El logro principal de las movilizaciones sociales de indignación ha sido la concienciación de una capa importante de la población. Esto podría ser un factor primordial para resolver lo reclamado; sin embargo dicha resolución solo será posible mediante la participación electoral. Una vez los dirigentes de dichas acciones sociales se den cuenta que la ruta electoral es el único camino que puede garantizar resultados directos y palpables, podrán entonces dirigir sus esfuerzos en presionar por una gran coalición que responda al conglomerado.

Según su conformación y efecto, el poder puede ser clasificado en poder inmediato y poder mediato. El poder mediato es aquel que para constituirse debe hacerlo mediante el convencimiento de los demás a participar en una acción específica o un proyecto definido. Este convencimiento puede ser racional o sentimental; el sujeto que acciona como parte del entramado de dicho poder lo hace porque lo ha decidido o porque cree que lo ha decidido. Las movilizaciones sociales han logrado tener poder mediato a través de la participación de miles de dominicanos que ven justos los reclamos y han entendido la necesidad de alzar la voz para constituirse en grupo de poder.

El poder inmediato es el que ejerce una fuerza tal, que quien lo recibe no tiene forma alguna de resistirse al mismo. Es decir, quien lo sufre solo podrá actuar según las directrices de dicho poder. El ejemplo más evidente del poder inmediato es el poder del Estado quien, al tener el monopolio del uso legítimo de la fuerza, podrá ordenar a las fuerzas armadas o la policía constreñir a que se cumpla con el mandato de dicho poder. En este caso, estamos ante un poder inmediato extremo o poder desnudo, en donde la voluntad del ente receptor es irrelevante, puesto que se logra su sometimiento mediante la fuerza.

Pero también existen otros ejemplos de poder inmediato menos extremos, como es el caso de coaliciones de legisladores que podrían aprobar leyes necesarias, así como impedir la aprobación de leyes o endeudamientos innecesarios y perniciosos a la nación. Es un poder inmediato, puesto que de no lograr la aprobación congresual, el ejecutivo se vería obligado a suspender, o al menos a modificar, las acciones que se había planteado.

El movimiento de indignación nacional podrá tener poder inmediato solo mediante la participación electoral. Lo ideal para ello sería contar con el respaldo sincero de varios partidos de oposición, nucleados en una coalición para dichos fines; pero, ¿es sensato pensar que una mayoría de dichos partidos opositores (de diferentes líneas ideológicas) vayan a lograr por si solos la unificación coyuntural, cuando la historia reciente ha demostrado que han sido incapaces de presentar un programa unitario de gobierno? No, no puede pensarse en que vayan estos partidos a cambiar desde dentro su incapacidad. Sin embargo, con un trabajo de convencimiento y presiones ejercidas desde el movimiento nacional de indignados, estas organizaciones políticas pueden reenfocarse y ver en la concordia la oportunidad que el país les reclama.

Este puede ser el nuevo enfoque para la movilización ciudadana. Presionar a los partidos opositores para que acuerden una participación electoral conjunta, y desde allí lanzar candidaturas surgidas en las entrañas de las movilizaciones sociales. El triunfo electoral de dichas candidaturas garantizaría el poder inmediato que sirva de vía para materializar las acciones actualmente reclamadas por la sociedad a través del movimiento de indignación nacional.