Todo momento es apropiado para adorar, pero la Cuaresma es la época del año litúrgico, el tiempo de retiros, ayunos, oraciones, devocionales, ejercicios espirituales, y reflexiones, para examinar la condición del alma y elevar el espíritu. Es la propicia estación para considerar nuevas formas de renovación integral, a fin de fortalecer la fe, ampliar la esperanza, profundizar el amor, hacer actos de reconciliación, y tener tranquilidad mental y goce espiritual.
Se exhorta a vivir plenamente pensando y actuando correctamente ante Dios y el prójimo. Es de lugar hacerlo ahora y continuamente. Se recomienda enfatizar la devoción, y alentar el fortalecimiento del alma, enfocar la mente en el espíritu y verdad, de acuerdo a la fe y práctica del Santo Evangelio, y hacerlo de manera continua durante la existencia terrenal. El que vive bien, muere mejor. El que tiene a Cristo en su mente y le ama de corazón, tendrá paz y equilibrio mental. El que tiene fe inquebrantable en la Divina Providencia y esperanza que sobrepasa todo entendimiento amará de veras a Dios, y servirá al prójimo con sincero amor. Con éstas cualidades encarriladas por la senda que es el camino y la verdad, tendrá vida en la existencia terrenal y victoria en la eternidad.
He aquí algunos ejercicios para ayudarte en la reflexión: se presentan comparaciones y contrastes de personalidades y acciones en la Santa Biblia, que pueden servir de reflejos y ejemplos para descubrir ¿cómo somos? ¿por qué somos así? y ¿cómo debemos actuar, a fin de cumplir más y mejor con los mandatos de Dios, de amarle con toda la fuerza, y de amar al prójimo como a uno mismo?
El beneficio de este ejercicio es para que cada uno se haga las siguientes preguntas: ¿Con cuál de las personalidades de la Santa Biblia se identifica, y/o como hubiera actuado en los hechos que aparecen en las Santas Escrituras?
1) Cómo Abel, o cómo Caín. (Génesis 4:1-10).
2) Cómo el Faraón de Egipto o cómo Moisés. (Éxodo, capítulos del 4 al 12).
3) Cómo Sansón o cómo Dalila. (Jueces 16:1-31).
4) Cómo Samuel o cómo los hijos de Elí. (1ro de Samuel 2:12-17).
5) Cómo Job o cómo su mujer. (Job 2:9-10).
6) Tal vez cómo Mardoqueo o cómo Amán. (Esther 6:1-14).
7) Cómo Daniel o cómo Nabucodonosor. (Daniel 1:1-21).
8) Cómo Elías o cómo Jezabel. (1ro de Reyes 21: 1-29).
9) Cómo Amós o tal vez cómo Amasias/Jeroboán. (Amós 7:10-17).
10) Qué hubieras hecho ante el mandato de Dios, cómo Jonás, el profeta renuente. (Jonás 1: 1-15; 4:1-11).
11) Qué dices del buen samaritano o el sacerdote y el levita. (Lucas 10:33).
12) Actuarías cómo Jesús o cómo Anás/Caifás/Poncio Piloto. (Juan 18:1-24).
13) Tú te comparas a Judas Iscariote o como los tres discípulos en Getsemaní. (Juan 18: 2-5).
14) Ver los ejemplos de José de Arimatea/Nicodemo, miembro del Sanedrín, pero con atención especial a Jesús. (Marcos 15:42-46; Juan 19:38-42).
15) Ejemplar fue Esteban y los siete diáconos ante los maestros de la ley, la Junta Suprema [Sanedrín], el Sumo Sacerdote. (Hechos 6:8-15 y 7:1-2).
16) Serás tú cómo Saulo [Pablo] o cómo los judíos de Damasco. (Hechos 9:10-25).
San Pablo escribió y dijo: “Todos han pecado y están lejos de la presencia gloriosa de Dios”. “Pero Dios, en Su bondad y gratuitamente los hace justos, mediante la liberación que realizó Cristo Jesús.” (Romanos 3:23-24). Con esta cita en mente, este llamado se debe hacer frecuente para analizar tu estado espiritual, para ver en qué o cómo se ha fallado, y buscar la manera de pensar y actuar con amabilidad, buenas intenciones, sencillez de corazón, humildad, a fin de estar conforme a los mandatos divinos, y saber cuán cerca, o cuán lejos se está de la presencia de Dios.
Se recomienda leer las citas bíblicas arriba señaladas, y usar estas pautas para la reflexión personal. Que Dios te ayude. Amén.