La delincuencia es un mal que ha afectado a las comunidades desde hace décadas, sobre todo a los barrios.
Es un problema, sobre todo en las ciudades más grandes y pobladas. En el caso de la Republica Dominicana: Santo Domingo, Santiago, San Francisco de Macorís, San Pedro de Macorís, San Cristóbal, Higüey, entre otras.
Convergen alrededor de la delincuencia común el microtráfico de drogas, el robo por sustracción, los asaltos. Estas acciones afectan la seguridad y el bienestar de la población en su conjunto.
Desde el Estado y sobre desde la Policía Nacional se han diseñado y puesto en ejecución diversos programas relacionados con la seguridad ciudadana, pero los resultados han quedado cortos con relación a los objetivos propuestos: la reducción de la violencia tanto doméstica como en las calles, plazas públicas, carreteras y empresas.
Con la propuesta actual de reforma de la policial y cambios en la dirección de la policía, cuyo nuevo incumbente ha manifestado la intención de asumir de manera frontal el problema de la delincuencia y los excesos que agentes de esa uniformada cometen contra ciudadanos, es importante que se reoriente la forma en como se ha estado procediendo para afrontar este problema de la delincuencia y la violencia.
Con la nueva dirección de la policía nacional, que ha asumido un francomacorisano, el General Eduardo Alberto Then, a quien conocemos no solo en las aulas de escuelas de San Francisco de Macorís, donde compartimos en la formación del bachillerato; sino también porque en las posiciones que ha estado, en las distintas regionales de la policía en el país ha tenido un buen desempeño y no ha sido sujeto de escándalos en la forma de proceder de la policía durante su gestión.
El plan que se ha propuesto el nuevo incumbente de la Policía Nacional, con respecto ha asignarles cuadrantes a los agentes del orden, para que estos vigilen una zona determinada de manera permanente, pienso que el éxito de esta medida va a depender, además del apoyo del Estado, de la participación de las comunidades en este esfuerzo. Es necesario que haya una coordinación de la jefatura de la policía con juntas de vecinos, clubes deportivos, comités de ama de casas, iglesias, para lograr los objetivos propuestos.
El papel de las organizaciones comunitarias es la de dar seguimiento a la situación de delincuencia y prevenir junto al cuerpo policial la ocurrencia de actos delictivos, mediante la concientización de los habitantes del territorio de que se trate, a la vez supervisar la actuación positiva o negativa de los cuerpos policiales asignados a los cuadrantes y a la vez informar al alto mando policial.
Otro aspecto que consideramos se debe tomar en cuenta en este plan de intervención policial en las comunidades, es la movilidad de los equipos policiales que se formen, ya que la familiarización de los agentes con personas de las comunidades puede afectar el buen desempeño de estos equipos, por lo que periódicamente o de acuerdo como determinen las circunstancias, estas patrullas policiales deben rotarse entre los distintos cuadrantes.
Un aspecto que consideramos de mucha importancia es la capacitación de los agentes policiales, que van intervenir en este programa de seguridad ciudadana, es la capacitación intensiva de los mismos en temas como manejo y resolución pacífica de conflictos, relaciones humanas, gestión de riesgos ante desastres, primeros auxilios, identificación de uso y consumo de sustancias prohibidas.
En estos programas de capacitación también deben involucrarse representantes de las diversas comunidades, para que pueda haber un lenguaje común entre comunitarios y agentes policiales en el enfrentamiento a los problemas de violencia en las comunidades.
Apostemos al éxito de este programa por el bienestar de los habitantes de la Republica Dominicana, pero la apuesta puede ser gananciosa si se toman en cuenta las lecciones aprendidas tanto de nuestro país como de otros países.