Julia de Burgos

Julia Constancia Burgos García nació el 17 de febrero de 1914 y falleció de pulmonía en New York el 6 de julio de 1953, conocida como Julia de Burgos, nacida en Carolina, Puerto Rico, es considerada por muchos críticos como la más excelsa poetisa nacida en Puerto Rico. ​ Fue también partidaria de la independencia de la isla.

Julia de Burgos se crio en Santa Cruz, pueblito humilde de la localidad de Carolina.

Obtuvo su título de magisterio en la Universidad de Puerto Rico a los 19 años de edad, ​ pero su amor por la literatura la llevó a escribir poesía.

En 1936 se unió a "Hijas de la libertad", rama femenina del Partido Nacionalista de Puerto Rico. Este grupo político, liderado por Pedro Albizu Campos, promovía el ideal de independencia.

Julia de Burgos publicó tres colecciones de poemas: Poema en veinte surcos (1938) y Canción de la verdad sencilla (1939), el libro póstumo, El mar y tú, y otros poemas, 1954, y otros poemas que aparecieron en revistas, obras escogidas, obras completas y diversas antologías.

Para sus dos primeros libros viajó por la isla, dándose a conocer y organizando sus propios recitales. 

Se casó con Rubén Rodríguez Beauchamp, y nuevamente —en 1944, en Nueva York— con Armando Marín, pero su gran amor fue el historiador, médico y político dominicano Juan Isidro Jimenes Grullón, nieto del extinto presidente dominicano Juan Isidro Jimenes. ​ Este amor le inspiraría muchos de sus poemas. Su ánimo fue bajando y cayó en el problema de alcoholismo. El 6 de julio de 1953 se desplomó sobre una acera neoyorquina y murió de pulmonía en un hospital del barrio de HarlemNueva York a la edad de 39 años. Debido a que nadie reclamó su cuerpo y a que no llevaba ninguna identificación, la ciudad la enterró bajo el nombre de "Jane Doe". Algunos de sus amigos, capaces de rastrearla y encontrar su tumba, reclamaron su cuerpo. Sus restos fueron enviados a Puerto Rico. Fue solemnemente enterrada en Carolina y se elevó un monumento en el lugar del sepelio.

Vivió dos años en Cuba, que quedan registrados en la correspondencia de la poeta con su hermana. ​ En La Habana estudió griego, latín y Francés.

Julia de Burgos, además de mostrar el sentimiento de amor en sus poemas, también estimuló en las mujeres la liberación femenina. Obras muy estudiadas por Julia de Burgos han sido destacadas por el alzamiento feminista que trae en sus versos. Un ejemplo de una obra muy estudiada: "Yo misma fui mi ruta" que trata sobre la liberación femenina. En este poema De Burgos se muestra decidida a ser quien maneja su vida. Aquí se expresa en desacuerdo con los mandatos de la sociedad. Este poema exhortó a las mujeres de la generación del 30, quienes se hallaban en una lucha de poder por sus derechos, que tuvieran conciencia de tres factores muy importantes: su potencial como mujer, el manejo de sus propias vidas y no sentirse inferiores.

El 19 de febrero de 1987 el Departamento de Español del Recinto de Humacao de la Universidad de Puerto Rico la homenajeó concediéndole un póstumo doctorado Honoris Causa en Letras y Humanidades. La ciudad de San Juan ha homenajeado su memoria nombrando escuelas y avenidas en su nombre. Existe también en San Juan la "Casa Protectora Julia de Burgos", que protege a mujeres sobrevivientes de violencia doméstica, y el Museo de Artes y Ciencias Julia de Burgos.

La ciudad de Nueva York la ha homenajeado también con un Centro Latino Julia de Burgos en Manhattan y un Centro de Arte Julia de Burgos" en Harlem, cercano al lugar de su muerte

Poemas de Julia de Burgos

 

Noche de amor en tres cantos


I

Ocaso

¡Cómo suena en mi alma la idea
de una noche completa en tus brazos
diluyéndome toda en caricias
mientras tú te me das extasiado!

¡Qué infinito el temblor de miradas
que vendrá en la emoción del abrazo,
y qué tierno el coloquio de besos
que tendré estremecida en tus labios!

¡Cómo sueño las horas azules
que me esperan tendida a tu lado,
sin más luz que la luz de tus ojos,
sin más lecho que aquel de tu brazo!

¡Cómo siento mi amor floreciendo
en la mística voz de tu canto:
notas tristes y alegres y hondas
que unirán mi emoción a tu rapto!

¡Oh la noche regada de estrellas
que enviará desde todos sus astros
la más pura armonía de reflejos
como ofrenda nupcial a mi tálamo!

II


Media noche


Se ha callado la idea turbadora
y me siento en el sí de tu abrazo,
convertida en un sordo murmullo
que se interna en mi alma cantando.

Es la noche una cinta de estrellas
que una a una a mi lecho han rodado;
y es mi vida algo así como un soplo
ensartado de impulsos paganos.

Mis pequeñas palomas se salen
de su nido de anhelos extraños
y caminan su forma tangible
hacia el cielo ideal de sus manos.

Un temblor indeciso de trópico
nos penetra la alcoba. ¡Entre tanto,
se han besado tu vida y mi vida…
y las almas se van acercando!

¡Cómo siento que estoy en tu carne
cual espiga a la sombra del astro!
¡Cómo siento que llego a tu alma
y que allá tú me estás esperando!

Se han unido, mi amor, se han unido
nuestras risas más blancas que el blanco,
y ¡oh milagro! en la luz de una lágrima
se han besado tu llanto y mi llanto…

¡Cómo mueren las últimas millas
que me ataban al tren del pasado!
¡Qué frescura me mueve a quedarme
en el alba que tú me has brindado!

 


III


Alba

¡Oh la noche regada de estrellas
que envió desde todos sus astros
la más pura armonía de reflejos
como ofrenda nupcial a mi tálamo!

¡Cómo suena en mi alma la clara
vibración pasional de mi amado,
que se abrió todo en surcos inmensos
donde anduve mi amor, de su brazo!

La ternura de todos los surcos
se ha quedado enredada en mis pasos,
y los dulces instantes vividos
siguen, tenues, en mi alma soñando…

La emoción que brotó de su vida
-que fue en mi manantial desbordado-
ha tomado la ruta del alba
y ahora vuela por todos los prados.

Ya la noche se fue; queda el velo
que al recuerdo se enlaza, apretado,
y nos mira en estrellas dormidas
desde el cielo en nosotros rondando…

Ya la noche se fue; y las nuevas
emociones del alba se han atado.
Todo sabe a canciones y a frutos,
y hay un niño de amor en mi mano.

Se ha quedado tu vida en mi vida
como el alba se queda en los campos;
y hay mil pájaros vivos en mi alma
de esta noche de amor en tres cantos…

Canción desnuda


Despierta de caricias,
aún siento por mi cuerpo corriéndome tu abrazo.
Estremecida y tenue sigo andando en tu imagen.
¡Fue tan hondo de instintos mi sencillo reclamo!

De mi se huyeron horas de voluntad robusta,
y humilde de razones, mi sensación dejaron.
Yo no supe de edades ni reflexiones yertas.
¡Yo fui la Vida, amado!
La vida que pasaba por el canto del ave
y la arteria del árbol.

Otras notas más suaves pude haber descorrido,
pero mi anhelo fértil no conocía de atajos:
me agarré a la hora loca,
y mis hojas silvestres sobre ti se doblaron.

Me solté a la pureza de un amor sin ropajes
que cargaba mi vida de lo irreal a lo humano,
y hube de verme toda en un grito de lágrimas,
¡en recuerdo de pájaros!

Yo no supe guardarme de invencibles corrientes
¡Yo fui la Vida, amado!
La vida que en ti mismo descarriaba su rumbo
para darse a mis brazos.

¡El hombre y mi alma


¡Qué caricia larga de acción me sube por las venas
anchas de recorrerme!

Me veo inmóvil de carne esperando la lucha
entre el hombre y mi alma,
y me siento invencible,
porque mi ahora es fuerte columna de avanzada
en la aurora que apunta,
es grito de corazón vacío en la nave del mundo,
es esfuerzo de ola tendido en playa firme
para arrasar calumnias de las conciencias rotas.

Entre el hombre y mi alma
se ha cruzado la espada…
(La mente es una intérprete que traduce la fuerza
en ideas que avanzan.)

De mi lado se bate la conciencia del hombre
en un sol de principios sobre el soy de las almas.

En la mano del hombre se defiende la hueca
escultura de normas sobre el tiempo moldeada.

Ha sonado la lucha…
Y me siento intocada…
Estoy sobre los siglos con fiereza de olas…
¡Nadie palpe la sombra que mi impulso ahuyentara!

 

Poema de la cita eterna


Lo saben nuestras almas,
más allá de las islas y más allá del sol.
El trópico, en sandalias de luz, presto las alas,
y tu sueño y mi sueño se encendieron.

Se hizo la cita al mar… tonada de mis islas,
y hubo duelo de lirios estirando colinas,
y hubo llanto de arroyos enloqueciendo brisas,
y hubo furia de estrellas desabriéndose heridas…
Tú, y mi voz de los riscos, combatían mi vida.

Se hizo al mar tu victoria, sobre palmas vencidas…

Fue paisaje en lo inmenso,
una imagen de mar casi riachuelo,
de río regresando,
de vida, de tan honda, atomizándose.
Y se dio cita eterna la emoción.

El mar, el verdadero mar,
casi ya mío… el mar, el mar extraño
en su propio recinto…
el mar
ya quiere ser el mar sobremarino…

El mar, tonada entretenida de mis islas,
por traerse una flor de la montaña,
se trajo mi canción en un descuido,
mi canción más sencilla,
la canción de mis sueños extendidos.

Sobre el mar, sobre el tiempo,
la tonada, la vela…
La cita eterna, amado,
más allá de los rostros de las islas que sueñan.

En el pecho del viento van diciendo los lirios,
que en el pecho del mar dos auroras se besan.

 

La foto

Lirios en el jardín del Hogar Jesús de Santa María de Puerto Rico, 2015