La policía nacional es una pieza clave en la construcción del Estado de derecho. Siendo parte integral del sistema judicial, es quien tiene contacto más cercano con la población, a quien debe garantizarle seguridad y por tanto el goce de derechos fundamentales, como la vida.
Sin embargo, ésta institución, que junto con las Fuerzas Armadas tiene el monopolio de la fuerza, se han convertido en símbolo de peligro y por tanto de inseguridad para la mayoría de los dominicanos y dominicanas.
Está claro que los métodos del actual jefe de la policía nacional son los mismos de Guzmán Fermín. Y como no serlo, siendo esta institución una jungla donde impera la ley del que más rango tiene, mientras la institucionalidad, pasa a ser un conjunto de versos guardados en alguna gaveta del palacio de la policía.
El método de golpear y después preguntar parece ser el preferido por la policía, y si no, sólo preguntarle al taxista, Luís Manuel Abreu, otra víctima de lo la policía nacional. Abreu, fue torturado y luego de que la policía se diera cuenta de que se había equivocado de persona lo amenazaron.
Entonces, ¿quién defiende a Luís Manuel Abreu?, ¿Quién protege a los casi 10 millones dominicanos y dominicanas?, ¿A caso quienes privan de libertad ilegalmente y de manera cotidiana a los dominicanos y dominicanas? ¿Quiénes golpean y después preguntan?, ¿A dónde acudir?
La figura del defensor del pueblo, sería quien tendría que asumir estos casos, cuando el propio Estado se vuelve el principal vulnerador de los derechos de la ciudadanía. Pero ¿dónde está?, ¿será que se encuentra en un lugar parecido donde yace la institucionalidad de la policía nacional, en una gaveta del palacio nacional.