1.- De estos dos poetas iniciamos con Franklin Mieses

      Burgos (1906-1976)

De este maestro del verso, que se inició en la revista Blanco y Negro en 1927 como modernista, textos de esa época inicial, que mostraremos oportunamente, hay muchos poemas  dispersos en otras revistas y periódicos, el que mostramos fue publicado en la Páginas Banilejas en el mes de diciembre de 1942 y se trata de un soneto, ejemplo  de su quehacer lírico  anterior a la Poesía Sorprendida.

Franklin Mieses Burgos de Cuadernos Dominicanos de Cultura.

Lo mismo…

Un día y otro día todo eternamente igual:

La botica de enfrente; el farol de la esquina,

y la horrible muchacha que crió la vecina,

que de tarde se sienta bajo el amplio portal.

Ello todo resume: ¡Una Vida! Y es mi mal,

esa vida sin cambios, esa vida campesina…

¡Ah, si pudiera romper el farol de la esquina

esfumar la muchacha, la botica, el portal!…

Y encontrar otra Vida, más raramente bella;

otra vida que tenga claridades de estrella,

no tinieblas de abismo ni negruras de cueva;

otra Vida más amplia, cuya amplitud sin fin,

trueque la sombra negra de mi aburrido splin

por un cielo distinto y una emoción más nueva!

Nota: Este soneto repite esquina y portal como rimas, detalle muy lejano del sonetista atildado que llegó a ser nuestro poeta.

2.- Poemas de Rubén Suro (1916-2006)

Rubén Suro joven. Cuadernos Dominicanos de Cultura.

De Rubén se ha publicado poemas en su revista Los Nuevos, en otras publicaciones y en antologías, pero con una selección de sus poemas, solo hay una: la realizada por Pedro Conde Sturla (1945)  con el título de “Poesía con una sola intención”. Nunca publicó ni reunió su producción. Trabajo que algún día su ciudad olímpica tendrá que hacer. Para ayudar a los futuros recopiladores ofreceremos cinco poemas aparecidos en los años 1941 y 1942.  Estos que copiamos podrían titularse Poemas de un poeta enamorado. Su fiel esposa Emma, su gran amor, parece que no le fue fácil, de acuerdo al poeta, a pesar de la recia y muy atlética figura que tenía en su juventud

Poema mudo

Tiempo atrás

tu mirada

–claro idioma a un amor tartamudo–

fue una frase oportuna,

un trino robusto lanzado a los vientos,

un ala que se abre a los cielos,

un cielo entregado a unas alas.

El que supo de las lejanías.

El que supo dialogar con tu ausencia,

te seguirá mirando, mirando…

(Su mirada no tuvo respuesta).

Para él

la mirada viajera

cabalgó sobre brumas,

el anhelo encarnó en imposible.

Fuiste entonces

un paisaje cortado de lluvia,

como un trino dormido en el brumas,

como un ala cerrada a los cielos,

como un cielo negado a una alas.

Traductor de silencios,

él te vio muy lejana del tacto:

cielo azul, horizonte marino.

Sin saberlo quizás,

sin quizás presentirlo,

saturaste de emociones su vida,

nueva luz encontró en tu recuerdo,

¡al quedarte dormida en su insomnio!

  Diciembre 1941, No. 12 de Páginas Banilejas.

 

Dos poemas para rectificar una emoción antigua

 

Canto simple de voces anegadas

Las palabras quedaron vestidas de silencio.

Frente a tu incomprensión,

yo era un pobre mudo con las manos atadas.

Ni siquiera tus ojos me dijeron

las frases que tus labios me negaron.

Soñaba amanecer en tu sonrisa,

pero las miradas viajeras

pasaron de turista en mi isla de ensueños.

Parecías ausente de ti misma,

ida en el pensamiento:

¡un corazón te hablaba en mi dialecto

que tú no comprendías!

 

Justificación

Era como las aguas

tranquilas,

pensaba cielos,

multiplicó verdores.

El alma llegóse a ella

y apagó su sed de serenidad.

(El alma tiene una deuda

que nunca pudo saldar).

Era como el agua

que en los despeñaderos

perfora rocas,

mueve montañas,

y rien!!

Cayó en el alma…

(El alma que tiene una herida

que nadie puede curar).

Era como las aguas

errantes,

que pasan dejando ritmos,

los labios músicos,

los pies ligeros.

El alma la oyó una noche.

(El alma tiene un recuerdo

que no la puede olvidar).

Era como las aguas:

silencio;

ruido;

canto;   

fuga:

         como las aguas.

Marzo, 1942, No. 15

 

Manifiesto ante las gracias de una mujer

Purificado el pensamiento,

tras de ti mis voces han salido descalzas,

ingenuas,

como si hubiese retoñado la infancia,

cuando no en las carnes,

en el alma.

Amanecen los labios:

en la voz que te nombra

se va un poco del alba.

Asomada al recuerdo,

te he soñado perfecta

en el mundo imperfecto

que ha dejado tu ausencia.

He tenido,

para verte,

unos ojos de niño tonto:

para amarte:

una pureza adulta

en un corazón de quince años.

       Abril 1942, No. 16

 

Acústica interior

Caminando sobre mi pensamiento

quedaron huellas de armonías,

tu palabra está fija en mi silencio;

otras voces

–brisa declamadora en los pinares–

se ha deslizado suavemente

musicalizando.

No extrañe que reviente en ritmo:

he anclado en mi ser

tu menor movimiento.

Viajas con mi emoción:

en la ruta de cada poema,

en las alas de cada inquietud.

Por eso,

en este instante,

pensando en ti,

agua de eternidad

se vuelve el pensamiento;

y apagando la sed de mis angustias

cantan los manantiales del recuerdo!

Septiembre 1942 No. 21

Nota, tenemos la sensación de que el primer poema no es tan mudo como el segundo, pero él tuvo tiempo de indicarlo por lo menos en una nota, tres meses después.