Estados Unidos es el más grande receptor de migrantes de América Latina y el Caribe. Mientras, República Dominicana acoge la mayor cantidad de inmigrantes haitianos de esa misma región.

En por lo menos  seis aspectos se pueden establecer un paralelismo respecto a su situación migratoria en tanto que países de destino.

Estos son: las paupérrimas condiciones de vida de los inmigrantes, que en todo caso, buscan una mejor suerte; la frontera terrestre; la incidencia y el arraigo de la mano de obra migrante aunque irregular; el surgimiento de grupos xenófobos; la solidaridad de las Organizaciones No Gubernamentales (ONGs); los esfuerzos oficiales para ofrecer una repuesta a la problemática.

Con unos 11.2 millones de hispanos indocumentados, en mayoría mexicanos, la administración Obama ha tenido que bregar con un  flujo irregular indetenible  desde países centroamericanos. Estos emigrantes, incluyendo niños o menores que suman unos 400 a 500 mil anuales, llegan hasta México para abordar, en marcha, el tren de carga conocido como “la bestia” con el fin de cruzar la frontera.

Geográficamente la travesía es más larga para un nicaragüense que desestima otros destinos migratorios tradicionales como Costa Rica y Panamá, para enfrentar los riesgos de una ruta controlada por los llamados “coyotes” y bandas criminales. La misma, igualmente, tiene varios puestos fronterizos interestatales para vigilar eventuales accesos irregulares a los territorios de Honduras, Guatemala y Mexico por un recorrido de más de 3,500 km, hasta Texas.

El fenómeno ha provocado una cadena de solidaridad de ONGs cristianas e iniciativas de la sociedad civil como son los centros de ayuda humanitaria a migrantes o las llamadas “patronas” que preparan gratuitamente comida para dichos viajeros.

En este punto se inician las diferencias de abordaje del tema en el marco analítico bilateral propuesto. Las estadísticas no dejan lugar a dudas.  Según la tasa  neta de migración 2014 consultada, de una lista de 222 países, Estados Unidos ocupa la posición número 40 con 2.45 de exceso de recepción de inmigrantes.  República Dominicana está en la posición 165 con -1.93 de exceso de emigrantes (los que salen del territorio).

En  Estados Unidos, seguramente los grupos antiinmigrantes se basan en estas cifras para intentar justificar sus posicionamientos. Sin embargo miles de ONG e Iglesias acompañan a los extranjeros en sus esfuerzos de integración. Además, el discurso oficial alaba siempre la contribución de los inmigrantes incluyendo dominicanos y haitianos.

En República Dominicana, de entrada, dichos datos evidencian que racionalmente no cabe un sentimiento antiinmigrante. Considerando además que la presencia haitiana responde, al origen,  a acuerdos firmados entre los dos Estados y, hoy en grande parte, a la necesidad imperiosa del  uso intensivo de esa mano de obra en  campos claves de producción y la construcción.

Por otra parte, las investigaciones más recientes han arrojado luz, por un lado, sobre el número de inmigrantes haitianos que representa alrededor 5 % de la población dominicana, por otro, lo irrisorio del gasto social en comparación a su contribución al PIB, estimada a más de 5%.

Evidentemente, la indocumentación  debe ser resuelta, cada parte cumpliendo con sus responsabilidades. Al igual,  los flujos irregulares deben ser frenados. Mas, es necesario, iniciar esa tarea de arriba hacia abajo y no al inverso.

En el primer nivel están los que cobran peajes para dejar pasar, en el segundo, los que violan las leyes laborales; en el tercero los que toleran el empleo de inmigrantes irregulares los cuales ocupan el último escalafón. Responden pues a otros propósitos las manifestaciones públicas en su contra sin jamás ser molestados los verdaderos responsables de su llegada y permanencia.

La transmigración centroamericana no es un complot en contra de Estados Unidos. Tampoco los dominicanos que están en Puerto Rico tienen la intención de ocupar políticamente ese territorio. Asimismo,  no se trata de cargar los problemas haitianos a República Dominicana a través de la migración. Esa realidad  está documentada.

¿Porque haber dejado crecer la animosidad y el odio hacia la comunidad haitiana?