Últimamente, en realidad debería decir en losúltimos años y meses, se viene discutiendo en la República Dominicana medidasde control de la delincuencia, la seguridad ciudadana y la reforma de lalegislación penal tendiente a sancionar los crímenes.

Esta discusión, muchas veces animada por prejuicios y rencores comprensibles, ha tenido el tino deponer sobre la mesa la problemática de la violencia a la que diariamenteestamos expuestos todos los que habitamos esta tierra.

Seamos claros, los delincuentes no lo son odejarán de serlo porque rellenemos con décadas adicionales las penas quecontemplan los códigos. No discuto que haya que hacer alguna revisión y queinclusive quepa el aumento de las penas, pero eso, en sí mismo, no resuelvenada.

No olvidemos que los países con los mayores índices de delincuencia son,curiosamente, los que tienen las penas más altas (véase, por ejemplo, el códigopenal de Haití o Guatemala). En cambio, Noruega, por citar un caso de un país modeloen seguridad ciudadana tiene una pena máxima de 20 años. Está claro de que setrata de realidades materiales distintas, solo propongo los ejemplos comomuestra de que el fenómeno que nos enfrenta es más complejo que un asunto depenas y castigos.

Se entiende, se debe valorar y tiene que respetarseel que los dominicanos queramos acciones contundentes contra los males que nosafectan en materia de seguridad y otras áreas básicas de la existencia ciudadana.

El liderazgo criollo tiene la obligación de atender esos reclamos. Es momento,pues, de ponernos a pensar en serio en un problema tan grave como el de ladelincuencia y dejar para otro la demagogia y el populismo penal que tantotiempo nos hacen perder. Los espacios tomados por la improvisación y el absurdodeben ser retomados por la ciencia, la ponderación, la visión y la confianza enque podemos ser mejor.

Por ejemplo, urge conocer mejor, científicamente,el perfil del delincuente dominicano. Cualquiera te dice que tiene que ver con falta de educación y pobrezapero de ahí en adelante los afanes por conceptualizar se diluyen. ¿Cómo hablarde combatir la delincuencia si al día de hoy, por lo menos que yo sepa, no existeun perfil oficial del encarcelado? Puede que se sepa lo que hizo, al menos sesabe de lo que se le acusa, pero el por qué es un aspecto que por lo generalpermanece oculto y/o descuidado.

"Entender" al victimario no equivale a simpatizarcon él/ella, tampoco implica ser menos severo en la persecución penal de lo smismos. Pero es precisamente desde el "entendimiento" de donde podemos primero preveniry segundo corregir. Desde hace demasiado tiempo, lo digo con todo respeto, eltema de la seguridad parece estar siendo abordado con la misma lógica delcasero que se ha convencido de que si seca el piso la gotera se corrige.

Pongo mi experiencia, mi tiempo y mi trabajo a la orden.