Nuestro ejército, compuesto principalmente por campesinos, derrotó a las tropas españolas, católicas e hispanoparlantes, dando así fin a la corta anexión de nuestro país a España, auspiciada por el caudillo Pedro Santana. Sin embargo, apenas cinco años después, en 1870, otro caudillo, Buenaventura Báez, promovió nuestra anexión a Estados Unidos, un país angloparlante y esencialmente protestante.

La explicación sobre tal incongruencia hay que encontrarla en que Báez enfrentaba a los soldados de Gregorio Luperón y José María Cabral, quienes contaban con el apoyo de un gobierno haitiano que no quería que los americanos controlasen la parte hispanoparlante de la isla. Mientras se negociaba esa nueva anexión el presidente norteamericano Ulises Grant envió barcos de guerra a aguas territoriales dominicanas para ahuyentar a “El Telégrafo”, buque adquirido por Luperón y que siguieron hacia Puerto Príncipe para presionar al presidente haitiano para que este no siguiera apoyando a los enemigos de un Báez desesperado, además, por conseguir un avance económico de Washington. Para Báez, pues, la anexión era asunto de sobrevivencia. Pero, además, veía en la anexión el fin de las revoluciones y la consecuente prosperidad económica estimulada por capitales norteamericanos, prosperidad que beneficiaría al propio Báez y a sus inescrupulosos cabilderos norteamericanos.

Grant, además de poder contar con un territorio en el Caribe, como ya lo tenían Inglaterra, Francia y Holanda, más cuando ya se hablaba de construir un canal por el istmo de Panamá, contemplaba un plan secreto, que solo divulgaría cinco años después, de enviar esclavos libertos a Santo Domingo para así reducir la presión en el sur, donde su ejército tenía que concentrarse en evitar el linchamiento de negros libertos por parte de un Ku Klux Klan creado precisamente en 1870. Buscaba así repetir las experiencias con el envío de esclavos libertos a Liberia y Samaná. Sin embargo, cuando hizo público su secreto propósito la prensa dominicana, ya durante el gobierno de Ignacio María González, no hizo referencia al asunto, lo que hubiese dado motivo a un escándalo. En sus memorias Grant citó otra vez, ese propósito suyo.

A pesar de contar con el control sobre el Senado para conseguir las dos terceras partes de los votos necesarios para ratificar la anexión, en 1870 faltaron diecinueve votos para lograrla. Por los discursos pronunciados por Charles Sumner, Carl Schurz y otros, se hace evidente la oposición de anexar un país predominantemente de negros y mulatos quienes podrían migrar libremente a Estados Unidos. Una cosa había sido anexar a la Alaska, Luisiana, California, Texas, etc., territorios de baja densidad poblacional, y otra era una isla caribeña. En adición, se consideraba que anexar Haití sería solo cuestión de tiempo. Charles Sumner declaró: “al África pertenece la banda ecuatorial y debe de disfrutarla sin ser molestada”, aludiendo a que norteamericanos no deberían incursionar en la isla Española.

Cuando Estados Unidos casi 30 años después incorporó a Puerto Rico, no le otorgó la libre migración, excepto en 1916, al inicio de la Primera Guerra Mundial, la que requirió establecer el servicio militar obligatorio. A los puertorriqueños se les otorgó ciudadanía norteamericana junto con el reclutamiento. A los cubanos, a pesar de la presencia de tropas norteamericanas y de la Enmienda Platt, nunca se le otorgaron privilegios migratorios.

Pero, además, la prensa estaba llena de noticias sobre corrupción vinculada a los esfuerzos de anexión y Charles Sumner hasta citó que un solar en Samaná tenía un letrero que decía “Grant”. Davies Hatch, un empresario norteamericano había sido condenado a muerte por el gobierno de Buenaventura Báez para que no divulgara los trasfondos de las negociaciones sobre la anexión y cuando pudo salir hizo pública esas denuncias, provocando un escándalo en el Senado norteamericano.

La comisión de investigación que nombró Grant a principios de 1871 tuvo esencialmente como propósito exonerarlo de las acusaciones de corrupción y nunca seguir negociando la anexión. Recibido el reporte, los senadores simplemente lo archivaron. El discursos sobre la viña de Naboth de Charles Sumner fue pronunciado coincidiendo con las labores de la comisión, pero cinco meses después de emitido el voto negativo, por lo que no influyó en ese, como tampoco los pronunciamientos públicos de exilados dominicanos, en 1871, textos redactados por el también exilado José Gabriel García.