La mirada literaria y cultural de Max Henríquez Ureña alcanza los detalles de una literatura que a la vez es clásica y moderna en su expresión y movimiento. Aurora, ritmo, esplendor de lenguaje, recorrido lírico, épico y dramático conforman un camino sensible de creación, ingenio y lenguaje en poetas, prosistas, dramaturgos y filósofos que en el despliegue de la modernidad, anuncian y presentifican mundos sospechables y a la vez insospechables desde el arte de la palabra.
MHU presenta un panorama en sus lecciones de literatura italiana, donde el mismo acto de divulgación de las letras italianas lo lleva a intuir, observar detalles artísticos en la prosa, el verso, el drama en verso y el diálogo poético-filosófico visible en autores, “buscadores” y artistas verbales de la lengua italiana del Quinientos y el Seiscientos (Tasso, Guarini, Marino, Tassoni, Chiabrera, Testi y otros).
Max lleva a cabo su panorama (no sin cierto reduccionismo biográfico-histórico), con el entusiasmo del literato y explorador cultural y sobre todo del amante de la historia cultural y literaria europea.
El enciclopedismo que respalda su mirada sobre la literatura italiana parte, sin lugar a dudas, de historiadores que como Francesco de Sanctis, Natalino Sapegno, Carlo Dionisotti, A. Momigliano, G. Petronio y otros, conformaron una historia de las letras, la cultura y la lengua, influyentes en la cultura y la literatura europeas modernas.
De ahí la necesidad que tuvo MHU de guiarse, e inscribirse en una escritura de la historia y de la historiografía, justificadas en una filosofía espiritual de la Europa moderna, que a su vez seguía cierto método cronológico, morfológico y crítico de la cultura-literatura europea y particularmente italiana.
MHU abre su Lección décimo-tercera señalando que tanto la creación, como la imitación, eran recursos visibles en la producción literaria italiana entre 1530 y 1650. Basándose en Francesco De Sanctis (1817-1883), presenta un panorama que, por los inevitables límites de sus lecciones, no llega a particularizar detalles de método, forma y doxa que merecerían tomarse en cuenta, tales como: la incidencia de las estéticas poéticas, narrativas y dramatúrgicas o dialógicas entre 1500 y 1600.
Sin embargo, conviene destacar que la Lectio de MHU surge del entusiasmo divulgador que predominaba en los historiadores de la literatura europea en el siglo XIX y que hasta hoy persiste en los estudios culturológicos y literarios, no solo europeos, sino también de América, África, Asia, la India y el Medio Oriente.
Así las cosas, Torcuato Tasso, y Giambattista Guarini surgieron en un momento donde las diferencias clasistas eran marcadas y el poeta era empleado como servidor, cortesano o noble. Sus funciones sociales obedecían a circunstancias políticas, cortesanas y literarias. MHU le da la palabra en esta Lección a F. de Sanctis, quien presenta un retrato breve de Guarini:
“Guarini era noble y rico, y no lo liga a la vida de la corte más que su naturaleza inquieta y ambiciosa. Pasó el tiempo errando de corte en corte, y después de sufrir desengaño común caía en nuevos engaños. Tenía mucho ingenio, cultura no común, bastante práctica de la vida y de los hombres, mente clarísima, gran actividad. Compañero de estudios del Tasso en Padua, fue en Ferrara su émulo, y cuando el Tasso fue reducido a prisión, tomó su puesto y fue bautizado como poeta de la corte. Disgustado a su vuelta de un viaje, se retiró en una bellísima quinta suya, y allí concibió y escribió el Pastor Fido, que fue aclamado en toda Italia”. (Ver, Obra y Apuntes XI, op. cit. p. 60)
MHU cita la opinión del filólogo Karl Vossler donde dice sobre el Pastor Fido que era “un modelo de ejecución técnica”. “El arte poético de Guarini es elaborado y no exento de artificios efectistas, como en aquella estrofa en que el coro dramático en el Pastor Fido canta el beso…”. (Ver, p. 61)
El beso que canta el coro dramático en el Pastor Fido contiene expresiones y elementos expresivos que sobresalen en la lectura: boca curiosa, seno, frente, mano, boca con boca, alma que corre, bello tesoro, alma unida, dos coros amantes amados, espíritus dinámicos y otros.
En el Pastor Fido, el ritmo vivaz y musical atrae al lector a una experiencia poética y dramática basada en el juego lírico y la dicción ágil. El elemento poético y coral produce un contacto entre poeta y lector en un momento de transición expresiva y donde la fuerza expresiva se iba a imponer como escena en movimiento de la lengua y el lenguaje en el poema.
Aparece el otro Giambattista (Marino), quien llevaría el lenguaje poético a rupturas, violencias insospechables e influyentes fuera de Italia; y así lo afirma MHU:
“Pero el poeta triunfante en este siglo fue el caballero Marino… que hace más espléndida y ampulosa la hinchazón retórica del momento. Marino confirmó su triunfo en Francia, en la corte de Luis XIII”. (Vid. Op. cit. p. 61)
Max cita a De Sanctis para caracterizar a Marino:
“Dícese que fue el corruptor de su siglo. Más lícito sería decir que el siglo lo corrompió a él, o para decirlo con más exactitud, no fue corrupto ni corruptor. El siglo era así, y no podía ser de otro modo: era la consecuencia necesaria de no menos necesarias premisas. Y Marino fue el ingenio del siglo, el siglo mismo en la mayor fuerza y claridad de su expresión”. (Ibídem.)
De Sanctis, citado por MHU presenta el retrato y la etopeya de Marino a partir de sus biografemas y detalles sociales, estéticos y culturales:
“Tenía imaginación copiosa y veloz, mucha facilidad de concepción, oído musical, riqueza inagotable de modos y formas, ninguna profundidad y seriedad de concepto y de sentimiento, ninguna fe en un contenido cualquiera. El problema para él como para sus contemporáneos, no era el qué, sino el cómo. Encontraba un repertorio exhaustivo, ya pulido, y perfumado por Tasso y por Guarini, los dos grandes poetas de su juventud. Y él lo pulió y perfumó todavía más, poniendo en juego su imaginación y la facilidad de su vena poética”. (De Sanctis, apud. MHU, Ibídem. Op. cit. pp. 61-61)
En efecto, en la tradición de estudios hispánicos, Marino ha sido asociado a don Luis de Góngora y Argote, a partir de la poética barroca y culterana practicada por el poeta español, tal y como lo precisa Dámaso Alonso en sus Estudios y Ensayos gongorinos. La interinfluencia Marino-Góngora ha sido estudiada con insistencia por tratadistas, críticos, lingüistas, estilistas e historiadores italianos y españoles. (Ver, Dámaso Alonso, La lengua poética de Góngora, El Polifemo de Góngora).
A título informativo MHU presenta una doxa crítica sobre el poeta italiano:
“Marino se dio a conocer primero con algunas poesías amorosas y a veces licenciosas. Más adelante apeló a recursos alegóricos para encubrir un tanto su inspiración sensual. Su obra máxima es el poema Adone, canto al amor, alma del mundo, y en ese poema queda glorificado, a través de Venus y Adonis, el amor sensual”. (Ibídem.)
MHU caracteriza a G. Marino en el arqueado literario, lingüístico y cultural de su misma tradición. La poética del barroco admite momentos de valores y detalles en el movimiento de ruptura, desencuentro y lenguaje del poema entre los siglos XVI y XVII. El caso Marino en el contexto de la creación poética europea moderna, se explica mediante la tensión expresiva de sus formas verbales y de sus extensiones y fuerzas verbales.