Estoy escribiendo el domingo 22 de este mes de marzo. Dejo constancia porque como estamos en tiempos pre-apocalípticos (del Apocalipsis bíblico nos ocuparemos después, cuando suceda), las cosas cambian en cuestión de nano-segundos. Y más, cuando hablamos de política (con “p” minúscula, porque no trataremos de filosofía, sino de la cotidianidad. Y, lo cotidiano es la soledad producida por el coronavirus, es decir, el Covid-19.

Para el tema de «Política y  Coronavirus» nos concentraremos en aquellas coyunturas en países con procesos electorales o referendos constitucionales. Es decir, Estados Unidos de América, República Dominicana y Chile. Aparte, veremos la política en otros países democráticos que no se encuentran en elecciones. Es decir, el mundo en su diversidad.

Comencemos con el “Big Brother”. En la tierra del Tío Sam, parece que la crisis del coronavirus desveló que la reacción de mentir, acusar a China y jactarse de  que Estados Unidos tiene “el mejor sistema” sanitario del Mundo, no es suficiente para prepararse frente a la “epidemia convertida en Pandemia”, cuando salió de Asia y llegó a Europa y a las Américas. Ha provocado que se delate una falta de liderazgo sensato en un Presidente que se “auto-considera” serlo. Por lo tanto, una encuesta recentísima, señala que el 37% de los estadounidenses votantes consideran al candidato Trump confiable por su caprichosa actitud ante una crisis como la pandemia mientras que el resto dice ¡no! Esta información la ofrece Ramón Lobo en su reportaje “Trump puede perder”, en El País, en su enlace: https://elpais.com/elpais/2020/03/19/opinion/1584621802_740390.html

Los dominicanos hemos hecho unas elecciones bajo la amenaza del Covid-19 (las Elecciones Municipales Extraordinarias del 15.3.20) sin ninguna previsión anti-virus (aunque hay que señalar la previsión de la Junta Central Electoral de tener disponibles en las mesas “antivirales” para los ciudadanos). Pero, el Presidente Medina esperó hasta el miércoles siguiente para anunciar un conjunto de medidas “tibias” (dejando “lagunas” en manos de las empresas, como aquello del pago de salarios por la cuarentena sugerida en su discurso) y otras más “calientes” como solicitar al Congreso “los poderes discrecionales en situaciones de excepción” (otorgándoseles casi de inmediato, pero de emergencia, que no es lo mismo ni es igual), lo que lleva a sospechar la materialización de una coyuntura de realizar los comicios con un Presidente con poderes casi absolutos.

Esta opinión la escuché en «Cuentas, no cuentos» el programa de Altagracia Salazar. Sea lo que puedan hacer con este poder “legalizado” por el Congreso, ¿Cuál sería el resultado de una encuesta en estos momentos? ¿Sería capaz el oficialismo en convencer al electorado de que el Gobierno ha manejado la crisis diferente a Trump o no? ¿El resultado podría traspasárselo a su boleta presidencial, Gonzalo Castillo y Margarita Cedeño?

El tercer ejemplo lo tomamos del Chile de Piñera, cuyo Referendo para rehacer la constitución se realizaría el 26 de abril del 2020, pero que por acuerdo de los partidos políticos en el Congreso se trasladaría al 25 de octubre siguiente a causa del Covid-19, como informa en el  siguiente enlace INFOBAE: https://www.infobae.com/america/agencias/2020/03/20/congreso-de-chile-acuerda-postergar-al-25-de-octubre-el-referendum-constitucional/.

Este Referendo es con el objeto de determinar si la ciudadanía está de acuerdo con iniciar un proceso constituyente para generar una nueva Constitución, y determinar el mecanismo para dicho proceso. Fue propuesto por un acuerdo entre la mayoría de los partidos políticos chilenos, anunciado el 15 de noviembre de 2019, tras un mes de protestas en todo el país y actos de terrorismo, organizados y de extrema violencia como lo fue quemar estaciones del metro de Santiago.

Será el primer plebiscito nacional chileno desde 1989, cuando se realizó un referendo donde se aprobaron las reformas a la Constitución Política de la República, promulgada en 1980, durante el régimen dictatorial de Augusto Pinochet, y por tanto, será el primero –y hasta el momento, único– celebrado durante los gobiernos democráticos que siguieron al régimen de Pinochet, y durante el siglo XX.

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Otro caso que debe ponernos a reflexionar es el de Brasil. Jair Bolsonaro, un Presidente que quiere destronar a Donald Trump en mitomanía y desfachatez, “se ha hecho indigno de su cargo” de acuerdo al Decano del Tribunal Supremo de su país, Celso de Mello. Ha sido la sociedad quien, sin salir a la calle, desde las ventanas de importantes ciudades del país, al rito de los cacerolazos nocturnos, piden la salida del mandatario brasileño. Lo informa Juan Arias en El País, de Madrid, en su artículo disponible en el siguiente enlace: https://elpais.com/elpais/2020/03/19/opinion/1584652724_057117.html

Dice Arias: «Haber instigado en este momento a los suyos a salir a la calle para defender a su Gobierno y el haber querido participar él, incluso saliendo al encuentro de los manifestantes y despreciando todas las normas dadas por su ministro de Sanidad, ha sido la gota de agua que ha colmado el vaso de la irritación popular. Mientras se imponen restricciones graves a la población, el presidente se echaba a la torera todas las normas impuestas por su Gobierno.» Una lección para su colega Donald.

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Otra gran lección viene de mundo “teutón”, de la reunificada Alemania. Por culpa del Covid-19, el Congreso de la Unión Demócrata Cristiana (CDU, por sus siglas en alemán) programado para decidir el sucesor de la «Dama de Hierro» que renunció a seguir cuando termine su periodo en 2021. El Covid-19 ha tumbado candidatos, ha revivido otros y, ahora mismo no tenemos nada seguro de quien será el sustituto. El gran regreso ha sido el de la Canciller, con su título de científica (es Doctora en Física por la Universidad de Leipzig) y su porte de “abuela” para darle sentido a toda la burocracia “alocada” por una crisis sin precedentes. Consultar el artículo de Ana Carba Josa en El País, en el enlace: https://elpais.com/internacional/2020-03-19/la-pandemia-revoluciona-la-carrera-por-suceder-a-merkel-al-frente-de-la-cdu.html

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En las democracias donde no hay procesos electorales, el Covid-19 ha producido sus propios problemas políticos. Los casos más sonados, como Italia (a la fecha con más muertes que en China) y España (con un sistema sanitario modelo en el mundo, pero con una concentración de la enfermedad en Madrid) se encuentran cuestionados por el manejo de la crisis.

En el gráfico anexo, vemos el ascenso de los casos de los dos países europeos más afectados, Italia y España, comparados con la evolución de Corea del Sur. Observamos que en un  momento dado, los tres países coincidieron en el nivel de los 500 nuevos contagios diarios; a partir de ahí, la curva se acható en los 700 en Corea del Sur y comenzó a disminuir hasta los 110 casos de contagio diario, mientras España e Italia se dispararon hasta niveles que parecen no tener techo a la vista.

En esas democracias donde la Ley es la norma, se está discutiendo si los Derechos de Crisis atentan contra la Constitución, como es el artículo de Javier Tajadura Tejeda en El País, de Madrid en el siguiente enlace: https://elpais.com/elpais/2020/03/16/opinion/1584364474_350250.html. Un tema que parece adecuado para los dominicanos y el peligro de revivir el “trujillato”. Es la cuestión en discusión en las democracias, incluyendo la nuestra.

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Como punto final, les recomiendo el texto de Andrea Rizzi, “El peso de las emociones en la glaciación del coronavirus” (disponible en el enlace: https://elpais.com/internacional/2020-03-20/el-peso-de-las-emociones-en-la-glaciacion-del-coronavirus.html) donde explica la situación de la Unión Europea al encontrarse en el laberinto de la «crisis del Coronavirus», por lo que advierte: “El sálvese quien pueda tendrá costes cuando todo habrá pasado.Es decir, prepararnos para la post-crisis.

En palabras de Leonardo Boff: «No basta la hiperinformación ni los llamamientos por todos los medios de comunicación. No nos mueven al cambio de comportamiento exigido. Tenemos que despertar la razón sensible y cordial. Superar la indiferencia y sentir con el corazón el dolor de los otros. Nadie está inmune al virus. Ricos y pobres tenemos que ser solidarios unos con otros, cuidarnos personalmente y cuidar de los otros y asumir una responsabilidad colectiva. No hay un puerto de salvación. O nos sentimos humanos, co-iguales en la misma Casa Común o nos hundiremos todos.»