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Soledad Alvarez

Soledad Álvarez.  (Santo Domingo, 1950). Poeta, ensayista. Estudió Filología, con especialidad en Literatura Hispana y especialización en Hispanoamericana en la Universidad de La Habana. En 1980 obtuvo el Premio Siboney de Ensayo con el libro La magna patria de Pedro Henríquez Ureña. Dos veces Premio Nacional de Poesía, en 2006 con  el poemario Las estaciones íntimas  y en 2016 con Autobiografía en el agua. Como ensayista ha publicado Complicidades. Ensayos y comentarios sobre literaturadominicana (1998), De primera intención. Ensayos y comentarios sobre literatura (2009) y República Dominicana. Paisaje. Cultura (2013). En colaboración, El siglo XX dominicano. Economía, política, pensamiento y literatura (Codetel, 1999) y Cultura y sociedad en la República Dominicana (El Siglo, 2000). Como poeta, además delos libros mencionados publicó en  el año 1994 Vuelo posible. Como antóloga ha publicado los libros La ciudad en nosotros (2008) y Santo Domingo. Visiones de la ciudad (2010).

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POEMAS DE SOLEDAD ÁLVAREZ

 

Al desnudo

Frente a ti han ido cayendo

uno a uno los velos que me cubren,

y el fulgor, la fábula arrebata que fui

como flor de sal en el agua

se han perdido.

Mira la antípoda impía de lo que deseaste,

bajo la luz que no tiene escudo ni vuelta

mírame las astillas del hombro

las uñas sin consuelo

la almendra del vientre trocada en

     cuesco exangüe,

el sexo donde el deseo depositó su tibieza líquida

una medusa prensada entre tablas.

Desnuda estoy del desnudo que me disfraza

mis ojos ya no son el fanal de tus viajes nocturnos;

de mis senos no mana la lecha que te alimentaba

y en mis sienes no pastan furias ni caballos.

Ah las imágenes que perseguí y perdimos

la lumbre efímera, la imposible divisa destrozada;

pero al final del día mi corazón es la casa

        donde te acojo

sin velos, con dulzura de amapola.

(Las estaciones íntimas, pág. 29)

 

Coda

Nada quedará de tu presencia

que no sea el recuerdo:

pedazos de imágenes

rastros que otras presencias desvanecerán.

Nada quedará de esta tarde:

ni la felicidad que comienza

con el ruido de las cucharillas en las tazas

       de café

entre paredes y platos descascarados

el sillón de mimbre a punto de sucumbir

      bajo el peso de los libros

la ropa sobre la cama

y tras la ventana el azul ondeante

agujereado por los árboles.

Mañana escribiré sobre la muerte de los amantes

y recuperaré entre todos los momentos

el que nos salvó del miedo y su deriva

el más limpio

cuando dijiste que el amor no contradice

la ausencia del amor

y tus ojos se humedecieron

y acariciaste mi espalda

con la delicadeza

del que se aleja de puntillas.

(Vuelo posible, pág. 25)

 

Una cama no es una cama

Una cama no es sólo el colchón, las sábanas,

         las almohadas.

No sólo está hecha de hierro o de madera.

No sólo es para una o para dos.

La cama tuya y mía es tornadiza

como los días de verano:

playa de arenas blancas, lisa y calma

cuando nos tendemos para mirarnos

sin recelos     sin horizonte

pensamiento adentro el uno al otro

en lasitud de luna el paso reflexivo,

nubes destilando humedades,

apetencias que nos bañan;

y entonces ya no estamos en la playa

sino en un mar de aguas huracanadas

y la cama es una ola en su rompiente,

un torbellino de espuma abierta

en el que se arremolinan los pulpos del deseo

junto a las algas    anguilas quemantes,

y en la deriva de pliegues y fragmentos

tu voz es una balsa y tu cuerpo el remolque

que me lleva a la orilla original;     

y la cama ya no es playa ni mar

        sino isla

donde una niña duerme

acunada en el regazo de la tierra.

(Las estaciones íntimas, pág. 31)

AL DESNUDO

Frente a ti han ido cayendo

uno a uno los velos que me cubren,

y el fulgor, la fábula arrebata que fui

como flor de sal en el agua

se han perdido.

Mira la antípoda impía de lo que deseaste,

bajo la luz que no tiene escudo ni vuelta

mírame las astillas del hombro

las uñas sin consuelo

la almendra del vientre trocada en

     cuesco exangüe,

el sexo donde el deseo depositó su tibieza líquida

una medusa prensada entre tablas.

Desnuda estoy del desnudo que me disfraza

mis ojos ya no son el fanal de tus viajes nocturnos;

de mis senos no mana la lecha que te alimentaba

y en mis sienes no pastan furias ni caballos.

Ah las imágenes que perseguí y perdimos

la lumbre efímera, la imposible divisa destrozada;

pero al final del día mi corazón es la casa

        donde te acojo

sin velos, con dulzura de amapola.

(Las estaciones íntimas, pág. 29)

BREVE

No conozco el espacio que media

entre el fuego y lo que arde

pero entre tu cuerpo y mi cuerpo

el alma borra la distancia.

 

FOREVER

Te entrego amor este desorden

de penas y de rencores como en el tango

que bailamos en la habitación despiadada inhóspita

de un hotel despiadado.

Te entrego   amante   perdidos rumbo y brújula

mis temores de que una herida dulcísima profunda

como de pez en arena muerta

termine por vencernos.

Para siempre todo beso tango labio

que bailamos despiadados en una pena inhóspita

en desorden te entrego temores brújula amor

amante perdido el rumbo

dulcísima profunda mis arenas

termines por vencer la muerte

para siempre el amor para siempre

el ojo insomne.

 

11 (Nadie lo sabe)

Nadie lo sabe

     pero lo supo el viento

que me vio llorar y secó mis lagrimas con su pañuelo fino

     lo supo la arena

en la que escribí tu nombre con un pedazo de coral

      el mar lo supo

porque en sus profundidades quise ahogar la nada que me diste

y mis muertos

     lo saben mis muertos

a quienes suplico librarme de tu recuerdo.

(Autobiografía en el agua, pág. 89)

 

 

 

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La foto

Rosas en el Residencial Pedro L. Cedeño