¿Qué extrañas razones o motivos llevan a los ciudadanos a dar sus votos por unos u otros candidatos y partidos?
Hay quienes han tratado de darnos la solución en diversas teorías sobre el papel de los medios de comunicación en la conformación de la opinión de los votantes. De manera que los medios tendrían un papel muy importante en por quienes votan o no votan los ciudadanos.
No voy a hacer un repaso de las mismas. Quien desee abundar más que vea – si quiere, una breve síntesis en mi libro La comunicación efectiva (INTEC, 2000), o en otros libros, que tratan de teoría general de la información.
Mi reflexión sobre la interrogante inicial no es de ahora pero es en estos momentos que se me presenta de manera más imperiosa. A veces, desde posiciones políticas progresistas, se achaca a la ignorancia popular, a la miseria o pobreza, la orientación del voto. Claro está, cuando ese voto que "debiera ser" para los partidos del progreso, se dirigen a los partidos más conservadores.
Por ejemplo, cuando los comunistas italianos en la postguerra aumentaban constante su votación hasta llegar a ser el partido más votado de Italia, parecía lógica la convergencia del voto de los trabajadores y de sectores de la "clase media" al "partido del progreso y de las libertades".
Desde hace tiempo esos mismos espíritus contemplan perplejos como los votos "populares" van en otra dirección, son votos para Berlusconi y sus aliados de la Liga Norte. La explicación más racional, como entre otros la de Eco, es que ese cambio de orientación del voto se debe a que Berlusconi realmente controla una red de televisiones en toda Italia, además de la prensa.
Los italianos conformarían sus opiniones, sus imágenes, tendrían sus marcos de referencia en las TV de Berlusconi. Y es que esas televisiones han logrado a través de muchos años de emisiones, cambiar el marco de referencia y eso implica cambiar el modo que tiene la gente de ver el mundo.
Así pues, si aceptamos esto como una hipótesis explicativa, al menos interesante, tendríamos un amplio campo para entender por qué ocurren las cosas que ocurren, y por qué la gente vota por quienes vota.
Nos referimos claro, a los votantes que no votan defendiendo sus reales intereses sino por partidos o personas cuyas políticas no van dirigidas a solventar o coadyuvar a resolver los problemas de sectores populares y de estratos de la llamada clase media.
Casi nunca, por no decir nunca –ya que mi moderación me impide expresarme en términos absolutos-, las clases poseedoras se equivocan en a quién votar, y en su firmeza de principios (inducidos por la solidez de sus intereses), saben perfectamente que deben tratar de arrastrar a sus sectores de influencia para que les sigan los pasos.
Eso explicaría por qué los votantes, "técnicamente" no ignorantes europeos, se vuelcan en votar por partidos conservadores que están más cerca en sus políticas económicas de los grupos que han desencadenado la presente crisis mundial. Independientemente de los garrafales errores que hayan podido cometer los partidos socialistas o socialdemócratas gobernantes en el Reino Unido, España y Portugal.
Las excepciones recientes han sido en Alemania y en Italia. Donde los conservadores han sufrido un retroceso electoral notable aunque ambos casos no tienen nada en común, ya que la Alemania de Merkel es incomparable con el burdel político a que ha llevado el neopopulista y neoliberal Berlusconi a Italia.
Otra explicación, muy poperiana ésta, es la que he dicho en repetidas ocasiones, que la gente (popular y de clase media de ingresos no muy elevados), no vota tanto a "favor de", que en "contra de". En ese sentido suelen castigar a los partidos gobernantes.
Otra cosa más complicada es saber si lo hacen con pesimismo y desencanto con la clase política y creen que votando así castigan a unos y premian a otros, aunque a ambos los echen en el mismo saco de su idea de que ninguno hará nada realmente importante por ellos.
Hay que excluir de éstos a los optimistas que votan con el corazón y con la cabeza puestas sea en sus creencias e ideologías políticas, o, pensando en las futuras recompensas que le esperan o que seguirán percibiendo si ganan los suyos.
Termino invitando a reflexionar por qué una representante del neopopulismo ligado al delito político y al crimen desde el Estado, como la candidata Fujimori, puede tener tal masa de votantes, aunque felizmente para mí, no haya ganado la elecciones en Perú.
¿Podría buscarse un intento de explicación en el asistencialismo demagógico practicado por su padre en las villas miserias? Es decir, entre los marginales, que es dónde ha tenido su gran nicho de votos.
Y también ¿en el voto de las clases medias de las grandes ciudades, arrastradas, a la vez, por el seguidismo a las clases poseedoras en el temor a un Humala practicando el chavismo, aunque él se hubiera decantado por seguir los pasos de Lula?
Si fuera así, estamos ante dos grandes peligros: 1º) El asistencialismo clientelar como creador de un voto cautivo a favor de cualquier tipo de autoritarismo por muy anti democrático que sea. 2º) El temor creciente de las clases medias a políticas sociales que pongan en peligro o disminuyan su nivel de vida, si la misma implica un reparto de los recursos que disminuya los niveles indecentes de desigualdad existentes en América Latina.