“La política no es una especulación. Es la Ciencia más pura y la más digna, después de la Filosofía, de ocupar las inteligencias nobles”. Juan Pablo Duarte y Diez
Según la Constitución de la República, todo ciudadano que goce de los derechos políticos, civiles y constitucionales, tiene el derecho a elegir y a ser elegido. Esto no significa que debemos continuar cualquierizando las posiciones públicas que son para servirle a la patria y a la ciudadanía, eligiendo a más de lo mismo, a personas sin ninguna formación política ni profesional, por el simple hecho de que se hayan destacado en un área específica, deporte, arte u oficio, menos en la política, pues eso no es una garantía de que haría una buena gestión.
Para ser profesional de una de las tantas carreras existentes, se requiere de estudios y de investigación, ni hablar de la Ciencia Política, pues esta requiere de un estudio profundo y permanente, ya que todos los días ocurren nuevos acontecimientos económicos, políticos y sociales que hay que dominarlos, además, conocer la deuda social, el mapa y los índices de pobreza del país; dominar la agenda nacional e internacional; participar y representar a sus comunidades, defender los intereses de su provincia y de su país, para evitar la improvisación.
Pero muchas veces a los partidos políticos lo que les interesa es la escogencia de personas que les garanticen una posición (senaduría, diputación o una alcaldía), es decir, la cantidad, no la calidad. De ahí la crisis de valores y de credibilidad que hoy presenta el sistema partidario de nuestro país.
Desgraciadamente a los que actuamos y practicamos el ejercicio de la política tal como la concibió el Padre de la Patria Juan Pablo Duarte y Diez, aferrados siempre a los valores y a los principios éticos y morales; a los que actuamos con decencia y humildad, con transparencia y pulcritud, como una forma de servir, no de servirnos de ella; a los que no distribuimos dinero alegremente porque no hemos acumulado grandes fortunas, fruto del peculado, muchas veces nos subestiman y no somos bien valorados por algunos sectores de la sociedad.
Con ese proceder se le sustrae a las provincias y al país la oportunidad de poder contar con funcionarios competentes, honestos y capaces, con vocación de servicios, que irían a representar con dignidad, a legislar, a fiscalizar, a exigir y a buscar soluciones para sus comunidades. En cambio se escogen a personas sin las más mínimas condiciones políticas, profesionales ni morales, que desconocen cuáles serían sus funciones y responsabilidades ante la sociedad, pues no están formadas para ello. Luego nos quejamos de los mal representado que estamos y de la baja calidad de nuestro Congreso Nacional.
Decidí inscribir mi pre candidatura atendiendo las peticiones de muchas familias del campo y la ciudad, de los centros de madres y de las juntas de vecinos; de las asociaciones de padres y amigos de las escuelas; de los diferentes sectores religiosos, culturales y deportivos; gremios profesionales, empresariales y laborales, que siempre han confiado en mí.
Para ello cuento con una formación profesional y política de más de 45 años, con una hoja de servicio tanto en el sector privado como en el público. Lo hice a sabiendas de las pocas oportunidades existentes en la circunscripción No.1 de La Vega, dada las reservas de los partidos para los aliados, para la cuota de la mujer y para la juventud, además de competir con funcionarios y empresarios. Solo son 5 plazas, pero no podíamos permanecer indiferentes y de brazos cruzados cuando los antivalores nos corroen.