El sufijo despectivo “astro” aparece en algunas palabras castellanas que suenan bastante feas, como padrastro, aunque en la realidad los hay mucho mejores que los progenitores originales, poetastro que es el poeta que hace malos versos, y también la de politicastro, cuyo significado acudiendo al mataburros de turno es  “político poco hábil o inmoral”. Esta denominación fue más utilizada en el siglo XIX, y ha caído en desuso en el lenguaje discursivo actual, donde la política y sus principales protagonistas encabezan los temas de mayor interés para el gran público nacional. Y es debido a este fenómeno de relevancia que en República Dominicana, donde la política está en la sopa, en las sábanas y hasta debajo de las uñas, deberíamos retomar la palabra politicastro para ir poniendo las cosas en si sitio y llamándolas por su verdadero nombre.

Uno se pregunta, a tenor de la definición anteriormente señalada, si quienes nos gobiernan, a nivel general, pues siempre hay que sacar las excepciones de la regla, merecen llamarse realmente políticos o politicastros. Analizándolo más detenidamente, esta última acepción es válida para la inmensa mayoría de ellos. Si tomamos la primera parte de la definición , la de “ políticos poco hábiles “,  para llevar a cabo con eficacia las tareas encomendadas  (no la de medrar a costa de erario público, o trepar para los altos cargos, que para eso sí son habilísimos) tenemos que concluir que la gran mayoría fallan en sus cometidos.

Un breve y sucinto repaso del panorama nacional ratifica lo anteriormente expuesto. La sanidad sigue enferma, la cultura peca de analfabeta, el trabajo digno y bien pago está en el paro, la agricultura no acaba de dar frutos, la cobertura social aún está muy al descubierto, la vejez está  en pañales, el tránsito circula por vía contraria, la violencia tiene mucha seguridad, la energía está debilitada, el medio ambiente se marchita, y así podríamos continuar hasta el infinito.

Por pura deducción, podemos decir que si estas áreas vitales para la vida diaria y futura de los dominicanos no funcionan, o no mejoran en un tiempo determinado, es porque sus responsables no han llevado o  no están llevando a cabo sus gestiones con el debido éxito . Y de de la misma manera, llegamos a la conclusión de que los responsables máximos, los de más arriba, hasta el final de la pirámide del poder, tampoco funcionan, o lo que es lo mismo, son poco hábiles.  Así pues, los meteremos todos juntitos en el saco de los “astros”, pero los diferenciaremos  por subespecies semánticas tales como presidencastros, ministricastros, senadocastros, diputacastros, alcaldecastros, regidocastros, municipacastros…. pese a quien le pese y digan lo que digan, y no los sacaremos de ahí y los colocaremos en la digna categoría de políticos hasta que demuestren merecerlo.

La segunda parte de la definición de los politicastros, la de “inmorales”,  lamentablemente por estos patios los hay a montones, y algunos lo son tanto, tanto, que de tan sinvergüenzas, ya han caído dentro de la decencia, por aquello de que al llegar a los 180 grados, se acaba en el punto opuesto al de partida. Corrupción, robos descarados, sobornos, prevaricación,  escándalos, son tan abundantes que han desgastado su propio significado y hasta se han convertido para una buena parte esta sociedad en conceptos normales y hasta deseables.

Así que a los políticos poco hábiles, los inmorales y la fusión de ambos, los hábiles-inmorales ya los podemos ir distinguiendo por  su término más adecuado, el de politicastros, a ver si les da vergüenza y se corrigen. Aunque, permítanme dudarlo.