Discutir sobre hechos consumados no está de moda, porque en esta época de postliberalismo, postmarxismo o, más genéricamente, postmodernismo es apelar a nuestras  lealtades ideológicas. La vieja referencia a la lateralidad que diferencia el espectro político parece inadecuado.

El viejo filósofo político y jurisconsulto italiano Norberto Bobbio (nació 9 de octubre de 1909/murió 9 de enero de 2014) la recompuso, señalando cómo la democracia se ha conformado en  el centro democrático, reduciendo los extremos de la izquierda y la derecha como antagonistas del ideal poliárquico (una definición más exacta del sistema democrático). La ficha bibliográfica es la siguiente: Bobbio, N. Derecha e izquierda (1994, segunda edición 1995). Traducción castellana de Alessandra Picone, Taurus, Madrid.

Repetir y  volver a repetir del avance de la derecha xenofóbica no nos dice nada, porque ¿Qué  ha cambiado en el siglo XXI a la que no nos adecuamos para convivir entre diferentes (la clave de la democracia)? Por el otro lado, la debacle del socialismo real ha sido redivivo en sus formas más autoritarias y antisistémicas, como es el “socialismo del siglo XXI”. ¿Por qué los regímenes “comunistas” asiáticos son estables y en franco crecimiento económico (caso de Vietnam).

Vayamos a diseccionar a la gran desviación del pensamiento político económico: Los lineamientos bobbianos indican que en un régimen democrático las instituciones deben proteger el bienestar colectivo y que debe conllevar a que ese bienestar colectivo sea el garante del  individual.

Por ejemplo, en los países nórdicos el Estado garantiza el suministro de dos prestaciones necesarias e imprescindibles para el bienestar de los ciudadanos: educación y salud. Nadie podrá negar que estos rubros conllevan unos costes enormes. ¿Cómo los nórdicos lo pagan? No hay milagros en economía: el 50% de los ingresos salariales financian este Estado de Bienestar.

Tanto los regímenes de derecha retrograda ha pecado por reducir el gasto público en los rubros del gasto social como  la izquierda autoritaria que propicia un gasto social sin fuentes orgánicas  ni rigor en la  calidad de  ese gasto, han creado el empobrecimiento generalizado. Para ejemplificar estos casos, la España de Rajoy y la Argentina de los Kirchner.

En el análisis de las Ciencias Sociales (y los politólogos son parte de ella) debemos partir del rigor conceptual  que nos demanda el objeto de estudio. Si nos quedamos en el lenguaje  “folclórico”, como sería  “comesolo”, un dominicanismo para aplicárselo a los militantes de un partido en exclusiva, cuando este uso  nos limita a un sesgo en el fenómeno de la  corrupción, omitiendo que  es más universal, por lo menos, en el ámbito dominicano. Todos los partidos tienen sus corruptos favoritos.

Populismo es un término que no forma parte del diccionario de la Real Academia Española (RAE) pero que, sin embargo, es de utilización muy frecuente en la lengua castellana. Se trata de un concepto político que permite hacer referencia a los movimientos que rechazan a los partidos políticos tradicionales y que se muestran, ya sea en la práctica efectiva o en los discursos, combativos frente a las clases dominantes.

El populismo apela al pueblo para construir su poder, entendiendo al pueblo como las clases sociales bajas y sin privilegios económicos o políticos. Suele basar su estructura en la denuncia constante de los males que encarnan las clases privilegiadas. Los líderes populistas, por lo tanto, se presentan como redentores de los humildes.

El término populismo tiene sentido peyorativo, ya que hace referencia a las medidas políticas que no buscan el bienestar o el progreso de un país, sino que tratan de conseguir la aceptación de los votantes sin importar las consecuencias. Por ejemplo: “Sancionar a las empresas norteamericanas es una decisión propia del populismo, que tiene consecuencias nefastas desde el punto de vista económico”“El populismo de izquierda ha ahuyentado las inversiones y sumido a la población en la pobreza”“Quienes nos acusan de populismo son aquéllos que gozaron durante años de ganancias inmensas a costa de la pobreza del resto de la sociedad”.  Cuando la noción de populismo se utiliza de manera positiva, se califica a estos movimientos como propuestas que buscan construir el poder a partir de la participación popular y de la inclusión social.

Todo este texto sobre populismo es de: Julián Pérez Porto y Ana Gardey. Publicado: 2009. Actualizado: 2013. Disponible en el siguiente enlace:
https://definicion.de/populismo/

¿Es suficiente el argumento para convencernos de que el populismo no es una falencia exclusiva de la izquierda, aunque haya sido producida por la Revolución Francesa? Pero es en la laica Francia, en la Alemania teutona, y en los más tumultuosos países de Europa donde resuenan los tambores de la fobia contra el inmigrante y se erigen los movimientos de derecha extrema, herederos de los girondinos de la Revolución Francesa.

La cuota americana la reconocemos con Trump  y Bolsonaro y una gama extensa por grupos que han mutado a las revoluciones del socialismo de siglo XXI. En América Latina vemos como estos regímenes agrupados en la etiqueta dicha etiqueta, se quedaron en las lecciones de la versión estalinista del ejercicio del poder, y que ha provocado la derechización del entorno del cono Sur junto a la crispación que tenemos en el tiempo presente.

¿Está República Dominicana en un derrotero hacia esta política truchicambiada de la postmodernidad?  Podríamos ser la excepción si los políticos no se contagian con el facilismo de la retórica populista y el siempre criterio medalaganio de la improvisación.  Dios: ¡Ayúdamos a comprender estos atolladeros y así  poder salir de ellos para encarrilarnos a un bienestar general de toda la nación!