La justicia, dar a cada uno lo que en derecho corresponde, ha sido desnaturalizada en la República Dominicana, salvo honrosas excepciones y jueces. Ahora que la caja de Pandora, la olla de grillos, el pandemónium ha sido desatado sin esperanzas de que mejore, debemos ver con ojos críticos todo el proceso, y tratar de endilgar culpas a quienes estas realmente corresponden.

Los políticos tienen gran culpa, las iglesias, los abogados, y todos los usuarios de la justicia, tenemos una gran cuota de responsabilidad en lo que ella se ha convertido, que de ciega y dura, ve y es a veces blandita.

Lo que nunca se ha dicho y ahora tampoco se dice, es que el gran capital, los empresarios ligados a este, los bancos comerciales y las grandes instituciones tienen sino igual culpa, casi la misma responsabilidad en el narigoneo constante de jueces, fiscales, y todo el sistema de justicia bajo el pretexto de su saneamiento y supervisión, se han convertido en un super sistema, el cual se encuentra por encima a veces de la Constitucion misma, y se convierte en una trituradora de abogados que van en contra de sus intereses.

Verbigracia la inexplicable existencia de FUNDACIONES creadas con el único propósito de supuestamente coadyuvar a la “Institucionalización” de la justicia, no son  más que eso, un poder  que se pretende sobre poderoso, por encima del Poder judicial, una conciencia constante y sobre protectora que se dedica constantemente a la salvaguarda de los derechos de sus asociados, debidamente representados en su Consejo de Administración, la gran mayoría instituciones de intermediación financiera, de las cuales todos sabemos su más resaltantes razones, que no es más que la protección y salvaguarda de sus propios, pecuniarios y egoístas intereses.

Los empresarios, y las asociaciones a ella atadas en connivencia explicable, tienen voz y voto en pleitos y litis abiertas, siempre en la mejor garantía de sus intereses, nunca de la justicia, que para ser bien servida debe ser ciega. Los bufetes de abogados asociados a ella son en gran parte exitosos, y manejan fallos y procesos de manera absurda, aviesa y poco ejemplar. Luego entonces, las cosas deben ser dichas bajo la premisa de la realidad y los acontecimientos que marcan la misma. Mientras la justicia sea infiltrada y dirigida por cualquier poder, sea este mediático, empresarial, social, político o económico sobre la base del temor a represalias, a denuncias baladíes, o con personeros designados en los altos estratos de la justicia y no por la razón en el pleito, los códigos, la jurisprudencia y la razón, a pesar de todo cuanto pase ahora, estaremos en las mismas.

El Juez con miedo debe renunciar, dijo en su momento el famoso juez Baltasar Garzón, así las cosas, no solo el miedo a los políticos es de cuidado, sino el miedo a los empresarios, miedo a las instituciones que con ínfulas de ser “sin fines de lucro”, lucran sin embargo a sus reales integrantes, quienes a través de las instituciones creadas con los fines que hemos establecido, manejan grupos de presión importantes, y de amplia cobertura mediática, entes consultivos absurdos e ilegales, que se consideran por encima del bien y del mal, y de la propia Constitución, sino veamos sus miembros, veamos sus directivos, y veamos la razón de ser de su existencia. Nos daremos cuenta entonces que a veces quien se saca del lodo no es tu amigo, ni quien te entra en el, es tu enemigo, como dice el cuento, pero con otra substancia.

Ojala que estos escándalos recojan realmente la poca dignidad que queda en la justicia, y que los jueces que sobrevivan a estos escándalos sean realmente juzgadores, que den a cada uno lo que en derecho corresponde.

Son mis mejores deseos, aunque lo dudo.