1.-  En cada coyuntura histórica, el pueblo dominicano sin importar que sea un fenómeno social o de la naturaleza, se ha puesto a la altura que mandan las circunstancias. Por muy  complejo que se presente  el coronavirus, tiene respuesta científica; mujeres y hombres de ciencias de diferentes partes del mundo  están trabajando para vencer la dificultad creada por la terrible pandemia.

2.-  Más temprano que tarde, los conocimientos acumulados por la especie humana, la sabiduría, ha de salir adelante. Debemos confiar en los científicos, en los experimentados en la medicina que llegarán  a descubrir las interioridades del coronavirus, para que los habitantes del globo terráqueo vuelvan a respirar aire libre que no dañe la salud de los seres humanos.

3.-  Ciertamente, la ocasión no es para permanecer sobresaltados, pero tampoco se nos puede pedir ser absolutamente confiados. El  momento manda serenidad para que cualquier decisión que tomemos sea sosegada; algo juiciosa, y no obra de la precipitación que nunca es buena consejera.

4.- No debemos convertir a nuestro país en un medio social de plena confusión, en un pandemónium. Lo que está ocurriendo no es para salir corriendo, gritando; haciendo alboroto, ni con un alarmado guirigay, como tampoco proceder distraído es lo que indica el buen juicio. Hay que ser prudente  al ejecutar, para luego no tener que lamentarnos lo que hemos hecho.

5.- Lo mejor del pueblo dominicano, los hombres y las mujeres  que con su trabajo digno y laborioso nos representan a  todos y a todas, merecen una vida placentera, de deleite, la que  los hace gratos para cautivar con buen ánimo. El sacrificio de aquellos que  hacen ingentes esfuerzos por preservar vidas humanas debe merecer nuestro total reconocimiento.

6.- Nuestro país, al igual que otros que hoy permanecen en estado de  angustia causada  por el coronavirus, merece  sosiego, porque la serenidad   de la que bien somos acreedores la necesitamos para ejecutar fructíferos proyectos.

7.- Ahora ni nunca debemos  darnos por vencidos, pero sí obligados a demostrar constancia, jamás exhibir inconsistencia. Estamos impedidos de ser veleidosos e incapaces de derrotar la ligereza y todo aquello que no nos eleva como país luchador, de emprendedores y  triunfadores.

8.- El ambiente actual en el cual vivimos no es color de rosas, ni un paraíso terrenal, pero estamos en la obligación de levantarnos confiados en la potencialidad como pueblo batallador; de firmeza y decisión para salir adelante, y así  honrar la memoria histórica de los que nos enseñaron a bregar y vencer.

9.- Mientras dure el tiempo sin que se apruebe   con éxito una vacuna  que sirva para enfrentar  el coronavirus, y en tanto perdure la incertidumbre de la pandemia, hay que actuar, obrar con disciplina,  cumpliendo  con las indicaciones impartidas por la Organización Mundial de la Salud y llamadas a ser ejecutadas por las autoridades locales.

10.- Hasta ahora, a nivel mundial, el antídoto  que está dando  resultados es el aislamiento colectivo,  a los fines de romper la cadena de transmisión del coronavirus, permaneciendo cada quien en su hogar, evitando así  la acumulación de personas, para no transmitir  la pandemia.

11.- Cada grupo familiar debe hacer conciencia de que el proceder adecuado es poner en ejecución la disciplina. Obedecer las normas de higiene  corre a cargo de cada quien en forma individual,  pero que se traduce en provecho colectivo. Al observar con rigor las normas elementales y las indicaciones  impartidas de cómo manejarnos contribuyen a que podamos resistir  y salir adelante sin ser afectados.

12.- No es signo de docilidad  acatar las instrucciones que convienen para preservar la vida suya  y la de su familia. Es prueba de elevado proceder aceptar voluntariamente lo que conviene a la comunidad de la que formamos parte. Demuestran ser personas educadas, buenos ciudadanos y  ciudadanas,  y modelo de servidores comunitarios, aquellos que  con sus actuaciones mandan mensajes  de civismo.

13.- El período que estamos viviendo  no será para siempre, y no debemos olvidar que faltan más días por pasar que los que han transcurrido. No dudamos que en un espacio corto de tiempo  vamos a restablecer la situación anterior y, entonces, vamos a renovar nuestras normales  relaciones de fraternidad con calor humano.

14.- Las dominicanas y los dominicanos estamos comprometidos a demostrar que por encima de las dificultades siempre presentes, y ahora aguijoneadas por el coronavirus,   debemos probar estar hechos de un material firme, para triunfar sin importar las circunstancias que se nos presenten. Nada ni nadie quita a nuestro pueblo su deseo de reír aún dentro de la desgracia que nos lesiona, pero que de seguro venceremos para volver a abrazarnos libremente y a darnos los acostumbrados apretones de manos.