Hoy escribo en memoria de las damnificadas del Código Penal. Por las mujeres que murieron víctimas de la ley. A favor de ellas, a favor de sus vidas. ¡A favor de la vida!

Esa ley impide interrumpir un embarazo en todos los casos, incluso cuando la vida está en peligro. Una ley inhumana que da más valor a una futura persona que a la vida de una persona en concreto; una ley sin sentido, que impide salvar las mujeres y acaba con la vida de los dos, de la mujer y el embrión.De su pluma pende la vida de muchas dominicanas sin recursos económicos.

El Congreso ha abandonado a las mujeres, una institución sorda a sus súplicas.

En nuestro país, hoy, usted es la única tabla de salvación que le queda a muchas mujeres, a las mujeres pobres, a la mayoría. Las mujeres con dinero no mueren de causas evitables, no mueren por no poder interrumpírseles un embarazo cuando éste pone en riesgo su vida.

Su solidaridad, Señor Presidente, es indispensable para salvarles la vida y reducir las muertes maternas. Ninguna ley está por encima de la vida de una persona, incluyendo la de las mujeres.

La medicina se basa en la evidencia. La ciencia ha demostrado que en casos específicos es imprescindible interrumpir el embarazo para evitar la muerte. ¿¡No basta este argumento!?

Los profesionales de la salud somos formados para salvar. Este Código Penal nos obliga a cruzarnos de brazos, observando cómo llevan a la morgue a mujeres cuya muerte pudimos prevenir.

Usted puede hacer que nunca, que jamás tengamos otro caso como el de Esperancita.

Hoy, usted puede cambiar el curso de la historia de muchas mujeres en República Dominicana.

Hoy escribo sobre esas mujeres que no tienen voz, por esas que van a morir si se aprueba este adefesio legal, que es un arma dirigida contra la esperanza del futuro. Por las madres que han perdido sus hijas, como la madre de Esperancita, que no se cansa de llorar a su hija. Una joven de 16 años con leucemia, que prefirieron dejar morir, antes que hacerle un aborto; un feminicidio de Estado. Por los huérfanos y huérfanas de nuestra legislación. Por las damnificadas de nuestro Código Penal.

Por todos y todas le pido que no apruebe el Código Penal, que no conduzca al cuarto frío a ninguna Esperancita más.

Usted , solo usted, puede observar el Código Penal. Sabemos que es consciente de que ninguna mujer debe morir de causas evitables.

Una sola palabra suya bastará para salvarlas.

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