Se hacen llamar “mongers”, palabra que traducida literalmente al español significa traficantes, y que en inglés alude a las personas aficionadas a hacer algo con mucha frecuencia.

Los mongers a los que me refiero, pertenecen a cualquier nacionalidad, pero su lugar de residencia más amplio y eficaz es la internet.  Allí, a través de los numerosos websites que les sirven de punto de encuentro, y valiéndose de apodos que enmascaran su real identidad, estos mongers vierten sus opiniones, comentarios, consejos, chistes y advertencias sobre la afición que tienen en común: el turismo sexual a escala global.

Estos websites sirven también para promover anuncios y enlaces a través de los cuales los mongers se dedican a su exhaustiva búsqueda. Entre estos anuncios está el  de un sitio web muy concurrido que tiene como logo el mapa de la República Dominicana decorado con los colores de la bandera nacional, y encima, el nombre del susodicho sitio web, tan explícitamente vulgar que prefiero reservármelo.

Los mongers han formado una red invisible que se expande minuto a minuto como una telaraña voraz que nutre sus experiencias viajeras de la oferta sexual de millones de mujeres (y hombres) alrededor del planeta.

La República Dominicana ocupa un lugar importante dentro de esas experiencias.

Sabemos que se trata de un destino turístico encantador, en gran medida, gracias a lo espléndido de nuestros paisajes.  Pero para los mongers, la belleza geográfica no es lo más importante. Y en cuanto a las instalaciones hoteleras, da igual un hotelucho en Boca Chica, un conocido club en Hamburgo, que un rincón en La Rambla, Barcelona, donde tener sexo con una chica nigeriana sólo les cuesta 10 euros.

La principal razón por la que los mongers adoran viajar a la RD es que para estos turistas sexuales, nuestro país es un matadero que ofrece carne fresca  barata y fácil de conseguir.  Por algo Sosúa, Puerto Plata, ocupa el 4to lugar en el “Top Ten Sex Tourism Destination” de uno de estos websites especializados, compitiendo de cerca con lugares como Bangkok en Tailandia (puesto #1) y Copacabana, en Río de Janeiro (puesto #6) .

“En DR el turismo es puro sexo desinhibido en su forma cruda. Hay chicas amables de todas las edades y colores, trabajadoras y trabajadores autónomos caminando hacia arriba y abajo en las playas buscando negocio. Los precios no son nada, desde 1000 hasta 2000 pesos dominicanos, incluso por una noche”, comenta en un website especializado, un monger que se cataloga como un “international expert hunter pussies”.

Mil a dos mil pesos dominicanos… ¡Tremenda baratija! Claro, porque como explica este mismo “experto”, a diferencia de las prostitutas de Boca Chica o Sosúa, por ejemplo, las belgas, alemanas, rusas, checoslovacas, africanas, turcas e incluso dominicanas que cualquier turista puede encontrar en los “red light districts” de ciudades como Amsterdam o Bulgaria, cobran desde 50 euros en adelante por un tiempo corto y sin besos en la boca. Y en caso de que se desee que la chica se despoje de su brassier, deberán agregarse20 euros más.

De todas formas,  este monger experto olvidó mencionar la oferta sexual que brindan los eufemísticamente llamados “Adult Resort” de nuestro país, generalmente regenteados  por extranjeros, bajo la anuencia protectora de las autoridades dominicanas, un verdadero negociazo tanto para los propietarios de estos hoteles donde se explota a las mujeres (muchas de ellas menores de edad), como para la policía local y los vendedores de cocaína, entre otros.

Lo interesante es que a pesar de ser usuarios empedernidos de un negocio de explotación, los mongers les encanta pasar por personas  dignas de todo respeto.  A veces se trata de hombres casados, con familia,; otras veces, ejecutivos que aprovechan sus viajes de trabajo para pagar por sexo. Otras veces son solteros adictos a este tipo de turismo. Pero todos tienen en común el hecho de que en sus mentes, países como el nuestro, son vistos como lugares ideales por las razones ya expuestas y muchas más.

Como comentó alguien dirigiéndose a un monger estadounidense que con evidente orgullo colgó un video en Youtube dando cuenta de su reciente experiencia turístico -sexual en RD:

“¿Quiere decir que ustedes no pueden encontrar mujeres en los EE.UU? ¿Usted tiene que venir a esta república bananera a hacer lo que no puede hacer en su propio país? ¿Eres de la misma gente que grita a los hispanos: "esto es Estados Unidos, así que hablen Inglés"? ¿Son ustedes los mismos que odian a los mexicanos y  piensan que todo el que habla español debe ser expulsado de los EE.UU.? Permanezcan en su país, hipócritas”.

Provoque indignación, morbo, curiosidad, indiferencia o sencillamente asco, se trata de un tema de muchas aristas sobre el que algunos piensan que es más conveniente callar.