El 5 de julio es la fecha definida para que los ciudadanos y ciudadanas dominicanas acudamos a votar en unas elecciones coronadas por la crisis sanitaria más grande que ha vivido el mundo. Esta es una fecha significativa para el sector cultural de la República Dominicana pues un 5 de julio del 2000, en medio del periodo de transición del Gobierno del Dr. Leonel Fernández Reyna (Periodo 1996-2000) al Gobierno del Ingeniero Hipólito Mejía (2000-2004) fue promulgada, en el Palacio Nacional la ley 41-00 que crea la Secretaría de Estado de Cultura de la República Dominicana.
Esta ley representa el producto de muchos esfuerzos, diálogos y consenso; en ella se encuentra cada aspecto de la vida y realidad cultural dominicana, salvando cada etapa y recogiendo cada manifestación cultural valorada y colocada en una estructura jurídica sin perder poesía, esperanza y sueños. Con la ley de Cultura nace una nueva forma de organización institucional, lo que era una dependencia de la Secretaría de Estado de Educación Bellas Artes y Cultos fue adquiriendo forma y personalidad. Los gestores culturales, artistas y bohemios se convirtieron en burócratas que, asumiendo discursos propios de la revolución francesa ejercían sus funciones. Crecía el trabajo y las acciones de la Secretaría, ayudaban a que la labor artística fuera productiva y que el arte y la creatividad tuvieran un costo. Ya no era “picoteo”, era trabajo digno, formal y artístico. Una cartelera de festivales, bienales, conciertos, intercambios de artistas y formadores, hacían que el país respirara ARTE, parecía que el tiempo de vestirse de negro y usar mordaza (no mascarilla) había legado a su fin, nace la ley 108-10 o Ley de Cine, con el esfuerzo de los cineastas, los de siempre y aquellos jóvenes briosos recién llegados de Cuba u otras escuelas donde vieron su arte crecer y la conveniencia de la llamada voluntad política, que se resume en que “Al presidente le gusta el cine”, golpe de suerte. ¿Por qué no le gustó el teatro? Hubiéramos tenido esa ley soñada hace tiempo.
Si hay un sector que ha sabido luchar unido y exigir, ha sido el teatro, ese que en nuestra historia tiene el importante lugar de ser herramienta trinitaria para alcanzar la independencia. Pero las amenazas no cesan, poniendo en peligro los festivales, bienales y cualquier manifestación popular artística. El Encuentro de Teatristas “Rafael Villalona” en 2012 y los Foros Nacionales de Danza, logran reunir propuestas de políticas dirigidas al teatro y a la danza, para que el Ministerio las pusiera en práctica. Pero se quedaron como insumo y evidencia de consenso y unidad de las artes escénicas dominicanas.
Los y las artistas en República Dominicana han sabido salir a la calle a protestar por: la dignificación del salario de los maestros y maestras de artes; Por salario digno para los artistas de compañías estatales; Por precios especiales en el alquiler de las salas oficiales; Por la permanencia de espacios conquistados, festivales, bienales y temporadas; Por salarios dignos para los y las guías de museos.
El sector de las industrias creativas y culturales se encuentra entre los más afectados por la actual crisis del Coronavirus debido a la pérdida repentina de oportunidades de ingresos. Pequeñas empresas y profesionales independientes esenciales para el sector podrían desaparecer. Esta crisis crea una amenaza estructural para la supervivencia de compañías y trabajadores de la producción cultural y creativa. La economía naranja está en juego si el Estado no asume su rol desde el Ministerio de Cultura como rector de las POLITICAS CULTURALES del país.
Hay muchas tareas que el Ministerio de Cultura no ha hecho y que cuando pase la crisis ocasionada por el COVID-19 debe convertirlas en el gran reto, asumir la importancia de un gran encuentro de voluntades. De repente no hay diálogo entre autoridades y artistas independientes, tampoco trabajo, ni fondos para proyectos culturales. Los gremios actuales UDAA, ADAC, Teatristas Unidos, están a la espera de un espacio entre el estado, artistas independientes y asesores internacionales para buscar soluciones colectivas.
El desafío consiste en diseñar planes, programas, proyectos que hagan la ruta para retomar la nueva gestión cultural en la República Dominicana. Tiene el Ministerio de Cultura la misión de orientar hacia donde se podrá caminar el nuevo quehacer cultural trabajando en el diseño de políticas, protocolos para ensayos, ventas de boletas, entrada de público, reapertura de las salas públicas y privadas, y reactivación de la producción cinematográfica.
No podemos regresar de la crisis a buscar la nueva crisis, debemos llegar a reinventar el arte, volver con políticas claras de SEGURIDAD SOCIAL, no es posible que las necesidades de un artista envejeciente se reduzcan a una ayuda para resolver las medicinas del momento. Nuestras glorias deben tener garantizada su existencia, con el mismo brillo que le dieron a su país.
Cultura debe regresar con una respuesta clara a sus creadores nacionales, que no son funcionarios ni empleados, sino CREADORES, los que hace lógica su existencia; docentes de artes, artesanos/as, artistas, gestores, actrices, actores, carnavaleros, escritores, titiriteros, cantantes, bailarines, músicos.
Se necesita una oferta de apertura sistemática, no se necesitan eventos, iniciativas o actividades puntuales, se necesita diseño de políticas públicas efectivas dirigidas a:
- Actualización del marco legal cultural
- Promoción y difusión artística
- Dignificación de la vida profesional del artista
- Salarios dignos, dentro de una política de horas, tareas y resultados
- Salas abiertas con políticas claras en cualquier ámbito de su funcionamiento
- Oportunidades para las mujeres artistas de generar empresas creativas
- Oportunidades para los más jóvenes y egresados de las escuelas de generar empresas creativas, respetando su orientación sexual y atendiendo a la diversidad
- Inclusión al sistema de seguridad social de artistas envejecientes
- Oportunidades de trabajo artístico para artistas envejecientes y aprovechar sus experiencias y usarla como incentivo a otros
- Crear una política vinculante con el Ministerio de Educación para fortalecer las áreas artísticas
- Crear u apolítica vinculante para promover el turismo cultural
- Fortalecer lazos con los territorios de manera que resurja la actividad cultural en los pueblos y para los pueblos.
- Promover el teatro infantil y juvenil
- Promoción de la lectura y el libro
- Fortalecer el sistema de enseñanza artística
- Fortalecer las compañías nacionales artísticas
- Desburocratizar y retomar el ministerio para el arte.
El Coronavirus ha permitido un espacio al arte de vital importancia, facilitando a la gente atender el llamado de “Quédate en Casa”. Debemos generar confianza en nuestros artistas, en el público y en la obra creativa. Que esa lista marcada con el número 666, o Marca de la Bestia, sea el final, de una época de desesperanza para el arte y que llegue el respaldo al arte y la cultura como su activo principal, su materia prima, su corazón latente: que renazca el arte, el artista, la cultura.