El centro neoliberal: Clinton y  Obama

Los políticos demócratas  que sucedieron a Bush no se atrevieron a desafiar el orden neoliberal y lo que hicieron fue acomodarse al mismo. Tanto Bill Clinton como Obama, no tomaron medidas para disminuir la brecha de la desigualdad. En política internacional  no se distanciaron demasiado de los halcones, y siguieron la tradición demócrata de hacer la guerra, con la justificación de intervención humanitaria u otros motivos, pero siempre en defensa de intereses geopolíticos, de mercados o control de recursos.

La elección de Obama fue un momento importante en la historia de los EE.UU. por ser el primer presidente no blanco (negro según el criterio binario racial imperante en ese país y por su auto aceptación como negro, cuando en realidad es un caso de manual, de persona mezclada), madre blanca – de Wichita, Kansas- y padre negro –de Nyangoma-Kogelo, Kenia-,por tanto, un “mixed”  al 50 por ciento, no un” black”, pero el mito blanco esclavista del “one drop” se ha  impuesto en el imaginario colectivo y  se acepta por interés utilitario político personal.

Obama, además de demostrar para los norteamericanos reticentes a la ciencia, la experiencia  y la ideología cristiana sobre la igualdad, algo harto evidente, que el color de la piel no significa ninguna diferencia esencial entre las personas, hizo algo muy importante en su presidencia, tratar de aprobar una Ley de ampliación de la salud a la mayor parte de la población, aunque los obstáculos hicieron que se recortara sus objetivos.

También se le debe la ley del sueño americano (Dream Act), que permitía a los niños permanecer en EE.UU. y poder asistir a las escuelas, aunque fueran hijos de ilegales. Si bien, cumpliendo con las leyes vigentes -que un Presidente está obligado a cumplir, salvo en los países donde gobiernan políticos bananeros que no respetan las sentencias de los tribunales-, debió expulsar unos tres millones de inmigrantes ilegales de los 12 millones de irregulares que en 2005 fuentes oficiales estimaban que vivían en su territorio, 3 de ellos en California, 1,5 millones en Texas, 1 millón en Miami,  500 mil en New York y Arizona. (M. Kravetz, 2008, Obama)

Obama fue un revulsivo político ya que movilizó a los demócratas y progresistas para apoyarle y muchos jóvenes, antes apáticos, participaron en la campaña y se movilizaron por las redes sociales para incluso financiar parte de la campaña. Gracias a eso pudo ganar.

Hillary , arrollada por el neopopulismo de derechas

Cuando el partido Demócrata en 2016 postuló a Hillary Clinton, una representante del ala centrista neoliberal, ella cometió el error de no percibir los cambios que se habían producido y, puso como diana de su campaña, obtener el apoyo de los votantes más ricos y de los prósperos residentes de los suburbios, que ya se habían inclinado a votar por los Republicanos.

También se le achaca que al igual que la mayoría de la élite política estaba muy volcada en la defensa de los intereses corporativos de las grandes empresas, mientras descuidaba la defensa de los intereses de los trabajadores de salarios más bajos, de aquellos que habían perdido su trabajo, de los que vivían en zonas dónde sus empresas habían cerrado o estaban en franca decadencia. Junto a ello  se le acusa de que mezclaba el trabajo político con el enriquecimiento de su familia. Y eso hizo que no suscitara una movilización y entusiasmo de votantes demócratas,  jóvenes y de minorías, a su favor.

Se enfrentó con un oponente totalmente inesperado, Donald Trump. Si el discurso electoral y las promesas de éste hubiera sido más derechista que el de Hillary Clinton, ella hubiera ganado, pero Trump rompió los esquemas: atacó ferozmente la corrupción de los Clinton y del entero sistema político, criticó las guerras en el exterior, los acuerdos de libre comercio que según él perjudican a los empleos de los norteamericanos y en sus discursos mostraba comprensión hacia la clase trabajadora y afirmaba que solucionaría todos esos problemas. Que América volvería a ser de nuevo la tierra de promisión.

Dice el analista   B.Marceti (2020, Yesterday’s Man) que “Trump se aferró a la acomodada base republicana y despegó a los votantes de la clase trabajadora lo suficiente de Clinton, mientras que muchos votantes demócratas tradicionales, sin ver nada que les interesara para sí mismos en ninguna de las dos opciones, no se molestaron en votar en absoluto”. Hillary obtuvo más votos populares pero Trump ganó la presidencia.

Biden, no representa un cambio de rumbo

Veamos ahora la semejanza entre la candidata Hillary Clinton y Joe Biden. Biden desde el inicio de su candidatura ha tenido un apoyo sostenido de los medios de comunicación principales, que lo ven como el político ideal para sustituir a Trump. Eso también pasó con Hillary. Ésta fue atacada por las políticas de su marido de justicia criminal impulsada por su marido que golpeó predominantemente a la comunidad afroamericana. Biden fue uno de los principales arquitectos de un sistema racializado de encarcelamiento masivo.

La política neoliberal de Clinton alejó a muchos votantes pero Biden no es diferente, fue uno de los primeros que adoptó el neoliberalismo y  tuvo éxito en lograr que se introdujera en el Partido Demócrata.  Sus posiciones en materia de política exterior, durante décadas, no ha sido diferente a la de los halcones.

Tratando de ser aceptado por todas las personas y grupos, Biden se ha aferrado a una estrategia similar a la de Clinton de decirle a diferentes audiencias lo que quieren oír. Y aunque no llega a las alturas de corruptelas en la que Clinton y Trump  presuntamente han estado envueltos, es indudable  que Biden ha tenido una proclividad a seguir las instrucciones de los acaudalados y los intereses corporativos que le apoyan y mientras, deja que su familia se beneficie de sus conexiones políticas  (caso de los manejos de los negocios de su hijo en Ucrania).

Así pues, no parece que Biden tenga el tirón suficiente para enfrentarse con éxito a un Trump que ha demostrado no respetar las reglas políticas habituales, ni en su discurso ni en sus actos. Obviamente, todo esto puede cambiar con la pandemia del coronavirus, pero desde mi punto de vista, para enfrentar a Trump el candidato demócrata ideal  ahora es Bernie Sanders, que en estos tiempos de incertidumbre, tiene una personalidad  política muy definida, un atractivo para votantes jóvenes y para parte de la clase trabajadora que en 2016 o no se movilizó a votar o lo hizo por Trump. Y da seguridad de que sus políticas económicas son las adecuadas para los tiempos de recesión que vienen. En tiempos del  covid-19, Sanders para Presidente.

Torrelodones, 24 de marzo de 2020

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