Fuera de estigmatismos la política es una actividad fundamental para el desarrollo. De ahí que la búsqueda de lucro y realizaciones personales y familiares es una negación de su esencia. Se ha probado además que los problemas de la sociedad humana son tan complejos que se requiere junto con el espíritu de servicio, el más profundo conocimiento de la realidad, flexibilidad mental y creatividad. Solo mirar hacia Rusia, China y el heroico Vietnam los que después de guerras que provocaron millones de muertes para construir una forma de organización social que entendían superior, regresan “sin disparar un tiro” a la economía de mercado que negaban.
Desde la fundación de la República Dominicana son enormes los sacrificios humanos en aras de un verdadero progreso. Juan Pablo Duarte y Gregorio Luperón junto a otros grandes patriotas, murieron no solo sin ver mínimamente plasmada su visión sino a veces, realmente frustrados.
Más la lucha por una mejor sociedad es un propósito irrenunciable. Esto así por cuanto el ser humano junto a su innegable individualidad, es al mismo tiempo un ser social y de ahí que el más elevado humanismo es sobre todo compromiso con los demás.
La República Dominicana ha progresado. Nadie puede negar el avance relativo en libertades públicas y la aun precaria y distorsionada democracia electoral; pero al mismo tiempo el desarrollo humano de acuerdo a reputados organismos internacionales se ha rezagado; muy poco se han aprovechado las oportunidades de los últimos 20 años en salud, educación, energía, seguridad ciudadana, competitividad o productividad, y de lo cual no se puede acusar a ninguna dictadura o dicta blanda. Por lo que en la dirección y gestión del Estado dominicano no puede seguir predominando la satisfacción de apetencias de individuos y grupos.
La auténtica política y los políticos siguen siendo la vía de solución de los grandes problemas nacionales; pero si algo ha de caracterizar a los políticos en ésta época que al menos para el caso dominicano no implica ¡por suerte! “solución militar”, es ser estudiosos de la realidad nacional, no solo en consignas ¡lo cual no es difícil!; sino en sus más rigurosos detalles, sentido práctico y creatividad; indisolublemente acompañados de una no menos exigente honestidad, contraria a toda forma de corrupción.
Los últimos 20 años representan el más prolongado periodo de estabilidad política de la historia dominicana, excepcional oportunidad para el desarrollo.
¿Qué ha sucedido? ¿Si bien hay algunas señales positivas, cuales son las reales posibilidades de un cambio de rumbo? ¿Qué hacer?