Revelaciones

Poemas en el mes de la igualdad de la mujer: Gioconda Belli

Por Manuel Mora Serrano

Gioconda Belli

Gioconda Belli , nació Managua, Nicaragua, el 9 de diciembre de 1948; es poeta, cuentista y  novelista. Su poesía además de combatiente políticamente ya que fue miembro del Frente Sandinista de Liberación Nacional, y es amorosa. Le ha preocupado el papel de las mujeres en la sociedad y en la construcción de la cultura. En 1972, con su primer libro Sobre la grama, revoluciona la poesía centroamericana al abordar atrevidamente el cuerpo y la sexualidad femenina. Como novelista ganó el Premio Biblioteca Breve en 2008 con El infinito en la palma de la mano.La lista de sus premios abarca desde la Universidad de su país, Casa de las América, y diversas fundaciones, en Alemania, en Estados Unidos, etc.  Su obra poética incluye los siguientes títulos: Sobre la grama, 1972; Línea de fuego 1978; Truenos y arco iris, 1982; Amor insurrecto, 1984; De la costilla de Eva, 1986;Poesía reunida,1989; - Poesía; El ojo de la mujer,1991 (Antología);Apogeo,1997;Fuego soy apartado y espada puesta lejos,2006;En la avanzada juventud (2013). Estamos ante una de las más importantes escritoras latinoamericanas de la actualidad.

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Poemas de Gioconda Belli

Abandonados

Tocamos la noche con las manos

escurriéndonos la oscuridad entre los dedos,

sobándola como la piel de una oveja negra.

Nos hemos abandonado al desamor,

al desgano de vivir colectando horas en el vacío,

en los días que se dejan pasar y se vuelven a repetir,

intrascendentes,

sin huellas, ni sol, ni explosiones radiantes de claridad.

Nos hemos abandonado dolorosamente a la soledad,

sintiendo la necesidad del amor por debajo de las uñas,

el hueco de un sacabocados en el pecho,

el recuerdo y el ruido como dentro de un caracol

que ha vivido ya demasiado en una pecera de ciudad

y apenas si lleva el eco del mar en su laberinto de concha.

¿Cómo volver a recapturar el tiempo?

¿Interponerle el cuerpo fuerte del deseo y la angustia,

hacerlo retroceder acobardado

por nuestra inquebrantable decisión?

Pero... quién sabe si podremos recapturar el momento

que perdimos.

Nadie puede predecir el pasado

cuando ya quizás no somos los mismos,

cuando ya quizás hemos olvidado

el nombre de la calle

donde

alguna vez

pudimos

encontrarnos.

   

Ahora vamos envueltos en consignas hermosas

Las mañanas cambiaron su signo conocido.

Ahora el agua, su tibieza, su magia soñolienta

es diferente.

Ahora oigo desde que mi piel conoce que es de día,

cantos de tiempos clandestinos

sonando audaces, altos desde la mesa de noche

y me levanto y salgo y veo "compas" atareados

lustrando sus botas o alistándose para el día

bajo el sol.

Ya no hay oscuridad, ni barricadas,

ni abuso del espejo retrovisor

para ver si me siguen.

Ahora mi aire de siempre es mas mi aire

y este olor a tierra mojada y los lagos allá

y las montañas

pareciera que han vuelto a posarse en su lugar,

a enraizarse, a sembrarse de nuevo.

Ya no huele a quemado,

y no es la muerte una conocida presencia

esperando a la vuelta de cualquier esquina.

He recuperado mis flores amarillas

y estos malinches de mayo son más rojos

y se desparraman de gozo

reventados contra el rojinegro de las banderas.

Ahora vamos envueltos en consignas hermosas,

desafiando pobrezas,

esgrimiendo voluntades contra malos augurios

y esta sonrisa cubre el horizonte,

se grita en valles y lagunas,

lava lagrimas y se protege con nuevos fusiles.

Ya se unió la Historia al paso triunfal de los guerreros

y yo invento palabras con que cantar,

nuevas formas de amar,

vuelvo a ser,

soy otra vez,

por fin otra vez,

soy.

 

 Ahuyentemos el tiempo, amor...

Ahuyentemos el tiempo, amor,

que ya no exista;

esos minutos largos que desfilan pesados

cuando no estás conmigo

y estás en todas partes

sin estar pero estando.

Me dolés en el cuerpo,

me acariciás el pelo

y no estás

y estás cerca,

te siento levantarte

desde el aire llenarme

pero estoy sola, amor,

y este estarte viendo

sin que estés,

me hace sentirme a veces

como una leona herida,

me retuerzo

doy vueltas

te busco

y no estás

y estás

allí

tan cerca.

 

 

Amor de frutas

Déjame que esparza

manzanas en tu sexo

néctares de mango

carne de fresas;

Tu cuerpo son todas las frutas.

Te abrazo y corren las mandarinas;

te beso y todas las uvas sueltan

el vino oculto de su corazón

sobre mi boca.

Mi lengua siente en tus brazos

el zumo dulce de las naranjas

y en tus piernas el promegranate

esconde sus semillas incitantes.

Déjame que coseche los frutos de agua

que sudan en tus poros:

Mi hombre de limones y duraznos,

dame a beber fuentes de melocotones y bananos

racimos de cerezas.

Tu cuerpo es el paraíso perdido

del que nunca jamás ningún Dios

podrá expulsarme.

  

Amor en dos tiempos

I

Mi pedazo de dulce de alfajor de almendra

mi pájaro carpintero serpiente emplumada

colibrí picoteando mi flor bebiendo mi miel

sorbiendo mi azúcar tocándome la tierra

el anturio la cueva la mansión de los atardeceres

el trueno de los mares barco de vela

legión de pájaros gaviota rasante níspero dulce

palmera naciéndome playas en las piernas

alto cocotero tembloroso obelisco de mi perdición

tótem de mis tabúes laurel sauce llorón

espuma contra mi piel lluvia manantial

cascada en mi cauce celo de mis andares

luz de tus ojos brisa sobre mis pechos

venado juguetón de mi selva de madreselva y musgo

centinela de mi risa guardián de los latidos

castañuela cencerro gozo de mi cielo rosado

de carne de mujer mi hombre vos único talismán

embrujo de mis pétalos desérticos vení otra vez

llename pegame contra tu puerto de olas roncas

llename de tu blanca ternura silenciame los gritos

dejame desparramada mujer.

II

Campanas sonidos ulular de sirenas

suelto las riendas galopo carcajadas

pongo fuera de juego las murallas

los diques caen hechos pedazos salto verde

la esperanza el cielo azul sonoros horizontes

que abren vientos para dejarme pasar:

«Abran paso a la mujer que no temió las mareas del amor

ni los huracanes del desprecio»

Venció el vino añejo el tinto el blanco

salieron brotaron las uvas con su piel suave

redondez de tus dedos llovés sobre mí

lavás tristeza reconstruís faros bibliotecas

de viejos libros con hermosas imágenes

me devolvés el gato risón Alicia el conejo

el sombrero loco los enanos de Blancanieves

el lodo entre los dedos el hálito de infancia

estás en la centella en la ventana desde donde

nace el árbol trompo tacitas te quiero te toco

te descubro caballo gato luciérnaga pipilacha

hombre desnudo diáfano tambor trompeta

hago música

bailo taconeo me desnudo te envuelvo

me envuelves

besos besos besos besos besos besos besos besos

silencio sueño.

 

Como gata boca arriba

Te quiero como gata boca arriba,

panza arriba te quiero,

maullando a través de tu mirada,

de este amor-jaula

violento,

lleno de zarpazos

como una noche de luna

y dos gatos enamorados

discutiendo su amor en los tejados,

amándose a gritos y llantos,

a maldiciones, lagrimas y sonrisas

(de esas que hacen temblar el cuerpo de alegría)

Te quiero como gata panza arriba

y me defiendo de huir,

de dejar esta pelea

de callejones y noches sin hablarnos,

este amor que me marea,

que me llena de polen,

de fertilidad

y me anda en el día por la espalda

haciéndome cosquillas.

No me voy, no quiero irme, dejarte,

te busco agazapada

ronroneando,

te busco saliendo detrás del sofá,

brincando sobre tu cama,

pasándote la cola por los ojos,

te busco desperezándome en la alfombra,

poniéndome los anteojos para leer

libros de educación del hogar

y no andar chiflada y saber manejar la casa,

poner la comida,

asear los cuartos,

amarte sin polvo y sin desorden,

amarte organizadamente,

poniéndole orden a este alboroto

de revolución y trabajo y amor

a tiempo y destiempo,

de noche, de madrugada,

en el baño,

riéndonos como gatos mansos,

lamiéndonos la cara como gatos viejos y cansados

a los pies del sofá de leer el periódico.

Te quiero como gata agradecida,

gorda de estar mimada,

te quiero como gata flaca

perseguida y llorona,

te quiero como gata, mi amor,

como gata, Gioconda,

como mujer,

te quiero.

Áspera textura del viento

Nacida de la selva me tomaste

arisca yegua para estribos y albardas.

Durante muchas noches

nada se oyó

sino el chasquido del látigo

el rumor del forcejeo

las maldiciones

y el roce de los cuerpos

midiéndose la fuerza en el espacio.

Cabalgamos por días sin parar

desbocados corceles del amor

dando y quitando,

riendo y llorando

-el tiempo de la doma

el celo de los tigres-

No pudimos con la áspera textura de los vientos.

Nos rendimos ante el cansancio

a pocos metros de la pradera

donde hubiéramos realizado

todos nuestros encendidos sueños.

3 La fotografía

Cayena Rosa en Residencial Pedro Livio Cedeño

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