La sociedad dominicana está tan acostumbrada a la ausencia de algo, que ver determinada ejecutoria de lo que hay que hacer nos asombra y entonces el ritmo de lo normal se sobredimensiona. Es como si fuera la fragua de un túnel de futuro desgarrado. Es como si anduviéramos con una pesarosa carga de un tejido social anquilosado, fosilizado, petrificado.

Así anda la movilidad social en nuestro cuerpo social. Una movilidad vertical cuasi anclada, donde hay más espacio para la movilidad vertical descendente. Esto quiere decir, que la movilidad social vertical ascendente no se está produciendo de manera muy acentuada como en los años 70, 80, 90, del siglo pasado y hasta el año 2002, en nuestra sociedad. En efecto, a lo largo de 36 años la sociedad dominicana se encontró con una intensa movilidad social ascendente que cambió el cuadro de la estratificación social.

El inmenso ritmo económico fue acompasado de cambios en la estructura económica, en la estructura social y al mismo tiempo, en todo el entramado del sistema económico. En el interregno de 36 años (1966–2002), el corpus económico-social se vio transformado y con ello se produjeron cambios extraordinarios en los modelos económicos.

La diversificación económica trajo consigo una dinámica económica que repercutió significativamente en el cambio de la movilidad social vertical ascendente en nuestra pirámide social. La movilidad social fue tan amplia, que al unísono se verificaron cambios en la movilidad intrageneracional y en la intergeneracional. La primera que es aquella en que se producen los cambios de un individuo o grupo de individuos dentro de la misma generación; y la segunda, aquella que se efectúa entre generaciones.

¿Qué factores sociales contribuyeron a la movilidad social en el interregno de los 36 años citados? La transformación de una economía agroexportadora (azúcar, café, tabaco y cacao) a una economía de sustitución de importaciones, donde al tiempo que crecía la industria manufacturera, la agropecuaria representaba un componente importante del Producto Interno Bruto. Vale decir, los sectores transables de la economía tuvieron doble impacto en la dinámica: Crecimiento y expansión del mercado interno y aumento de las exportaciones.

Se producía otro modelo a partir de los 80, el de Servicios (turismo, zonas francas) que coexistió paralelamente con el anterior. Esto fue bueno para la economía dominicana. El problema comienza cuando se sobredimensionan otros actores de la economía en el área de Servicios, que no generan empleos y que no guardan ninguna relación con los sectores transables de la economía; al tiempo que se descuidaba la industria, la agropecuaria y se eclipsaba la creatividad y la innovación en el sector más fuerte de la economía en la creación de divisas: el Turismo.

Ahora, ¿qué factores confluyeron, a partir sobre todo del 2004, para que la tasa de movilidad social ascendente se petrificara y donde el factor de la educación, en un mundo de la sociedad del conocimiento, ya no sea el puntal de movilidad como en los 70, 80, 90, del siglo pasado y hasta la entrada de los primeros años del Siglo XXI?

Lo que ocurrió a partir del 2004 fue un aumento de la desigualdad social y un estancamiento en la movilidad, donde el vertiginoso crecimiento de la movilidad social ascendente se verificaría, en gran medida, en la relación directa con el Estado. Dicho de otra manera, la gran expansión de la movilidad social ascendente y con ello de la Clase Media, tiene sus raíces en la hipertrofiada nómina estatal; donde de la creación de 282,734 empleos formales en los últimos 12 años (2000-2012), el 83 % correspondieron a empleos públicos.

Los sueldos altos de la burocracia media y alta de la Administración Pública indican un cambio significativo del Status Social, de una franja amplia del segmento privilegiado del grupo relacionado con el Estado. Allí la meritocracia, la educación y la experiencia no dicen nada. Los concursos de oposición, elemento fundamental en la Ley de Función Pública (41–08), no tienen lugar.

La otra franja de la movilidad social vertical ascendente, tiene que ver también con la relación directa con el Estado: El Neopatrimonialismo, el Clientelismo y la Corrupción. Nos encontramos que el Capital Institucional en nuestra sociedad es muy débil; lo que trae como consecuencia una corrupción sistémica, que propicia una verdadera cultura de la corrupción, que tiene como elemento catalizador y cohesionador al clientelismo. El clientelismo se constituye en el eje articulador del mantenimiento del poder y como válvula social, en la movilidad social.

Los cambios en el Mercado de trabajo producen una movilidad diferencial; sin embargo, en nuestra sociedad producto de que el sector privado no está creando los empleos formales necesarios, ni al ritmo que crece la población económicamente activa, se generan empleos en la economía informal con un mayor grado de precarización, lo que trae consigo una movilidad social descendente. Esto es, personas que antes trabajaban en la economía formal, pasan ahora al mundo informal en una dimensión mayor de inestabilidad, tanto en los ingresos como en la previsión social.

Por otro lado, nos encontramos en el tejido social dominicano con una intensa movilidad social horizontal, que es aquella que se refiere a los cambios que se producen a lo largo de un mismo estrato, donde tiene que ver más con el paso de un rol a otro, pero no de status social. Se da mucho en la industria del turismo y en la economía informal.

La política es el instrumental más expedito para la movilidad social ascendente en la sociedad dominicana y eso de por sí es muy grave. Nefasto, porque cada día más necesitaremos de más reformas tributarias para seguir expandiendo la nómina pública, haciendo un estado cada día más caro y más ineficiente y por el otro, por el mensaje que se envía al conjunto de la sociedad, desde el punto de vista de los efectos modélicos, que en este caso es ostensiblemente negativo.