El jueves pasado, estaba esperando a mi esposa en la Universidad Católica Santo Domingo (la del Arzobispado) y como mi cara de economista no me la despinta nadie, una persona que esperaba me espeta sobre mi parecer sobre el Nobel de Economía recién anunciado. Cortésmente, señalo que es un economista poco conocido en estos lados, pero que es de la tradición sajona ya que su doctorado es del Massachusetts Institute of Technology (el famosísimo MIT prestigiado por Samuelson).
Aparentemente, mi interlocutor armado de valentía y conocimiento sobre Jean Tirole me remarca si su obra es suficiente para merecer un Nobel. Mi respuesta fue que parece que la línea de los premios fue privilegiar los aportes “prácticos” de las ciencias antes que los revolucionarios. Puse por ejemplo, los premios de Física por la iluminación LED y en Fisiología a los descubridores del mecanismo de posicionamiento del cerebro humano. En Economía, Tirole se ha dedicado al análisis de un “fallo del mercado”: la regulación de los mercados que surgen de los nuevos espacios tecnológicos. En términos prácticos, ha sido la guía para la batalla de la Unión Europea en su lucha por los abusos de posición dominante de Google en el espacio cibernético.
Mi interpretación es una cierta “vuelta a los básico” de la hegemonía del “pensamiento único” del neoliberalismo-consenso de Washington: un recordatorio de la mejor tradición neoclásica de que los mercados deben regularse porque el capitalismo salvaje no nos lleva a ninguna parte.
La organización Nobel ha puesto a disposición del público un excelente resumen de tan peculiar criterio de Jean Tirole, Presidente de la Escuela de Economía de Toulouse, en Francia, disponible en el enlace siguiente: http://www.nobelprize.org/nobel_prizes/economic-sciences/laureates/2014/advanced-economicsciences2014.pdf