Por la magia de Internet, me llegó un artículo escrito por una china-australiana a mi cuenta de FACEBOOK con el título de este artículo. Me pareció súper-interesante, porque una de las experiencias de estas sociedades interculturales es el “encuentro de sentimientos” entre dos claves de comportamiento: manifestar abiertamente los sentimientos (según el patrón latino-mediterráneo) o el ocultarlos de acuerdo al protocolo oriental-confuciano).

Candice Chung, la autora del artículo, escribe en Dailylife, un diario electrónico para mujeres de Austriala,  equivalente a nuestro ACENTO.COM.DO, e inicia con la experiencia personal de sus padres chinos que su mayor manifestación de preocupación por sus hijos es si han comido, no importa la hora que sea. La autora señala que en las familias asiáticas no hay proliferación de “PDE” (Public Declaration of Emotions) pero si hay una sensibilidad a la demostración de detalles que indican estas emociones, que la autora llama “efectos afectivos”. Es la expresión de los afectos con ironía.

Una ironía que se ejemplifica en la película taiwanesa de Ang Lee que ilustra el texto de DailyLife, “Eat, drink, man, woman” (muy bien documentada por Luis Beiro en su libro “Taiwán: 12 cineastas rumbo a la excelencia” [Ediciones Unicornio, 2013]), dónde presenta este dilema cultural de un padre chino que vive las angustias de sus cuatro hijas modernas y todo su amor se concentra en la preparación de la comida que degustan en común.

En la evaluación de Beiro, “Comer, beber, hombre, mujer” es un homenaje al cambio, un claro enfrentamiento entre la novedad y la decadencia, entre el advenimiento de una nueva era y la desaparición de lo absoluto. Esto siempre ocurre en períodos de transición histórica. Y demuestra que los cambios no solo son inevitables sino necesarios porque incorporan nuevos elementos que enriquecen la tradición para que puedan seguir multiplicados de generación en generación.

Por su parte, Candice Chung recurre a un sociólogo de la Universidad de Peking, Xia Xueluan, para explicar que los padres chinos no son tan diestros en el uso del lenguaje expresivo positivo, pero si son eficiente en la enseñanza del lenguaje negativo. La explicación sociológica es que en contextos culturales de altas expectativas, la frase “Te amo” se usa menos, que en el contexto de bajas expectativas, como es en Occidente.

En otras palabras, en las culturas orientales significa redundante expresiones como “Te amo” y parecen forzadas porque no hay expectativas de expresiones tan personales e íntimas.

La explicación de Candice es que en Occidente, “Te amo” sólo se refiere a sentimiento, mientras que su equivalente en mandarín, el significado es más poderoso porque conlleva un compromiso a la vez que un afecto. La autora termina con una afirmación radical de una bloguera: los padres chinos  aman a sus hijos de manera diferente, ni mejor ni peor. Sólo que diferente.

Para encontrar el artículo en inglés de Candice Chung con un interesante reportaje de las reacciones de estudiantes a esta pregunta, ir al enlace siguiente:  http://www.dailylife.com.au/life-and-love/real-life/why-chinese-parents-dont-say-i-love-you-20140304-341ws.html