Aunque no faltan quienes osan en ponerlo en duda, la Economía es una ciencia social con características propias que así la definen: campo de estudio definido y amplio, metodologías, modelos y teorías establecidas mediante métodos científicos. Para ver esto, bastaría solo con echarle un vistazo a cualquier programa de formación en economía en cualquier universidad del mundo, en todos  los grados académicos (licenciatura, maestría, doctorado, etc.) se verá que el pensum que reciben los estudiantes esta repleto de clases de metodologías y áreas del conocimiento científico como: matemáticas, estadísticas, econometría (un campo propio de la economía bastante desarrollado y empleado en investigación empírica), técnicas de investigación científica, filosofía, historia y una serie amplísima de áreas de especialización. No por nada la Economía es una de las ciencias sociales de mayor avance intelectual en últimas décadas, con miles de publicaciones científicas provenientes de instituciones económicas de todo tipo como Banco Centrales, universidades destacadas y centros de investigación públicos y privados en todas las áreas, etc. De ahí además que el economista, quien obteniendo un grado de doctorado invertiría al menos unos 10 años de su vida recibiendo educación con rigor científico, sea considerado un científico social cuyo trabajo debe ser caracterizado de objetividad y rigor científico.

En este artículo presento algunas consideraciones sobre la política de investigación científica del Banco Central de la Republica Dominicana, aspectos que muestran los bastante conocidos frutos del clientelismo y de la falta de institucionalidad y poca eficiencia imperante en el país 143/144 en términos de educación.

Si uno analiza las paginas web de la mayoría de Bancos Centrales de América Latina y el Caribe se dará cuenta que la gran mayoría de BCs tienen una política de investigación científica de mucha mas avanzada que en la República Dominicana (la que como veremos, es casi nula), donde la mayoría de temas importantes relevantes para la ejecución de política económica eficiente y objetiva son tratados con rigurosidad científica por personal propio, lo que contraste drásticamente con lo que uno ve si entra a la web del BCRD. Casos a destacar son el BC de Chile (Uno de los mas eficientes de la región, con una inmensidad de papers, además de libros interesantísimos fruto de conferencias  internacionales con investigadores del mas alto calibre y reputación mundial). Otros casos de Bancos Centrales con buena política de investigación científica de apoyo a la ejecución de la política económica son México, Brasil, Costa Rica, Venezuela, etc. etc. Tal mayor nivel de rigurosidad y eficiencia relativas de otros Bancos Centrales no es fortuito, es el resultado de una política de contratación por competencias en donde se seleccionan los mejores cerebros jóvenes que se destacan en las universidades (sin exclusión alguna; en casos que conozco por conversaciones con algunas amistades se hacen concursos públicos como en Paraguay y Perú, ni cerca siquiera en el lejano infinito al caso del Banco Central Dominicano) y se les brinda la oportunidad de prepararse en el exterior y de aplicar sus conocimientos y hacer carrera en lo que son sus áreas de especialización y expertiz.

Analizando las publicaciones científicas del BCRD uno se queda perplejo. Un caso increíble y que refleja la ineficiencia histórica de dicha institución en la materia es la sección “Otros Estudios” en su web, que dicho sea de paso tiene varias administraciones colgados en su web, la cual contiene 11 papers de los cuales solo 4 analizan alguna problemática económica para el caso de la República Dominicana, mientras que otras 7 tienen en absoluto nada que ver con el país. Al parecer recogieron algunas investigaciones de amigos y relacionados y la pegaron ahí para que parezca que son del BCRD (o sea, bulto y allante, como diría popularmente el dominicano). Tengo conocimiento de que algunas personas habían conversado personalmente con el anterior Gerente General de dicha institución, el economista Pedro Silverio, y al parecer ni se inmutó o hizo algo para disimular semejante espanto.

Recientemente, el Banco Central hizo un pequeño maquillaje a sus publicaciones en la web, al parecer como resultado de la implementación de la política de metas de inflación (donde se supone que la institución rectora de la política monetaria debe tener un conocimiento cabal de la realidad económica nacional y puede hacer previsiones certeras sobre el cause del acontecer económico futuro tanto interno como externo). De estas 4 investigaciones de la sección “Series de Estudios Económicos” (dicho sea de paso, investigaciones de muy buena calidad), solo dos son realizadas íntegramente por personal propio del BCRD (una de ellas es el resultado de un proyecto sobre Modelos Macro de la CEPAL con BCs de Centroamérica y el Caribe y la otra es de un autor individual), mientras que las 2 restantes son firmadas por funcionarios del BCRD y otros reconocidos investigadores internacionales como co-autores, los que en algunos casos han realizado trabajos similares para otros países (Específicamente los casos de Omar Mendoza Lugo de Venezuela– ver workingpapers #82, 81 (una versión sobre desigualdad y pass-through, también aplicada a RD), 78, 70 y 62 del BCRV-y Luis Miguel Galindo y Horacio Catalán de México – 2008 y 1999 referenciadas en el mismo documento-)y en esta ocasión lo aplican para el caso dominicano (habría que ver a que costo). Esto pone en entredicho el trabajo de tales profesionales en economía, con costosas maestrías y doctorados realizados en el exterior muchas veces pagadas por el propio BC, que dicho sea de paso reciben salarios, bonos por cumpleaños, navidad etc. etc. bastante jugosos y envidiables. La gran mayoría de estos empleados “heredan” puestos de trabajo en dicha institución, contratados sin llamar a concurso solo por ser hijos de políticos y funcionarios presentes y pasados y/o amiguismo con alguien que lo pegue en el BC; clientelismo puro y simple –Mientras que en muchos casos personas con capacidad, dedicación y trayectoria y podrían aportar sobremanera les cierran las puertas por no ser parte de uno de sus grupos. Cabe resaltar, para que se vea el desorden de los salarios y ventajas de empleados y funcionarios del BC, que el propio gobernador Héctor Valdez Albizu recibe un salario base de RD$860,000 mensuales, unos US$260,000 anuales (sin incluir bonos, gastos de representación y todo un largo abanico de beneficios), mientras que el gobernador de la Reserva Federal de USA, primera potencia mundial, recibe menos de US$200,000 al año. Lo mismo sucede con otros subalternos e importantes funcionarios, tan contradictorio en un país pobre y con tantas necesidades de recursos económicos para actividades prioritarias del desarrollo. Increíble Damas y Caballeros!

Otra tipo de investigaciones que aparecen en la Web del BC y aun mas cómicos que los casos anteriores, son unos “documentos cortos” o publicados en lo que ellos llaman “Oeconomia”. Si uno hecha un vistazo a dichos trabajos ve que en la mayoría de casos son documentos incompletos y/o parciales que bien podrían ser extendidos y ser publicados como investigaciones científicas de rigor. Lamentable aun,  aparecen muchos artículos que al parecer han surgido de “tareas” de clases pasadas de algunos empleados y funcionarios, algunos aplicados para otros países como Chile, Brasil, etc. (Por que no para Republica Dominicana?). Algunos de estos aparecen con “fallas” metodologías tan elementales como aplicar innecesariamente “Econometría” para analizar la importancia de políticas de cambio climático y medioambientales en Chile y Brasil para la Rep. Dom. En general, son en su mayoría documentos que una institución que se respete no publicaría y que usted no va a encontrar nada ni siquiera parecido en otros Bancos Centrales. Este es un ejemplo más de los frutos perversos del clientelismo/nepotismo y falta de competencia y equidad en la política de contratación de los recursos humanos de dicha institución.

Finalmente, existe una muy buena iniciativa que desarrolla el Banco Central desde 1986, la cual es un verdadero incentivo a la investigación científica en economía mediante el Concurso Anual de Economía de la Biblioteca Juan Pablo Duarte. Dicho concurso, tiene como jurado a destacados economistas en su mayoría independientes y no relacionados directamente al Banco Central, y de los cuales en lo personal puedo dar evidencia de imparcialidad y objetividad ya que he tenido la oportunidad de participar y ser uno de los ganadores del concurso en cuatro ocasiones. La única critica que surge a dicha iniciativa, la cual ofrece jugosos beneficios monetarios a los que resultan ganadores, es que empleados y funcionarios del Banco Central puede participar sin ningún tipo de restricción, lo cual para empleados que trabajan en el área de investigación es un incentivo perverso, ya que lo que se supone debería ser tu trabajo investigativo para la institución lo presentas al concurso y si eres de los ganadores, tienes pagos dobles: tu sueldo normal por tu “labor” y los beneficios del premio (una forma muy expedita de hacer un buen dinerito). Seria muy difícil separar lo que es tu trabajo “interno” del trabajo que se supone “independiente” al concurso. De ahí una de las razones por la que vemos tan limitada cantidad de investigaciones en la web del BCRD, mientras que muchos funcionarios y empleados han realizado trabajos ganadores (la mayoría del Departamento de Programación Monetaria e Investigaciones Económicas, que es el departamento “elite’ del BC y el que estaría llamado a realizar las investigaciones internas en dicha institución; inclusive el actual Director es uno de los jueces del concurso, un riesgo moral y lo que podría engendrar un problema ético por la cercanía que da el trabajo cotidiano con sus empleados). Recientemente me percate de algo parecido, un empleado del BC que presento un trabajo al concurso en 2011, no resulto ganador aunque en un informe (Informe de Política Monetaria Mayo 2012) lo refiere como que seria de los trabajos ganadores publicados y luego recientemente me di cuanta que dicho trabajo fue presentado como “trabajo” interno del BCRD, publicado en la Revista Oeconomia del 2011 (En otros casos tu puedes encontrar empleados que han sido ganadores en varias ocasiones y nunca han presentado un documento a lo interno del BCRD-mas que algunos cortos en Oeconomia-). Esto revela las vulnerabilidades a que me refiero como critica al referido concurso. Por el contrario, otras oportunidades de fondos concursales para la investigación económica independiente en RD, el FIES del MEPYD, establece en sus reglamentos que los empleados de dicha institución no pueden presentar propuestas, lo que elimina el riesgo moral y contradicciones que podrían surgir de no estipular dicha regla.

Esto seria una crítica más de las tantas externadas a la institución del Banco Central y de las tantas cosas que hay que cambiar en el país, como la falta de credibilidad en los datos económicos que calcula y publica el BC. Ver Attalli, J. (2010, p.55) y CREES (2012, varios artículos). Por estas y otras tantas razones, estoy completamente de acuerdo con el proyecto de modernización de la institucionalidad del sistema estadístico nacional, con el objetivo de sacar del BC varias tareas estadísticas que están fuera de su rolde banca central como son el calculo del Desempleo, la Inflación y las Cuentas Nacionales como se perfila en la mayoría de los países de la región y del mundo, mediante la creación/reingeniería de un Instituto Nacional de Estadísticas (INE) que se estudia actualmente en el Congreso Nacional Dominicano.

República Dominicana despierta! El tan deseado Desarrollo Económico y Social (Real) tiene más de 168 años sentado esperándonos (al menos oficialmente). Con mejoras significativas en la calidad de la educación, la reducción del clientelismo y todas las formas de corrupción/ineficiencias y el incentivo real a la competencia, la valoración de la educación a todos los niveles y la reducción de tanta injusticia social podemos comenzar a dar pasos enormes para alcanzar tan necesario estado de cosas.