Porque…Repudio la adulonería, Comúnmente llamada “lambonismo”.

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El valor no se falsifica: es Una virtud que escapa a La hipocresía (N. Bonaparte)

Existen personas que se dejan arropar hasta ahogarse por la ambición. No solo de dinero, porque muchos llegan a encontrarse ahítos de él y aun así continúan bajo la presión de esta ingrata que los convierte en seres irreconocibles de forma, manera y pensamiento. En verdad son pobres, miserables que su espíritu le pide más y más sin reconocer que no lo necesita. De este proceder son la mayoría de nuestros políticos y “lideres”.

Porque el dinero no logra saciar sus anhelos, ya que solo le proporciona eso, dinero, siendo la causa o razón por la cual inician una alocada carrera en pos de aquello que los cubra aun sea de una falsa gloria pero, que en verdad logra lo que el dinero de por sí solo no puede hacer.

Llegar a un lugar y pasar inadvertido o un simple murmullo de “ese es el millonario tal”, constituye una frustración pero, el poder político, ya una vez obtenido con la fuerza que le da el dinero, es ahí cuando se prende el ego, porque el poder político le proporciona la idolatría y sobre todo, el servilismo, la adulonería que les donan a manos llenas los lambones y serviles, sin los cuales la vida les seria amarga y cruel. Mini dioses, es lo mínimo que llegan a creerse. ¡Que vaina!

Pero, este pueblo pendejo continua buscando llave donde nunca ha existido puerta, creando líderes, héroes y destinados cual si fuese una fábrica de ensamblaje. Mientras estos ambiciosos y perversos continúan, parodiando a Don Eduardo Michel, en la locura de pretender “borrar datos de toda memoria…y así sucedió. Se borraron los nombres, se tragaron reputaciones, pero al final nada es eterno”.

Manipulan realidades y verdades cual si fuese un mazo de naipes. Ahora el asunto es apropiarse del Ministerio de Defensa en base a medias verdades y totales falsías. “Es saludable la disposición que permite tanto a un civil como a un militar ser Ministro de Defensa”. Claro, que a partir de ese momento, jamás un militar volverá a ocupar esa posición, porque estos políticos nuestros son como los cocodrilos, que después de tener la presa es difícil que la suelten, al menos, por las buenas.

¿Saludable? Sí, pero ¿para quién?; ¿cuántos son los miembros del comité “el famoso comité” que aspiran abiertamente a otras cosas solo para negociar, porque su verdadero objetivo es el Ministerio de las FF.AA? ¡Ah, es verdad que se han llegado a creer que todo el mundo es estúpido y pendejo!

La nueva Ley Orgánica “constituye un paso gigantesco hacia el logro de ese objetivo”, ¡y es verdad!; ese mismo objetivo que los políticos no han permitido que se concretice: “en las democracias modernas del mundo esta es la regla y no la excepción”, ¡y es verdad! Lo que este distinguido político y pensador no dice es que en esas democracias se respetan los reglamentos y las leyes y ningún político osa jugarse con las leyes y reglamentos que rigen la profesión militar, como ha sucedido y sucede en esta imitación de nación, donde los políticos hacen y deshacen a su antojo, porque tampoco los llamados a ponerles freno se atreven hacerlo, porque a la vez están tan comprometidos con ellos, que con una llamada les tiemblan las rodillas y procuran estar cerca de un sanitario.

Lo que no dijo fue que las fuerzas armadas han sido utilizadas por los partidos políticos cual si fuesen papel sanitario o un condón cuando les interesa. Lo que no dice es que la ley que muere lo hará como una santa, porque se ira virgen ante el desprecio de los políticos que no le han hecho caso y mucho menos le pusieron la mano, a menos que, no fuese para joder a un pendejo.

Pero, por eso, por buena ley es que prefieren la nueva, la cual ha sido confeccionada a su gusto e intereses por un grupo de perversos y alabarderos militares, manipulados y dirigidos por los indelicados que pretenden perpetuarse en los organismos militares, como es el caso de los espalderos, guardaespaldas y factótum. ¡Y, que me digan que alta posición no es nombrada por el poder ejecutivo! ¡Pendejos!, con esto continuaremos, porque hay un poco más que decir. ¡Si señor!

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