Muchas personas me preguntan por qué soy mordaz, sardónico, irónico en mis escritos. Pues trataré de explicárselo lo mejor posible. Inmediatamente antes de nacer, las almas o espíritus humanos en España debían pasar por el llamado Centro de Acopio de Cualidades, una especie de almacén donde se les dotaba de las dotes personales necesarias para enfrentar la vida futura que se iba a desarrollar.

Yo nací en plena posguerra española y en un año conocido como ¨el año del hambre¨, una época durísima caracterizada aún por el fusilamiento y la persecución política de los vencidos, la terrible escasez de alimentos y medicinas y por muchas muertes a causa de enfermedades originadas por el hambre y sus derivados (gripes, piojos, anemias severas, tuberculosis…).

Así las cosas, me encaminé primero al ¨Despacho de Inteligencia¨ y pedí un coeficiente, CI, de 145 o 150 para poder tener un ocupación que pudiera permitirme un buen nivel de vida y a la vez ejercer alguna profesión útil para la sociedad. El encargado de la ventanilla me lanzó una mirada de odio y me dijo: ¿Inteligencia, dice? No ve que los sabios, los intelectuales del país, los profesores, han fusilado a la mitad y la otra mitad ha huido a países de Europa, y sobre todo de Latinoamérica como México, Argentina y República Dominicana, donde han sido muy bien acogidos, ¿Es que no sabe que el laureado general de la legión Millán Astray gritó eso de ´Viva la muerte y muera la inteligencia¨? ¡Lárguese de aquí, inepto!

Decepcionado por la respuesta fui a otro departamento al ¨Despacho de Riquezas¨, allí solicité una cantidad de dinero que me protegiera contra la pobreza desde la cuna y mi posterior desarrollo como persona adulta. El funcionario, seco y costilludo como el esqueleto de un arenque, me respondió ¿Dinero, dice? ¿Usted pide dinero? ¿Está loco de atar? No sabe que la guerra originó gastos infinitos, que no queda una peseta en las arcas del estado y que para el colmo los rojos se llevaron todo el oro español a Moscú? ¡Márchese de inmediato!

Más decaído aún fui a la sección  de ¨Atributos personales¨ con la esperanza de que poder ser buen mozo, alto, de ojos verdes, simpático, y así abrirme algunas puertas en la vida y quién sabe si hasta poder casarme con una millonaria porque el panorama de ser estúpido, pobre y poco agraciado no era nada alentador. El encargado del despacho, muy chiquito, revejido, con cara chupada de foca a dieta sin pescado, casi ladrando me gritó ¿¡Buen mozo, alto, simpático!? ¿¡Usted ya delira antes de nacer!? No ve que a causa de los racionamientos y las escasez de alimentos todos somos bajitos, feos, escuálidos y por consiguiente con un malhumor de perros!? ¡Ambicioso, desmesurado, desaparezca de mi vista!

Ya muy pesimista, con muy pocas esperanzas, me dirigí al ¨Despacho de Cualidades Artísticas¨ y solicité saber cantar y bailar o tener sensibilidad para el arte y la poesía para poder ser un profesional y ganarme la vida y quien sabe también llegar a ser un personaje famoso. ¿Cantar, bailar, tener arte? ¿Por qué no me pide la luna enterita hecha de miel y jamón de Jabugo, ese llamado Patanegra? Aquí durante tres años lo único que se ha bailado es al son de la música de los disparos de fusiles, pum, pum, las ametralladoras ratataaaaaa y cañones ¡bum! ¡bum! y solo se ha cantado eso de ¡Fuegooooo! ¡Al ataqueeee! ¡A la bayonetaaaaa! y de poseías ni oír hablar de ellas, ya ve cómo sentenciamos a muerte a Miguel Hernández, el que compuso la Nana de la Cebolla ¡Esfúmese antes que lo convierta en sapo y no el del cuento precisamente!

De allí salí convencido de que sin virtudes notables sería siempre un paria más entre millones de ellos que pululan por la vida buscando por campos y caminos como sobrevivir cuando vi el último departamento que quedaba ¨Despacho de Ironías, Sarcasmos, Mordacidades y Cinismos¨, me acerqué más por curiosidad que otra cosa, y noté que habían salas enteras llenas de grandes sacos repletos hasta reventar.

Pregunté al encargado que estaba leyendo la Gaceta Oficial de qué materiales contenían en su interior y casi sin mirarme me respondió ¨Están llenos de ironías, mordacidades, sarcasmos, de cinismos, humor negro ¨… si quiere puede llevarse todo lo que desee, muy pocos lo han hecho, pero le advierto que escribir un artículo o decir un discurso en esos términos sobre el régimen o la figura del Caudillo Francisco Franco puede costarle unos buenos años de cárcel, el destierro y si me apura… hasta visitar el paredón ¡a su propio riesgo!

No obstante los peligros que conllevaban y el ejemplo que habían dado  con el diario ¨Madrid¨ cerrado a cal y canto y al instante por publicar un artículo en el que se decía que en España no había oposición, tomé los que pude cargar y los introduje como pude en mi cuerpo y pequeño cerebro para nacer unos días después ¨adornado¨ únicamente con esas peligrosas y polémicas cualidades.

Ahora ya saben, amigos lectores, de donde proviene Y sepan que en algunas cosas, como escribir disparates como este, mucho que me ha servido.