiencias que puede ilustrar el comportamiento de los revolucionarios, desde la muerte de Trujillo hasta nuestros tiempos. Actuación errática en los procesos electorales, luchas desproporcionadas con los gobiernos de turnos, y competición estéril con otras fuerzas revolucionarias, por el control de frentes de masas.Y por qué no decirlo: exitosa participación en la Revolución de Abril.

La fase en que se encuentra el capitalismo es determinante para identificar el carácter -poder actuar, maniobrar- de la revolución: democrático burgués o socialista. Es de extremada importancia poner atención en este aspecto, porque demuestra conocer la sociedad dominicana, y destreza en la aplicación, no dogmática, del ABC de la teoría revolucionaria.

El grado de desarrollo de la formación económica y social de la sociedad, refleja el nivel de crecimiento de sus fuerzas productivas y las relaciones de producción. La presencia cuantitativa y cualitativa de la burguesía y el proletariado es atípica, con profundas deformaciones desde su inicio. Relativamente, el capitalismo es de reciente aparición. El imperialismo atrofia su camino, al ponerla al servicio de sus grandes corporaciones y su deseo brutal de explotación, opresión y agresión.

Las fuerzas sociales transformadoras de la sociedad son muy diversas, dependiendo del papel protagónico de la cúpula dirigencial. Por el momento, se requiere un gobierno que garantice independencia de los poderes del Estado, aplicación de las leyes, vida institucional de sus organismos estatales, y evitar la injerencia del por extranjero. Un nuevo régimen democrático, institucional y patriótico.

Se requiere de un instrumento político, democrático, patriótico y revolucionario, de hombres y mujeres dispuesto a enfrentar las garras de un capitalismo salvaje que acorrala a los trabajadores y empobrece a la población. En “disposición de luchar por alcanzar el poder para transformar el Estado. Construir la democracia participativa, la igualdad, la independencia, soberanía nacional y lograr el bienestar del pueblo dominicano”.

En la etapa democrática e institucional, se busca el desarrollo de las fuerzas productivas que alcance, con las innovaciones tecnológicas, elevar la capacidad para producir bienes y servicios; y cambiar en forma positiva las condiciones materiales de existencia de la población. Sin olvidar el adecentamiento, apegado a la ley, del manejo de la administración pública.

En el capitalismo la democracia representativa es su sistema político jurídico donde descansa la funcionalidad de su gobierno. El adecentamiento le da “vida y salud”, vigor institucional al aparato estatal.  En países como el nuestro de poca tradición institucional y con una clase dominante concentrada en acumular, a cualquier costo, riqueza y poder, resulta una quimera que no le quita el sueño a nadie.

La democracia representativa tiene un sello de clase que permite la continuidad de la estructura del capital, garantizando la supervivencia del capitalismo. Hay que insistir en “transformar el Estado, construir una sociedad democrática con igualdad y participativa para lograr el desarrollo integral y sostenible del pueblo dominicano”.

En el transito, en todos los escenarios, indetenible hacia la toma del poder se debe priorizar las relaciones de unidad. Y marchar juntos con otras organizaciones democráticas, progresistas y revolucionarias. Ampliar el abanico para incluir fuerzas sociales, económicas y políticas, dispuestas a contribuir al proceso democrático, patriótico y progresista.