Siempre he creído que las políticas asistencialistas mal focalizadas de los gobiernos más que acabar con la pobreza, la generan.
Una de las taras de las sociedades latinoamericanas es la pobreza parasitaria clientelista. Millones de dólares se gastan en programas de asistencia social para generar votos.
Para los gobiernos latinoamericanos el camino más fácil es dándoles cierta suma de dinero sin esfuerzo alguno, a los pobres clientes para la expansión de sus proyectos políticos.
Lo loable sería es la creación de políticas de desarrollo para fomentar los empleos y las oportunidades, con el objetivo de que miles de personas puedan vivir con salarios dignos.
Sin embargo tenemos Estados "chapulinescos", paternalistas que pretenden resolverle la vida a sus pobres, con migajas disfrazadas de asistencia social.
Por esas razones es que muchos líderes políticos "viven de la pobreza", pretenden asegurar sus votos comprando voluntades.
Es así como paradógicamente las sumas millonarias invertidas en programas sociales mal focalizados, en vez de revertir el problema de la pobreza, más bien lo crean.
La inversión social debe ser destinada a personas que sí lo necesitan, aquellos que no puedan valerse por sí mismos.
Todo los demás, la población potencialmente activa, debe incluirse en planes de desarrollo, educación técnica, y otros renglones tal como se ha hecho en otros países.
Estoy seguro de que si los gobiernos dedican sus esfuerzos para combatir realmente la pobreza, de seguro planearían la forma social para la generación de empleos para los estratos bajos y medios de la población.
Sin embargo, se precisa exigir la calidad del gasto social, para erradicar la pobreza clientelar alimentada por gobiernos paternalistas.