Desde el pasado mes de marzo la República Dominicana ha estado en lucha constante con la pandemia del COVID-19. El 19 de ese mismo mes, el presidente de la República declaró al país en estado de emergencia, el cual se extendió hasta el pasado 30 de junio. Durante este período fueron múltiples las medidas de carácter preventiva que fueron dictadas desde el gobierno para controlar la propagación de este virus. Estuvimos en un cierre económico prácticamente general desde el 19 de marzo hasta el 20 de mayo, cuando inició la primera fase de reapertura. Las fronteras marítimas, aéreas y terrestres se mantuvieron cerradas hasta el 1ro de julio. Sin embargo, con el inicio de la reapertura económica, el cese del toque de queda y finalmente, con el levantamiento del estado de emergencia, todas las medidas de prevención se fueron flexibilizando. Dicha flexibilización no fue solo culpa del gobierno, sino también de toda la ciudadanía, así como de los partidos políticos en sentido general, quienes en las últimas semanas del mes de junio ignoraron por completo la existencia del virus, el distanciamiento social e hicieron sus actividades proselitistas poniendo en riesgo no solo su salud, sino también las de sus seguidores. Muestra de esto, es que son múltiples las figuras políticas que han sido diagnosticadas positivas del COVID-19, incluyendo la muerte de la diputada electa por el municipio de Mao, Zaida Polanco.

Todo lo narrado anteriormente ha hecho que lleguemos a la tercera semana del mes de julio inmersos en el momento más crítico en esta batalla frente a esta pandemia. Actualmente, con más de 50,000 infectados, cerca de 1,000 fallecidos y una tasa de positividad que en las últimas 4 semanas promedia cerca de un 30%, el gobierno se ve en la obligación de declarar nueva vez al país en estado de emergencia por un periodo de 45 días. Por igual, nuevamente estamos sometidos a un horario de toque de queda.

Si bien buscar culpables ahora mismo no es la solución a nuestros problemas, sí debemos ser conscientes de por qué hemos llegado a donde estamos para en un futuro evitar repetir los mismos errores.  Son múltiples los factores que nos han llevado a esta situación: desde el hecho de que esta pandemia nos afectara en medio de un proceso electoral, hasta la triste realidad de que somos un país en vía de desarrollo y no es tan simple quedarse en casa cuando no se está recibiendo el sustento económico para alimentar a una familia. Sin embargo, no podemos negar que como sociedad hemos fallado. Hemos dado una muestra clara y fehaciente que por las buenas no entendemos.

Desde el domingo 28 de junio, día en que ya no teníamos toque de queda, las calles de nuestro país se inundaron hasta altas horas de la noche de personas fiestando y consumiendo bebidas alcohólicas sin ningún tipo de control. Por igual, desde que fue autorizada la apertura de los restaurantes, nos hemos encargado de abarrotarlos a su máxima capacidad. Hemos actuado sin ningún tipo de conciencia, arriesgándonos no solo nosotros, sino también a todas las personas con las que interactuamos.

Me apena bastante decirlo, pero, en sentido general, estamos en una situación tan crítica como la actual por la irresponsabilidad con la que hemos actuado como sociedad. Y, cuando me refiero a la sociedad, incluyo a todos los estratos de esta, ya que los actos de irresponsabilidad se han visto desde los barrios más humildes, hasta las zonas céntricas y de mayor desarrollo económico de nuestras ciudades. También incluyo, a la clase política, que no le importó poner en riesgo la salud de todos sus seguidores, con tal de ganar unas elecciones. Ahora tenemos las consecuencias, un sistema de salud colapsando y la tragedia de múltiples familias perdiendo a sus seres queridos.

Finalmente, dirigirme a las autoridades, lo ocurrido les debe servir de experiencia. A partir de ahora deben actuar siendo conscientes de que los dominicanos no entendemos por las buenas, que lamentablemente los mensajes de concientización a través de los medios de comunicación nos entran por un oído y nos sale por el otro. De la única forma que podremos superar esta crisis es si se toman todas las medidas restrictivas que les permita el estado de emergencia, la Constitución y las leyes. Es duro, triste y lamentable, pero, sino se actúa con firmeza en este momento, mañana nos faltaran funerarias y cementerios para llorar a nuestros muertos.