Típico, pasas las emisoras, y entre un dembow y los aullidos Matutinos de Don Álvaro, te topas con una vieja al borde del colapso nervioso dirigiendo una oración a toda velocidad, como si montara un toro mecánico bajo los efectos de un opiáceo.
En ese momento, por interés científico (y por qué no, morbo) te quedas escuchando el programa, para verificar qué matices adopta esa psicopatía.
La locutora abre con una oración por las ondas hertzianas ¿qué le hace pensar que Dios oye la radio, y si la oyera, que escuchara justamente su emisora? Vanidad de vanidades. ¿Y no se supone que la relación con Dios es personal? Nada grita ¨personal¨ como orar en un medio de comunicación masivo.
Pero tienen su audiencia, supongo que sale más barato escuchar eso que ir a una iglesia y pagar el diezmo, aunque ellos lo cobren por anuncios publicitarios, lo que no se refleja en tu bolsillo. Desde un punto de vista económico, es una decisión acertada, (después de todo, uno debe buscar la salvación que más se ajuste a su situación financiera) desde un punto de vista personal, tira tu imagen por los suelos.
Pero no todo es gratuito, son buenos comerciantes y entre prédica y prédica aprovechan para venderte sus conferencias sobre cómo hacer soportable un matrimonio convencional, cómo llenar el cerebro no desarrollado de un niño de basura (eufemísticamente, ¨doctrina¨) y hasta promocionan charlas de emprendedurismo, desde un enfoque cristiano, por supuesto, porque Jesús era todo un emprendedor, al momento de ser crucificado tenía millones en su cuenta bancaria y se los legó a María Magdalena, con quien follaba. Se dice que en un evangelio apócrifo se constata que con el dinero fundó un burdel y el servicio más caro del menú se llamaba la ¨resurrección¨ (en honor a su marido), una suerte de sofisticado goló goló capaz de levantar la virilidad más agonizante.
Dirigen sus telecultos desde una cabina, con los mismos disparates pero en frecuencia modulada, entablan conversaciones llenas de correctismo y sin doble sentido (¨diversión sana¨ le llaman ¿No es eso un oxímoron?) plagadas de prejuicios, discriminación, homofobia, satanás por aquí, satanás por allá. Entre los temas que discuten se encuentran:
¿Es correcto que los novios se besen y en caso de que lo sea, que tan largos deben ser los besos? ¿Pueden incluir lengua? Y en caso de incluir lengua ¿Qué tan profundo puede entrar? ¿Qué movimientos son considerados diabólicos?
¿Cuánta pierna es lícita mostrar? ¿La depilación ofende a Dios?
Los tacos ¿invención del diablo?
Incluso hay oyentes que llaman llorando y piden soluciones a todo tipo de problemas, pero nunca les aconsejan nada práctico, una mujer dice que su esposo ya no la toca, la locutora le manda a orar. En lugar de decirle que se compre ropa interior comestible o aprenda a bailar en un palo, no, ella le aconseja que busque la solución de rodillas, y no precisamente para realizar una felación, lo que hubiera sido un desenlace feliz del impasse.
Y la mujer suplicante ora, y Dios, que al parecer no tiene oficio en las nubes, debe asumir el rol de presentador de talk show sabatino y resolver la disputa sentimental. No minimicemos al barbú, no creo que le importe si la libido de tu esposo anda baja o si tiene una amante. Al señor simplemente no le importan esas cosas, no pueden importarle esas cosas, es un Dios, y como dicen mis amigos evangélicos, ¨A Dios se respeCta¨
Pero lo peor es la terrible música que pasan ¿por qué será que la música cristiana contemporánea es tan mala? tiene igual calidad lirica que el reggaeton, nada raro, ya que mucha de ella es realizada por ex reggaetoneros que dejaron de sonar y tuvieron una sospechosa ¨conversión¨, apostando a ese mercado seguro.
Por lo general, es pop meloso, sin ningún mensaje innovador o profundo, solo se trata de rimar Jesús con Luz y Cruz, o Dios, con Amor y Bendición ¿Cómo es que con tantas historias y mensajes en la biblia y con tantas dificultades y tentaciones que enfrentan los creyentes hoy día los compositores cristianos se limiten a una alabanza cursi, repetitiva y redundante? me parece obvio: la música cristiana no se preocupa por la salvación espiritual de nadie, sino por vender.
Lean este fragmento de una famosa canción cristiana: Me amaste a mí, me amaste a mí, me amaste a mí, me amaste a mí. Te amo más que a mi vida, te amo más que a mi vida, te amo más que a mi vida, te amo más que a mi vida, más.
Mucho mejor que esta otra de Hillsong United: Dios es amor, Dios es amor, Dios es amor, Dios es amor, Dios es amor.
Dada la falta de creatividad de los compositores cristianos, más les valdría musicalizar los salmos o quedarse afónicos. Eviten ese sufrimiento a Dios ¡Por mucho menos destruyó a Sodoma y Gomorra!