Porque se hace más dinero dejando que la gente se enferme para curarla, que fomentando su salud y calidad de vida. Porque, es más fácil plegarse que enfrentar las poderosas presiones de quienes sólo ven en la salud un negocio millonario, a pesar de la pérdida de años de vida saludables, y su alto costo en copagos y exclusión social
La Sociedad Dominicana de Medicina Familiar y Comunitaria (SODOMEFYC), denunció que las Administradoras de Riesgos de Salud (ARS) no reconocen el ejercicio de la medicina familiar y comunitaria negándose a asignarles un código para atender a los afiliados del Sistema Dominicano de Seguridad Social (SDSS). No salgo de la sorpresa puesto que ADARS siempre ha sido una abanderada del cumplimiento de la Ley 87-01 en cuanto al establecimiento del primer nivel de atención, como puerta de entrada a la red de servicios de salud.
El 19 de mayo pasado, en ocasión de celebrarse el Día Mundial del Médico de Familia, SODOMEFYC reivindicó el lugar que le asigna la Ley de Seguridad Social en el sistema de salud. Recordaron que todas las experiencias internacionales confirman que la medicina familiar y comunitaria está en capacidad de atender, en forma rápida y satisfactoria, alrededor del 80% de las consultas ordinarias, originadas en malestares y dolencias comunes de fácil diagnóstico y bajo costo de tratamiento.
Hace tres lustros, al año 2000, los médicos de familia eran apenas un puñado. Pero animados por el mandato de la Ley, lograron que varias universidades ofrecieran planes de estudio sobre esa especialidad. En estos esfuerzos contaron con la entusiasta colaboración y apoyo de la Oficina Panamericana de Salud (OPS/OMS), ya que esa ha sido siempre uno de sus principales pilares y recomendaciones para mejorar la eficacia y la eficiencia del cuidado de la salud de nuestros países.
No obstante, los representantes de los médicos de familia se quejaron de que, a pesar de los años de estudio y de la certificación de las autoridades correspondientes, la mayoría todavía carece del código para ejercer su profesión en el marco del Seguro Familiar de Salud (SFS), lo que consideran una discriminación.
Apenas unas dos semanas de ejercicio como Gerente General del Consejo Nacional de Seguridad Social (CNSS), todavía sin local, ni presupuesto y con sólo una asistente, le solicité a la OPS algunos nombres de médicos de familia, y luego de entrevistarlos contraté a la Dra. Juana González, convirtiéndose en la tercera empleada de la seguridad social. A través de ella, conocí a la mayoría de los médicos de familia de entonces, a los cuales les ofrecí todo el apoyo del CNSS y las primeras charlas sobre el SDSS.
El médico de familia es un especialista que, a diferencia de los demás, tiene una visión de conjunto sobre las características y el funcionamiento del cuerpo humano, lo que le permite diagnosticar cualquier problema o dolencia común, y atenderla de inmediato. Además, está calificado para ayudar a las familias a identificar a tiempo los factores de riesgo, elaborar y seguir programas individuales para conservar la salud, prevenir las enfermedades y monitorear el tratamiento de los pacientes crónicos. Entonces, ¿por qué tanta resistencia? ¿Por qué se les menosprecia?
Sencillamente porque la práctica de la medicina se ha convertido en un negocio altamente lucrativo y deshumanizado. Y su industria, es una de las más poderosas del mundo. Porque se hace más dinero dejando que la gente se enferme para luego curándola; que fomentando su salud y calidad de vida. Porque, es más fácil plegarse que enfrentar las poderosas presiones de quienes sólo ven en la salud un negocio millonario, sin importarles para nada el carácter excluyente del modelo curativo vigente, y sin considerar su elevado costo en copagos e exclusión social, y en la pérdida de años de vida saludables que el mismo ocasiona, especialmente en las familias más pobres y vulnerables.