Uno de los delitos del que nunca he sido sospechosa es de tener muy marcadas simpatías hacia religiones de ningún tipo, pero todas merecen mis más profundos respetos -aunque ninguna lo esté solicitando- si no se apoderan del espacio público, si no mutilan los derechos de otros y otras, si los representantes de sus dioses, no pretenden ser dioses ellos mismos, para esclavizar rebaños, si no sacan su manutención del Estado, si sus ministros no andan aliados con los ladrones que gobiernan, si los obispos, pastores -o como se llamen- no tienen salarios como botellas del gobierno, ni portan armas proporcionadas por éste…
|Como pocas veces se cumplen esas condiciones, muchas actividades y prédicas con matices religiosos, los recibo -si no puedo huir- con una cierta suspicacia engrifada y la más prudente reserva, no exenta de toda clase de presentimientos ominosos.
Sin embargo, viendo ayer el Viacrucis -muy bien empleado el símil- hacia el Palacio Nacional, en el que participaron varios sacerdotes católicos, como el Padre Rogelio -a quien llamo “Padre”, porque merece el título- en reclamo de que Loma Miranda sea declarada Parque Nacional, tuve que recordar que hay gente que tiene un Dios que no es siempre Cronos comiéndose a sus hijos; que no es Zeus secuestrando a Ganímedes poco menos que de su cuna; que no es Amón, acumulando tierras y riquezas, que no es un dios que se traga todo lo que encuentra, ni inyecta anestesias, ni habla en lenguas que no existen en ningún sitio, sino que se limita a hablar como lo entiendan perfectamente en todas partes.
Sí, hay gente que tiene un Dios que no exige catedrales en perpetua renovación y que no se dedica a estar macuteando contratas, ni ayuda a esconder unos nuncios pederastas detrás de las cortinas, aunque a alguno haya que sacarle la alfombra de abajo de los pies, dado que las pruebas de sus conductas cayeron en manos imprevistas.
Ese Dios que tienen algunos, no despilfarra los recursos públicos haciendo criptas faraónicas debajo de la Catedral de Santiago, varias de ellas, destinadas a obispos que no han nacido, porque se les ha construido la tumba hasta a los que van a morir dentro de 200 años, con dinero de muchos, que tienen sólidas razones para dudar de que vayan a amanecer vivos mañana.
Sí, hay gente que tiene un Dios que no exige catedrales en perpetua renovación y que no se dedica a estar macuteando contratas, ni a ayuda a esconder unos nuncios pederastas detrás de las cortinas, aunque a alguno haya que sacarle la alfombra de abajo de los pies, dado que las pruebas de sus conductas cayeron en manos imprevistas
Hay gentes que tienen un Dios que no permite que lo mencionen en vano, porque él no se dedica a favorecerlas particular y exclusivamente a ellas y no ayuda a depredarlo todo, a su lado.
Es un Dios partidario de preservar el agua, cuidar la tierra y sus lagartos y aves y sus mariposas y sus gusanos y sus culebras y orquídeas y sus sapos y sus helechos, en parte, para no tener que hacer posteriormente milagros, a veces un poco esquivos, como curar cánceres y hacer llover.
Al Dios de Rogelio no hay que cargarlo sobre la cabeza de nadie, porque es de los que camina al lado de todos.
Gracias al Padre Rogelio, porque tiene un Dios decente, que se parece mucho a Jesús.