Como dijimos en el artículo del sábado último, la noche del 10 de mayo de 1974 el helicóptero en el que el Presidente Joaquín Balaguer regresaba de Puerto Plata luego de un mitin de campaña fue abatido por fuertes vientos en medio de un aguacero y cayó al borde de un precipicio en una loma de Villa Altagracia.

Junto al Presidente viajaban el Contralmirante Ramón Emilio Jiménez hijo, Secretario de las Fuerzas Armadas, el general Eligio Bisonó Jackson, Jefe del Cuerpo de Ayudantes Militares del Presidente, el Mayor General Mélido Marte, un piloto y un copiloto; y en otro helicóptero escolta iban el coronel Saturnino Ramírez, su chofer cuando fue Secretario de Educación, el mayor Luis Polanco (Polanquito”), su barbero, el periodista de El Caribe Ramón Quiñones y un oficial piloto y otro copiloto.

El vivaz y ambicioso “Polanquito” estaba enredado en las patas del caballo de una pugna militar entre el Jefe del Ejército, general Enrique Pérez y Pérez, y el Secretario de Estado de la Presidencia, general Neit Nivar Seijas. Era Mayor del ejército pero actuaba con un aire de autoridad superior al del silencioso y apagado coronel Ramírez, quien estaba al mando del helicóptero escolta, por lo que tan pronto cayó el helicóptero presidencial con su cola incendiada, el Mayor Polanquito los dio por muertos y le ordenó al piloto que aterrizara en la carretera a la altura del kilómetro 40, aproximadamente a un kilómetro de la loma del accidente.

El sobrepasado “Polanquito” le dijo todas las malas palabras del mundo al general Nivart Seijas ante un Presidente Balaguer impávido, quien probablemente habría antevisto el probable incidente

Al tenor de lo narrado por el ex general Bisonó Jackson en las páginas de la 162 a la 176 de su libro Mis Vivencias (250 páginas. 2011) y por el periodista Quiñones en la página 21 de El Caribe del 13 de mayo de 1974, el helicóptero aterrizó en “el 40” de la autopista Duarte y el Mayor “Polanquito” hizo bajar al coronel Ramírez y al periodista Quiñones.

“-Quédese usted buscando –le dijo “Polanquito” al coronel Ramírez- y cerciórese a ver qué sucedió, que yo me iré a la Capital a informar del suceso”.

Aterrizó en el Aeropuerto de Herrera y fue al Palacio Nacional, llamó a su aliado general Pérez y Pérez, Jefe del Ejército, para que asumiera el mando y control en la creencia de que Balaguer había muerto en el accidente. Se instruyó un “estado de alerta” en la casa de gobierno que incluyó la orden de no dejar entrar al general Nivar Seijas, quien efectivamente al ser “orejeado” sobre la posible muerte del Presidente se presentó ante la puerta principal y se le impidió pasar.

Tan pronto el Presidente y sus acompañantes llegaron bajo lluvia, truenos y relámpagos a la autopista Duarte –todos recibieron golpes y magulladuras- el General Bisonó Jackson detuvo un automóvil del servicio público, hizo un aparte con el chofer, le explicó lo sucedido y le dio dinero para que compensara a los pasajeros, aunque consintió que viajara con ellos una joven que iba con flores para su mamá que cumplía años.

En el trayecto Balaguer le preguntó al chofer si el automóvil era suyo y respondió que no, que pagaba 200 pesos semanales al propietario, que era pobre con varios hijos y que esperaba “que usted me ayude”. Balaguer entonces le dijo al general Bisonó Jackson:

-“Llévaselo a Bello Andino, y que él gestione un carro mañana en Viamar para este hombre”.

La joven le obsequió a Balaguer las flores que le llevaba a su madre, y respondió su gesto con otra orden al general Bisonó Jackson:

-“A la joven me la llevas al Palacio temprano mañana”.

El coronel Saturnino y el periodista Quiñones pasaron las de Caín tratando de comunicarse con el Palacio Nacional pero, en fin, llegaron a la capital y supieron que todos estaban sanos y salvos en la casa del presidente Balaguer.

Pero al presuntuoso barbero “Polanquito” le fue mal. El rumor público hizo suya la versión de que al ver la caída del helicóptero presidencial le dijo al coronel Ramírez:

-Sigamos para la capital, que ese se jodió.

Al otro día del accidente fue citado por el Presidente Balaguer para que explicara su actuación, y el general Nivar Seijas aprovechó para saetearlo al preguntarle por qué había se había ido en el helicóptero escolta abandonando al Presidente.

El sobrepasado “Polanquito” le dijo todas las malas palabras del mundo al general Nivart Seijas ante un Presidente Balaguer impávido, quien probablemente habría antevisto el probable incidente. El general Nivar Seijas salió furioso del despacho y después presentó su renuncia.

Al día siguiente instruyó al general Bisonó Jackson para que le dijera al general Nivar Seijas que reasumiera sus funciones en la Presidencia.

-Y al mayor Polanco ponlo bajo arresto hasta que yo le avise.

Dos meses después preguntó distraídamente a uno de sus ayudantes:

-¿Y todavía Polanquito está preso?.