El próximo domingo 5 de julio serán las elecciones presidenciales y congresuales en la República Dominicana. Estas elecciones pasarán a la historia por realizarse en medio de una pandemia, por lo que muchos ciudadanos dominicanos tienen dudas de si deben salir a votar por temor a un posible contagio.
Sí, en nuestro país estamos viviendo momentos de retos. De esos momentos que no solo nos definen como sociedad, como clase política o clase empresarial, sino que, además -y para mí mucho más neurálgico- nos definen como personas.
He escuchado a algunos relacionados emitir expresiones que se acercan a lo que podríamos llamar pensamientos de derrota o de renuncia; una renuncia no a la lucha, sino a la esperanza. Expresiones como:” Todos son iguales”, “Ninguno Sirve”, “No hay nada que podamos hacer” “Queda esperar 10 o 20 años más a ver si esto se arregla” … expresiones que, debo admitir, me remueven por dentro.
Me resisto a creer que no hay nada que hacer.
Me resisto a creer que todos son iguales.
Me resisto a creer que todo está perdido.
Me resisto a creer que no podemos ver lo bueno y positivo que tenemos como país.
Creo con firmeza que nuestra República Dominicana está llena de personas que luchan día a día por hacer las cosas bien, por marcar la diferencia. Me animo a creer que, si nos unimos como país, con un mismo objetivo de salir redimidos hacia adelante, nada podrá detenernos.
Creo que, si nos unimos para usar los valores, no como herramienta para decapitar a aquel que tristemente quizás se ha equivocado, sino como fundamento para fortalecer a los que se mantienen fieles a los principios que por años nos han enmarcado como un pueblo de gente buena, luchadora, trabajadora y valiente, podremos avanzar como sociedad.
Me atrevo a creer que, si nos unimos como padres, madres, comunidades, iglesias, empresarios, profesionales, estudiantes y decidimos resaltar, fortalecer, formar y guiar a esos que caminan en pos de un liderazgo que puede reencauzar lo que se ha desviado, podremos levantar la República Dominicana con la que todos soñamos y en la cual deseamos que crezcan, trabajen y se desarrollen nuestros hijos.
Creo que cada dominicano y dominicana, desde su lugar de incidencia, comenzando por el hogar, necesitamos reforzar el lenguaje constructivo, empoderado, de edificación, de esperanza, de superación y de crecimiento, debemos promover que somos capaces de sobrepasar las pruebas que hoy tocan a la puerta de nuestra sociedad.
Creo que es hora de asimilar que cada uno juega un rol en el acontecer actual que definirá todo un proceso histórico y generacional, del que queramos o no, hacemos parte.
También sé y he constatado que somos muchos los que nos resistimos a creer que no hay nada que hacer.
Estamos llamados a trabajar unidos para hacer realidad esa República Dominicana que merecemos y deseamos para nuestros hijos y nietos.
Estamos llamados a entender que la indiferencia no es una opción y, por tanto, en el escenario de hoy, nuestro principal deber es ejercer nuestro derecho de ciudadanos de votar el domingo 5 de Julio.
Tu voto es intransferible. Es tuyo. Es único. Y Vale. Corramos la voz. ¡Dominicano, Sí se puede!