Rafael Lara Cintrón, nació en Baní el 12 de octubre de 1931 y falleció en esta ciudad el 14 de junio de 2015. Doctor en Derecho de la Universidad de Santo Domingo, perteneció a la promoción del 1951-56, y siempre fue un consecuente compañero en las actividades anuales de la misma. Aunque se inició como poeta en la Colaboración Escolar como la mayoría de sus compañeros del 48, se destacó tempranamente como periodista, Fue reportero, manteniendo algo que se ha perdido en los diarios nacionales: una columna de noticias culturales. Luego, más que en el ejercicio profesional, se destacó en la Educación y su Colegio Las Antillas, en el Ensanche La Fe, fue durante muchos años uno de los principales de la ciudad, concediendo becas y permitiendo que jóvenes humildes de la barriada pudieran asistir. Poeta torrentoso, emocionado, siguió la tradición banileja iniciada por Héctor Incháustegui Cabral. Chilito, como le decíamos sus amigos, fue un bohemio a su manera; vivió intensamente sus últimos años alejado un poco del mundo literario. Sus extraños versos aparecen en diversas antologías. Solo publicó dos libros: Huida, 1954, narraciones, y el poemario Alabanza a la memoria, 1956.
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Poemas de Rafael Lara Cintrón
Alabanza a la Memoria
….el taller del azar que Dios adrede…
Leopoldo Panero
En tu memoria existe
la soledad de un ciego.
Ay, Señor, la soledad,
fluyendo hacia mis días,
igual que muchedumbre
de cuerpos preferible
al más tierno concierto
del olvido.
*
Tu voluntad, oh, Dios,
realizada en mi canto
piadoso con memoria.
Conducida será
por mis plegarias.
*
Porque todo es humilde
quebranto de las leyes.
Es holgura
distinta y memorable
para el sueño, sin sueño
de la muerte.
*
Mas toda consumación
del verbo, en los oídos
también es la memoria.
Y es pecado, en la luz,
corriendo por Tu cuello.
Y es el goce –memoria
de la luz–
para asombro del alma.
*
Oh, avidez
memoria sostenida.
Salvación y acabada
comunión de los juicios.
*
Jubilosa por dentro
de todos los principios
recordados por Ti,
por Ti tan solo
cuando flores del tacto
en acecho de cuerpos
¡Te seducen…!
Todo ha cambiado amor
Hasta la extraña forma con el tremolante
[paso de las aves,
cuando repunta un nuevo día cargado de malicias,
ha cambiado.
El voluptuoso desperezarse del cuerpo entre las hojas
[y sábanas tibias,
la angosta mirada de soslayo
el crepuscular, tardío ejercició del amor junto a ortigas
[y escasas piedras,
han cambiado.
Las repuestas, cual aros suspendidos del cielo,
los pensamientos justos o injustos,
la risa saltarina,
han cambiado.
Ahora la lluvia parece menos frecuente y torrencial.
Se multiplica la desaparición por doquier del amigo íntimo
[y lejano.
*
Programas de la era eléctrica
se esfuman igual y súbitamente
con sus abiertas letanías y locos estribillos.
¿Hasta dónde encaminar el alma que no espera
condolencias ni noblezas?
¿Hacia dónde, misionera imperfecta, la sutil aventura
[del palpitante cuerpo?
Todo ha cambiado, amor, todo ha cambiado.
Elogio al hermano camarada
Bienaventurados los recuerdos de la infancia.
Bienaventurados los elogios de la amistad
repartida en caminos,
porque cual talla
hecha con asombros, anillos que predicen
y benefician sed,
¡alabados sean con su hechura de luz resplandeciente.
Así mi bando a su labor preciosa
de amigo hecha con amor
y sacrificio.
Oídlo todos. Alegría me enlaza, fortaleza me ampara,
como el agua brillante
que llega a las labranzas.
Acompáñennos, suenen ajorcas, bendigan los temores
de ungüento inapreciable
que refugios ansían.
¡Con oraciones siempre y siempre con zarcillos
de luz no quebrantada,
canto por él y más no me pregunten…!
El amigo muerto hace unos días
Ya no recoge naranjas babor, ya no recoge.
Ya no baja a las charcas a buscar agua salobre, ya no baja.
Ya no ríe en el bote que presta mi padre, ya no ríe.
Ya no vise con limpios harapos, ya no viste.
Ya no juega pelota en sabana, ya no juega.
Ya no abraza a la amiga en el baile, en la tienda, ya no abraza.
Ya no aguanta lo que dice el partido, ya no aguanta.
Ya no oye noticias de guerra, ya no oye.
Ya no pesca con vara mi amigo, ya no pesca.
Ya no cubre miseria y remiendos, ya no cubre.
Ya no cuenta mentiras ni elige, ya no cuenta.
Ya no corta la leña de ricos y pobres, ya no corta.
Ya no lee revistas prohibidas, mi amigo, ya no lee.
Ya no coge el martillo, ya no busca su ropa,
ya murió, ya no habla ni miente, ya se ha ido mi amigo,
[¡ya murió…!
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La Fotografía