No es negativo que cada partido de la oposición se tome un tiempo para proponerse crecer sus fuerzas, ganar la primacía en las preferencias electorales y encabezar la posible Coalición Opositora que pueda derrotar al PLD en el 2020. Es legítimo.

Es un hecho de la realidad la existencia de 27 partidos y nueve movimientos con registro de la Junta Central Electoral y faltaría pasar cuenta a otros 70 grupos más que, en dimensiones distintas, hacen política.

Este es un hecho que tenemos que asumir. En los años de 1970, en la izquierda y el progresismo atribuíamos algo como esto a un trabajo disociador de la CIA, y puede que todavía haya algo de esto; pero no es lo fundamental. Esa diversidad es expresión de nuestro Ser nacional y de la sociedad que se ha configurado con la imposición del mercado en la vida nacional, y la desaparición de las voluntades políticas trascendentes que dominaron el régimen político desde 1962 hasta los años de 1990 (Bosch, Peña Gómez y Balaguer).

Así que, si queremos trabajar la unidad hacia un propósito táctico de cambiar el gobierno del PLD en el 2020 y abrir así las compuertas a cambios democráticos en el régimen político, entonces tenemos que hacer la carpintería con los dispuestos en esa diversidad a ser parte de ese esfuerzo.

Porque también demos por establecido que hay personalidades, que no sus partidos, unidos por miles de hilos al "stabilishment", estén o no en el poder fáctico, a los que la derrota del PLD no es cuestión prioritaria.

Comunidad de propósitos inmediatos, vocación realmente democrática, flexibilidad táctica, imaginación política y atreverse a recorrer caminos nuevos, son los requerimientos en esta realidad y momento para hacer posible una Alianza Amplía Opositora.

Lo que se acostumbra en el país en materia de alianzas,  es hacer unos acuerdos en el que los programas políticos no pasan de una declaración para las apariencias, y la fuerza que las encabeza hace unas concesiones en materia de candidaturas al congreso y los ayuntamientos, después de muchas protestas y  discusiones , e incluso de vencer  "sublevaciones", reales algunas, ficticias, otras,  de aquellos que en todos los  sectores participantes ven afectadas sus aspiraciones por las concertaciones.

En esas concertaciones,  viciosas,  es normal que queden insatisfacciones que se transfieren como peso muerto a las campañas electorales y a la misma unidad de los partidos concernidos.

A los fines de la alianza deseada habría  que sacar provecho, convertir en algo virtuoso, la diversidad de partidos y la vocación legítima de cada uno de estos, a postular lo propio.

Si cada uno crece sus fuerzas,  estaría en mejores condiciones de aportar ideas programáticas, cuadros políticos y técnicos a la unidad, y votos por supuesto.

Lo negativo sería que cada uno,  o pactos entre partes del conjunto,  se propusieran  actuar hacia su propio fin, y a la larga terminen  restando votos a la posibilidad de derrotar al PLD, y este siga en el poder no porque haya ganado,  sino porque la oposición se haya auto derrotado.

Un polo virtuoso sería el que cada partido de la oposición corra un trecho durante un tiempo prudente en su propio carril; asuma el discurso de la unidad amplia opositora para derrotar al PLD,  que de hecho proporciona un auditorio mayoritario, toda vez que la mayoría del pueblo simpatiza con esa idea. Marcharía así en el mismo sentido que los demás, hacia el mismo objetivo; y sería la realidad construida con su propio esfuerzo la que le diga el lugar que ocupará en la Coalición y en el gobierno que de esta resulte.

Estas serían una especie de primarias efectivas, en las que el pueblo es el que da el posicionamiento.

Manuel Jiménez, candidato a alcalde por el Frente Amplio y otros partidos y movimientos en el Municipio Santo Domingo Este, ha formulado una ingeniosa propuesta para concertar la unidad en torno a su candidatura, que consiste precisamente en que cada quien ocuparía un lugar en función de su desempeño expresado en la práctica.

Si como han dicho todos los partidos opositores, “nadie le gana solo al PLD”, lo consecuente con esa posición es buscar la manera de entendimientos con otras fuerzas.

Nadie tiene que declinar a destiempo sus legítimas aspiraciones. Baste conque se asuma parte de un mismo polo, haga una carrera en su propio carril, y en el momento adecuado haga parte de la concertación en función de lo que haya acumulado.

Por ahora, cada quien en lo suyo, y todos a una en la oposición al blanco principal, que es el PLD.