Sobran los motivos para celebrar que el Ministerio de Educación (MINERD) y la Asociación Dominicana de Profesores (ADP) hayan firmado un pacto cuyo objetivo fundamental quedó expresado en ”Reconocer que existe la necesidad de generar un compromiso entre los actores educativos para crear un clima de convivencia y colaboración que prioricen progresivos cambios y mejoras sostenida de la calidad de la enseñanza y el aprendizaje”.
En este sentido, los actores del proceso educativo legítimamente representados “asumen impulsar acciones tendentes a revertir, para mejorar, el estado actual de la Educación Dominicana”, que ha quedado una y otra vez en los peores niveles de las evaluaciones nacionales e internacionales generando un sentimiento de frustración por el sacrificio que ha implicado ya durante siete anos destinar el 4 por ciento del producto bruto interno a la educación.
La ADP es compromisaria del cabal cumplimiento del calendario escolar, a no interferir en los asuntos administrativos del MINERD, y éste a no meterse en los asuntos internos de las estructuras locales de la asociación profesoral, promoviendo un “clima de armonía que contribuya con el propósito de más y mejor educación para todos”.
No debería ser necesario firmar un pacto para unos propósitos tan fundamentales y de tan alto interés nacional, que siempre han debido ser comunes para todos, ni que tuviéramos que estar en un proceso electoral nacional para disponernos a alcanzarlos. Esperemos que esa espíritu de entendimiento se prolongue indefinidamente y resista los prejuicios que se han levantado durante mucho tiempo. También que superen la acendrada vocación de los dominicanos para firmar acuerdos y salir de inmediato a ver cómo pueden ser burlados.
Se ha demostrado que ambas partes pueden dialogar y alcanzar acuerdos, sin que tengan que paralizar las labores docentes. Y proponerse resolver importantes asuntos pendientes, como todos los referentes al aprovechamiento del tiempo extra de la extensión de la jornada escolar. Los maestros necesitan asistentes para sostenerse en una jornada de 8 horas laborables, en los centros urbanos con aulas sobrepobladas y sin suficiente ventilación. La incorporación de instructores deportivos y de educación física y artística aliviarán su carga y contribuirán a una educación más integral que estimule las capacidades de los alumnos.
También se anuncian soluciones a distorsiones inconcebibles, como esa de que los profesores que toman licencia por enfermedad, discapacidad o embarazo, tengan que buscar ellos mismos sustitutos y pagarles de sus sueldos.
Resalta el compromiso de programas de formación y actualización continua de los docentes, llamados a superar atrasos acumulados por décadas y que afectan una alta proporción. Es piedra fundamental para el mejoramiento de la calidad de la educación, como han demostrado las evaluaciones. Así mismo se incluyen acuerdos para perfeccionar los concursos que dan acceso a la profesión del magisterio.
Estemos pendientes para que este acuerdo se cumpla y no volvamos a ver paralizaciones de la docencia a las que con excesiva frecuencia ha apelado la ADP, como derivación de luchismo sindical autodestructivo, aunque debe reconocerse que su actual directiva, presidida por la acreditada maestra y responsable gremialista, Xiomara Guante, sólo ha suspendido la docencia un día en más de un ano. Y que en diciembre pasado enfrentó llamados de filiales regionales a paralizaciones.
Crédito especial al ministro de Educación, Antonio Peña Mirabal, un funcionario de suave temperamento y apertura a la diversidad, con capacidad para dialogar y generar cooperación.
Los principales actores del sector educativo están obligados a constituirse en ejemplo de concertación en una Sociedad tan fragmentada y necesitada de conciliación e intercolaboración. Que así sea.-