El jueves 7 de enero se celebró el Día del Poder Judicial, de acuerdo a la Ley de Carrera Judicial número 327-98, en medio de su mayor crisis de credibilidad. El sistema judicial no fue capaz de procesar los casos más escandalosos de corrupción pública desde la caída del Trujillato, ni de investigar y perseguir las fuentes de la corrupción asociadas a altos funcionarios del PLD; la Oficina de Ingenieros Supervisores de Obras del Estado (OISOE) permanece impune, a pesar del suicidio del arquitecto y las evidencias presentadas con la remodelación del Hospital Darío Contrera. Félix Bautista es condenado en la opinión pública internacional, mientras recibe un No ha lugar de las altas cortes dominicanas. Mientras, FUNGLODE y el ciudadano de Villa Juana, permanecen en la lista de intocables de la justicia dominicana.
La ausencia de independencia presupuestaria del sistema judicial y su ideologización política y religiosa, le inhiben para cumplir las funciones demandadas de un estado democrático de derecho. En cambio, las celebraciones de Misas y Tedeums de Acción de Gracias no faltaron de acuerdo a lo prescripto por el artículo XXVI del Concordato Trujillista: “Los domingos y fiestas de precepto, así como los días de Fiesta Nacional en todas las Iglesias Catedrales, Prelaticias y parroquiales de la República Dominicana se rezará o cantará al final de la función litúrgica principal una oración por la prosperidad de la República y de su Presidente”.
A estos Tedeums fueron invitados los jueces de los tribunales Constitucional, el Superior Electoral, los miembros de la Junta Central Electoral, de la Cámara de Cuentas, el cuerpo diplomático acreditado en el país, funcionarios del Ministerio Público y los diversos organismos estatales, de los institutos armados y miembros eclesiásticos; en abierta violación a la Constitución Dominicana que no establece ninguna iglesia oficial.
Por estas razones, el mensaje que más impactó no fueron los sermones, sino el grito del ciudadano Félix Morillo, dirigente de la comunidad cristiana: “¡El pueblo dominicano tiene sed de justicia!”, gritó el ciudadano interrumpiendo la ceremonia frente a todas las autoridades del Poder Judicial, del Ministerio Público y de otros invitados especiales, captado por la diligente cámara de Carmen Suárez de éste periódico. Fue inmediatamente sacado del Templo por la policía, como hubiese sido Jesús sacado por denunciar la corrupción religiosa.
Poco se ha dicho sobre los sermones de éste día. Acento.com.do reportó la prédica de Monseñor Andrés Napoleón Romero Cárdenas, obispo de la diócesis de Barahona. Este afirmó en presencia de magistradas jueces locales, y el procurador regional, que ni el poder político ni el económico “deben influir en la administración de justicia, sobre todo, en momentos en que la sociedad reclama la independencia de ese importante poder del Estado”. Pero nada dijo el purpurado sobre los intereses económicos de su Iglesia y los privilegios judiciales de sus sacerdotes, contrarios a los principios de igualdad y libertad que la Constitución defiende. Nada dijo sobre el uso del dinero público para propagar el catolicismo en todo el territorio nacional, en las Fuerzas Armadas, y en las escuelas del Estado. No se pregunta porqué los curas no renuncian a su “barrilito”, que tanto merma el presupuesto de los pobres, mientras denuncian los “barrilitos” de los legisladores.
El sistema judicial viola el artículo 4 de la Constitución, por su dependencia del poder ejecutivo; viola el artículo 5 por excluir a la mayoría del pueblo dominicano que no se identifica como católico, adoptando una religión de Estado; y el artículo 6, por celebrar una Fiesta Nacional con una liturgia sectaria que excluye a la mayoría de la población.
En mi artículo anterior reporté los datos sobre religión del Pew Research Center. El uso de esta base de datos arrojó un 57% de católicos, un 23% de protestantes y un 18% de no-afiliados. El amigo Ernesto Guerrero me informó sobre los datos sobre religión recogidos en la encuesta demográfica y de salud de 2013 (ENDESA-RD2013). Los resultados son muy parecidos pero no iguales. Aunque en ambos casos la selección de la muestra usa conglomerados con probabilidad de selección proporcional al tamaño, y las entrevistas fueron realizadas cara a cara, pequeñas diferencias hacen que los resultados no sean comparables.
La muestra del ENDESA está dirigida a la salud reproductiva de la mujer y sus bebés. Por eso los universos del estudio lo constituyen las mujeres de 15-49 años, sus hijos menores de 5 años, y los hombres de 15-59 años. Está diseñada para comparar características rural-urbana y a nivel de las diferentes regionales de salud. En cambio la muestra del Pew Research Center (PRC) está diseñada para estudiar el fenómeno religioso a nivel nacional, en 18 países latinoamericanos y la población estadounidense hispana. Su universo son hombres y mujeres de 18 y más años de edad. Los conglomerados fueron seleccionados a nivel provincial. Esto significa que el ENDESA mide la población más joven en ambos extremos de su distribución. Incluye adolescentes de 15 a menos de 18 años no incluidos en la muestra del PRC, y excluye todas las personas de 50 y más años de edad que fueron incluidas por el PRC. Por representar estratos de la población más joven, los datos de la ENDESA son más representativos de la tendencia religiosa en la Republica Dominicana.
El cuadro anexo presenta la distribución porcentual de mujeres y hombres de 15 a 49 años de edad según la religión que los identifica con datos de la ENDESA de 2013. De estos resultados podemos deducir varias características sobre la religiosidad de dominicanos y dominicanas:
1. En República Dominicana no existe una Iglesia predominante. Todas son minoritarias.
2. Después de la religión católica, el principal grupo lo constituye el de los que no están afiliados a ninguna religión. Está compuesto por el 36.7% de los hombres y el 27.8 % de las mujeres, muy por encima del tercer grupo formado por evangélicos y pentecostales en que la proporción puede estimarse en un 20% de los hombres y un 20% de las mujeres.
2. El género masculino o femenino constituye un factor diferenciador entre las personas que profesan el catolicismo y las que no están afiliados a ninguna religión. El 48.4% de las mujeres profesan la religión católica, proporción mucho mayor que la del 40.9% de los hombres. Esto da lugar al fenómeno opuesto. Una mayor proporción de los hombres, el 36.7% no tiene ninguna religión, comparado con el 27.8% de las mujeres.
Estos resultados indican que a pesar de los privilegios que recibe la Iglesia Católica y de imponer sus preceptos en las escuelas públicas del país, no logran conquistar adeptos, ni parar el éxodo hacia los evangélicos y los que no profesan ninguna religión. El ENDESA 2013 también muestra que la mayoría de las mujeres ignoran los preceptos católicos, enseñados a toda la población en las escuelas públicas (con reciente excepción de los evangélicos que pueden enseñar sus dogmas).
Los datos de las encuestas demográficas de salud del 2007 y 2013 muestran que las mujeres actualmente casadas o unidas ignoran la doctrina de la Iglesia Católica Romana, que solamente admite el método de la abstinencia o ritmo para evitar embarazos durante los días en que la mujer es fértil. Pero este método solamente fue usado por el 1.3% de las mujeres casadas o unidas en el 2007 y el 1.2% en el 2013. En cambio los métodos modernos fueron usados por el 70.0% de las mujeres en el 2007 y el 68.6 % en el 2013. El método preferido continua siendo la esterilización femenina que alcanzó el 47.4 % en el 2007 y en 40.9 % en el 2013. Los métodos usados reflejan además que es la mujer la que se planifica, con una mínima proporción de hombres esterilizados (0.0% en el 2007 y 0.2% en el 2013) o usando el condón (1.9% en el 2007 y 2.6% en el 2013).
En conclusión, para lograr que los poderes del Estado no sean intervenidos por organizaciones religiosas que buscan sustraer dinero del Tesoro Público e instrumentalizar los poderes coercitivos del El estado para imponer sus dogmas a toda la población, debemos separar al Estado de las religiones y asumir el laicismo. La laicidad se fundamenta en los principios de igualdad y libertad de toda la población, y en la moral cívica y ciudadana basada en el respeto a los derechos humanos. El laicismo es libertad y es justicia social. Lo es porque busca crear las mismas condiciones para que cada persona alcance la plenitud de sus capacidades para realizarse personalmente, ser feliz, y servir a los demás. El barco de la Iglesia Católica cada vez se hunde más en la América Latina, por su zarpazo perverso para extraer dinero del Estado y criminalizar lo que considera pecado, mientras esconde a sus pedófilos ensotanados.