La política monetaria, crediticia y cambiaria del Banco Central debe tener para el próximo período presidencial de 2020-2024, un claro objetivo de continuidad y de algunos ajustes y cambios. Pero en esencia la alta política monetaria es adecuada y beneficiosa para los sectores financieros y los agentes económicos de la sociedad. Hay una agenda de revisión, como el uso mayor del encaje legal, la disminución de las pérdidas operativas y la solución del déficit cuasi fiscal y frenar/disminuir gradualmente la continua emisión de deudas de Certificados.

El compromiso consensual del Banco Central de mantener la estabilidad macroeconómica es fundamental y sagrado, así como el control de la meta-inflación, la estabilidad cambiaria, competitivas tasas de intereses, velar por un sector bancario-financiero sano y sólido y mantener una adecuada liquidez monetaria en la economía. La política de aumento de las reservas monetarias internacionales es correcta y es bueno tener reservas para 4 o 5 meses de importaciones. La política monetaria es el contrapunteo con la política fiscal, y ambas deben y serán coordinadas con las metas de la alta política económica y con los objetivos del Gobierno y el país. Es un compromiso Constitucional y de la Ley Monetaria y Financiera.

Existe también la obligación Constitucional de mantener y ampliar la total autonomía e independencia de la Junta Monetaria y el Banco Central. Los miembros de la Junta Monetaria deberían ser profesionales con larga experiencia en el sector, prominentes miembros sin conflictos de intereses de la sociedad y reconocidos economistas, académicos y banqueros retirados, que cuiden y defiendan la independencia de este alto organismo de la Autoridad Monetaria. Es prudente y beneficioso que la mitad de los miembros de la Junta Monetaria trabajen a tiempo completo y que gocen de absoluta independencia e integridad profesional.

Por otro lado, es indispensable cuidar la política de mantener un crecimiento estable y monitoreado de los agregados monetarios, la emisión monetaria, el medio circulante, el dinero en circulación y la liquidez general del sistema. Son metas de un compromiso básico que se mantendrá y defenderá. Estos indicadores monetarios deberán crecer acorde con la tasa de crecimiento del PIB y la inflación anual, para no crear una sobre expansión monetaria que pondría presiones sobre la tasa de cambio y las tasas de interés del sistema. 

La política cambiaria debe seguir monitoreando y defendiendo la tasa de cambio de la moneda nacional respecto al dólar y el euro y permitir solo mini devaluaciones anuales, como ahora, del alrededor del 4 %, acorde con la inflación. Es esencial mejorar la estabilidad de la tasa y la liquidez del dólar en el sistema. La fluidez de divisas a veces es volátil. En estos momentos hay cierta discrecionalidad que hay que eliminar en el manejo de la oferta de divisas en el sistema bancario y para uso de los usuarios.

Es con un mejor manejo de la política monetaria-cambiaria y con mayores ingresos en divisas, que se mantiene estable la tasa de cambio y la oferta/demanda de divisas. La entrada del sistema de la Plataforma Electrónica de Divisas y su Reglamento, será un buen y efectivo instrumento, para mejorar la oferta y para dinamizar la compra y venta de divisas, sin variaciones significativas de tasas de un banco o agente de cambio a otro. En el tema del mercado y fluidez de las divisas, hay campo para mejorar, reformar y ser más eficiente.

Respecto a la política y sistema del encaje legal, considero que también hay campo para mejorar el régimen, hacerle ciertos ajustes y adecuar el sistema para canalizar más el crédito, vía la persuasión del encaje legal selectivo y diferenciado, hacia los sectores productivos. De 1970´s hasta el 1990´s existió el sistema de encaje legal selectivo en el Banco Central, como manera de orientar en parte el crédito por sector y mantener en la banca niveles de liquidez.

Con la revolución neoliberal de los 1990´s se desmanteló totalmente el sistema de encaje, por un sistema sin niveles ni topes, que permitiera que solo el mercado asignara o definiera el crédito bancario. La llamada mano invisible de asignación de recursos. Hace tres años el actual Gobernador del Banco Central cambió de opinión y bajo sugerencias, reintrodujo parcialmente la política de bajar el encaje legal para canalizar el crédito hacia la vivienda de bajo costo, y después amplió a otros sectores. Para mi fue una decisión muy correcta.

La gran mayoría del crédito bancario se destina al comercio, el consumo y a las importaciones, pero relativamente poco a los sectores productivos, agricultura, ganadería, la industria y las exportaciones. El nivel de los préstamos al turismo es bueno, pero insuficiente, por falta de banca de segundo piso y fondos de financiamientos al desarrollo a largos plazos. Por eso en el futuro debemos estudiar introducir ciertas variantes del encaje legal selectivo y diferenciado. Hay que tener la mente abierta y sin dogmas.

La política general sobre las tasas de interés activas y pasivas es la adecuada y ortodoxa. Tiene que continuar con algunos elementos nuevos. El uso del indicador de la tasa monetaria es muy útil y positivo, para mandar el mensaje de metas al sector financiero. Se deben mantener bajas las tasas de interés para préstamos, en particular de los sectores productivos y la construcción. Una baja tasa de interés es esencial para llevar el crédito a la clase media baja, los trabajadores y los consumidores. La tasa pasiva debe mantenerse atractiva para captar recursos y fomentar el ahorro interno. Eso es muy importante.

El Banco Central y la Superintendencia de Bancos deben incurrir en monitorear y poner topes a las tasas de interés que cobran los emisores de tarjeta de créditos. En los Estados Unidos y la Unión Europea entera los intereses que se cobran los bancos a los tarjetahabientes es regulado y tienen topes. En el país no existe alguna guía o topes de tasas de interés y existen bancos que cobran hasta el 5 % o 6 % mensual, a los saldos de deudas. Esto es injusto para la clase media y la clase de bajos ingresos. Debería promoverse un diálogo entre la autoridades y las entidades emisoras de tarjetas para fijar una tasa de interés más baja.

Hay un tema muy delicado de política monetaria que se tendrá que buscar una solución equilibrada, realista y de mercado, con la asistencia del FMI. Me refiero a la enorme deuda en Certificados del Banco Central que aumentó de RD$ 87,412 millones a agosto de 2004, hasta llegar a la astronómica suma de RD$ 595,537 millones, o a US$ 11,236 millones al 15 de enero de 2020, producto del intensivo uso de emisión de valores para captar y desmonetizar recursos para apalancar la tasa de cambio. Esta deuda genera cerca de RD$ 50,000 millones de intereses anuales y es parte del gran déficit cuasi fiscal de la institución.

Desde hace un tiempo el Banco Central y el Ministerio de Hacienda negocian una fórmula de traslado de la deuda a una entidad o Fiducia y el Gobierno Central absorbería la deuda y el pago de sus intereses. Algo muy delicado. Poco se conocen los detalles de la operación, sus condiciones, forma de pago de intereses o protección al inversionista. En declaraciones a la prensa ambas instituciones explican que está redactado un nuevo proyecto de Ley  Capitalización del Banco Central, que incluye la propuesta de solución, pero no se conoce.

La actual Ley de Capitalización está vencida, y se requiere rápido una nueva ley y solución de este tema, que deberían consensuar y aprobar en el Congreso en este período presidencial, para no dejar como herencia esa enorme deuda en el limbo al próximo gobierno. Creo que es fundamental que se presente al público el proyecto de ley, que haya total transparencia y un calendario de su aprobación. El tema de la deuda del Banco Central es demasiado importante.

El Banco Central también debería preocuparse más por reducir y sanear sus altas pérdidas operacionales, que se financian con emisión monetaria. Aunque la institución como Banco Central no tiene que tener beneficios, sí podría reducir ciertos gastos y costos, para disminuir las pérdidas operacionales, que de paso se unen, al costo del déficit cuasi fiscal.

Es muy necesario que el próximo gobierno se produzca mayor coordinación entre la política fiscal y la monetaria, para que la sinergia pueda ser más eficiente y eficaz. Hoy en día las presiones de 13 años de déficit fiscales y de duplicación de la deuda pública, ha condicionado y en parte secuestrado a la política monetaria y la política financiera de emisión de deuda de Certificados del Banco Central. Los déficits y la crecientes deudas externas e internas del Gobierno, han forzado a un condicionamiento de la política monetaria.

Por último, a mi juicio la Junta Monetaria y el Banco Central deberían actuar más pro activo y tener un mayor rol en la promoción y formación del mercado de capitales y de las nuevas entidades financieras que han surgido bajo la normativa adecuada de la Superintendencia de Valores. El liderazgo del Banco Central es muy necesario como guía técnica en las políticas de fortalecimiento y expansión de las AFP´s, la SAFI´s, los Fondos de Inversiones, Fondos de Oferta Públicas, los Puestos de Bolsa y la prudente orientación de los fondos de pensiones. Sobre este tema escribiré con más detalles en otro artículo particular.

Finalmente, deseo recalcar que en general la política monetaria, crediticia y cambiaria es correcta y ortodoxa, y que la continuidad de políticas debe seguir por el bien de la economía y el país. Por supuesto hay áreas de mejorías, de reformas y problemas como la deuda y el déficit cuasi fiscal a resolver de inmediato. Con la alta política monetaria y la estabilidad macroeconómica no se juega ni se inventa. Se mejora. El Banco Central desde la caída de Trujillo ha sido y será la columna de apoyo y seriedad de la política económica de la nación.