Los tratadistas del renacimiento italiano tomaron como base para su estudio, investigación y crítica, los textos teóricos acerca del arte de la Antigüedad Clásica. El helenismo se planteó, en esa perspectiva, el conocimiento, la divulgación y la sistematización de las ideas, la poesía, la belleza y la producción artística en general, acentuando el modelo neoplatónico a partir del corpus estudiado tardíamente en las academias humanistas y renacentistas

Vid. Ej.:

Alciato

Piero Valeriano

Cesare Ripa

Francesco Da Colonna

Durero

L. B. Alberti

Dante y otros.

Estos tratadistas recogieron la tradición romana y la tradición latina, así como las diversas lecturas clásicas y tardías de Parménides, Platón, Pitágoras, Aristóteles, Heráclito, Plotino, y otros, basadas en  el arte, la poesía y la filosofía.

El clasicismo renacentista conformó los cánones estéticos a partir de la sabiduría sensible de los griegos, latinos y alegoristas medievales. La traducción de textos griegos, romanos y latinos serviría para entender los principios de un arte basado en la idea de fantasía, creación e imaginación. De ahí la enseñanza de Ficino, Campanella, Pomponazzi, Castelvetro, Pico Della Mirandola y otros pensadores del humanismo renacentista.

Tanto la poética, como la estética, servirán de fundamento al humanismo a comienzos y a finales del siglo XIV. Traducir la poética de Aristóteles, los escritos estéticos de Plotino y los diálogos platónicos era el objetivo principal de la filosofía, la teoría del arte y de la belleza en el humanismo y el renacimiento.

La idea de una constitución formal de la pintura, el dibujo, la arquitectura, la escultura y la poesía, hizo posible, en muchos casos, una sistemática, al tiempo que una reflexión general y específica sobre las artes en general.

Los principios de la reflexión acerca de la idea de belleza, la creación artística y de la esencia formal del arte, se fundamentaron en algunos tratados de poética como los de Longino, Dionisio Halicarnaso, Demetrio y Plinio, este último en su compendiosa obra sobre la Historia Natural.

Las ideas sobre la poética y la crítica literaria en la antigüedad y en el clasicismo renacentista, surgió sobre la base de una práctica de la poesía y de los demás oficios artísticos. Puede decirse entonces que el ideal de la estética entendida como filosofía de lo sensible y de la sensibilidad, iba a tomar cuerpo en los ideales de la belleza y de la creación literaria en el Humanismo y en el Clasicismo renacentista como inicio de la modernidad.

La Imago (fantasma, representación, imagen) renacentista, hizo posible un fundamento de la creación por forma, atributo y contenido del imaginario artístico y de los diferentes sistemas literarios y artísticos occidentales. En el caso de una visión armónica de los principios de la creación artística, se observa que tanto los tratadistas, iconólogos, emblemistas, filósofos y poetas, instituyeron la tradición de la imagen artística revalorizada.

Piero Valeriano, Alciato, Cesare Ripa, Athanasius Kircher y Francesco Da Colonna, entre otros, inauguraron y practicaron la constitución artística esotérica, mística, iniciática y adivinatoria de las artes simbólicas y las artes de la memoria en el renacimiento y en la fase de disolución del mismo.

En los albores de la modernidad se hace visible la lectura y la presencia de los tratados de poética, estética y  las influencias filosóficas antes mencionadas y consignadas por estetas, historiadores como Panofsky, Warburg, Gombrich, Saxl, Wind, Wittkower y otros.

Las diversas teorías sobre la producción artística  contemporánea arrojan resultados diversos sobre un nuevo tipo de conceptuación y a la vez de estructuración de la obra de arte, siendo así que las posibilidades de la finalidad artística instituyen un conocimiento direccional, por un lado, y por otro lado una visión generalizadora del fenómeno en cuestión.

Ante la estética vanguardista generalista y particularizadora el pensamiento de la post-vanguardia facilita la crítica para una nueva caracterización de los productos artísticos. La complejidad de los constituyentes y de los modos creadores y generadores de la obra, se manifiestan en un relato o materia ligada al acontecimiento de la recepción artística, pues la sustancia unificada del proceso estético-artístico orienta un pronunciamiento que hace más transparente la comprensión del fenómeno reflexivo y creacional.

Los nuevos materiales para la crítica de la obra artística y literaria fundamentan una nueva lectura del significante artístico, produciéndose de esta manera una inteligibilidad de la forma artística dimensionalmente estructurada en el marco de la visión creadora. Podríamos decir que existe el contacto o una interacción de la obra artística mediante la actitud del sujeto que hace posible la ramificación de conocimientos integrados al producto artístico en la comunidad de los objetos imaginarios. El campo nocional de la comprensión estética produce el trabajo artístico  en el proceso de producción de la obra de arte. La relación entre el sujeto, la obra y la sociedad, tiende a crear una socialización o interacción estética mediante los niveles, grados y formas de inmanencia y trascendencia artística.

El arte de la nueva era es un arte de la subversión donde el encuentro y la lectura estética, instauran un nuevo orden observacional cuyos propósitos son la modificación, la integración  y la totalización del sujeto a través de la obra de arte. En este sentido, la teoría crítica y la teoría estética contemporánea pretenden activar un movimiento pragmático para explicar y analizar la comunicación y distribución de todos los fenómenos y productos artísticos actuales.

Teóricos y críticos como Benjamín, Habermas, Gadamer y Marcuse, facilitan la crítica, así como las vías analíticas para la instauración de un nuevo orden estético y una nueva modalidad de lectura de la obra de arte. Justamente allí donde se constituye la teoría estética ilustrada (T.W. Adorno), existe una interpretación de la estructura ideológica de la comunicación estética en términos de observabilidad y de fundamento comprensivo, de tal manera que, entre la conjunción interna y externa de la obra, se produce un nuevo desocultamiento de la diferencia artística.

El arte de la vanguardia y el arte de la era postindustrial conjuga los elementos de la vida cotidiana con una nueva razón productiva de la ciencia, alternando la movilidad social de la obra de arte con la estructura particularizada del fenómeno artístico. Lo que se observa es un nuevo proceso-mensaje cuyas coordenadas exhiben un nuevo tipo de información estética, así como una nueva colaboración entre el artista y su comunidad.

La opinión neohegeliana según la cual el arte simbólico y el arte romántico ponen las bases para una interpretación evolutiva del mito y la cultura en la modernidad, tiene su fundamento, aun más, en los efectos del arte postindustrial. La ruptura provocada por la nueva imagen del hombre representada en el arte contemporáneo, anuncia una transformación, así como una desmitificación de la imagen clásica y del entorno tradicional del artista.

Actualmente, los productos semióticos y estéticos alcanzan un rango artístico y son validados por una crítica científica, cuyo telos apunta a una interpretación intencional abiertamente analítica y reflexiva. Sin embargo, los diversos modelos y estructuraciones del producto artístico sugieren una construcción de  los conceptos que fundamentan la conducta de recepción del crítico y del espectador contemporáneo.

Ciertamente, el crítico post-ilustrado pretende fundar la nueva visión interpretativa del producto y la productividad en base a las premisas ideales de la estructura y la forma intelectuales, de tal manera que el elemento crítico-estético fundamenta la lectura del fenómeno artístico, mediante el carácter relacional de los signos que la constituyen.

El arte contemporáneo puede así establecer sus correspondencias de manera disposicional, para de esta suerte convertir el acto de creación en acción sensible y rebelión formal.