¿QUÉ QUIEREN ESOS HOMBRES?
Quieren
que la sangre del mundo
se mueva sólo en diástole,
y vivir con un ojo nada más.
Quieren
que el péndulo en su curva
se pare siempre a la mitad
y oscile sólo a la derecha.
Porque tiene mareas,
quieren asesinar al mar.
Quieren
que los relojes de la casa
funcionen sin tic-tac.
Quieren
que sólo se oiga el tic
siempre el tic, y que no se oiga el tac.
León Felipe
Español del éxodo y del llanto (1939)
Nunca hablaría del caso de Altagracia Salazar y de Edith Febles como el de dos personas que cumplieron una etapa en el canal de televisión donde trabajaban hasta el viernes, 3 de agosto de 2018, y que por lo tanto quedaron excluidas por extemporaneidad. No diría que su tiempo había pasado cuando tácitamente las expulsaron de CDN. Mis argumentos se referirían a su entereza, a el valor de presentar una realidad de manipulación mostrenca en la elección de los fiscales, su capacidad de ser contrarias al poder, desnudarlo y de ser eco de denuncias presentando los actos corruptos respecto a los cuales yo hago poco o nada. Hablaría de su valor, de su integridad, su rectitud y de su capacidad de decir verdades que yo no digo y que callo avergonzado, cuando ellas tienen la valentía de decir lo que rumio con mi silencio y no digo porque valor me falta.
Yo diría que a Salazar y a Febles las he admirado de tal forma que todos los días antes y después del desayuno me sentaba a ver Enfoque Matinal, aun con la ausencia de mi amigo Ricardo Nieves, para después salir a la calle con el cuchillo en la boca. Digo que las he admirado porque ver el programa de alguien todos los días imita el homenaje silente que hace cada televidente cuando tiene la voluntad de considerar importantes las ideas del otro, escuchar su opiniones sobre las cosas y valorarlas sobre todas las otras, aunque alguien pueda creer que se le ve y se le escucha en la televisión por su monopolio de la verdad y la sensibilidad. Las veía porque creo que todo lo que he dicho en el primer párrafo es cierto. Sin embargo, la Gestalt dice que después de presentar lo que sinceramente digo hay que leer lo que viene después del pero, y eso quizás es lo que yo quiera decir. Así, luego de decir pero, continuo, en cierto modo, contrario a la unanimidad que me adhiero como persona racional que se contradice y piensa.
Intervenir en un programa de televisión de tal modo que se pueda decir a quien se escucha y a quien no es un poder que Altagracia Salazar y Edith Febles utilizaron de forma sesgada, únicamente escuchaban sus afines y las coincidencias con sus ideas de las cosas. Febles llegó a decir que nadie que no fuera de su contemporaneidad ideológica podía pensar que iría a ese programa y mucho menos si en alguna forma opinaba diferente o contrario a ella. Lo que decía sabía, lo más probable por las redes sociales, y nadie que tuviera una opinión sobre ella que no le gustara y quisiera hablar en el programa podía pensar en ser presentado en Enfoque Matinal con su opinión, que probablemente eran distintas a la de ella, y no hablo de personajes del gobierno porque esos de oficio tienen espacios abiertos, sino de cualquier disidente de sus verdades absolutas y sus virtudes que no son escasas.
En el uso pleno de su poder Edith Febles ha sido excluyente y ha usado ese poder en el mismo modo que lo usan los que hoy la excluyen. Cuando uno veía el programa sabía las ideas que iba a escuchar, no había otras ideas, y quienes eran los invitados, los de siempre, con sus mismas propuestas y con la arrogancia tácita y a veces explicita de que si a uno no le gustaba podía cambiar de canal. Los únicos distintos eran gentes humildes de barrios y de provincias víctimas de injusticias que de vez en cuando hablaban de sus problemas particulares como un acto de condescendencia con la gleba.
La ventaja que tiene Edith Febles con respecto a todos los mortales es que es muy buena como periodista y nadie puede pensar que pueda entenderse con el poder porque no lo hace. Eso oculta su lenguaje violento y despectivo cuando usa adjetivos para calificar a los hombres que conjetura como tales, sus inquinas con respecto a los varones, a los que presume un conjunto homogéneo con propensión absoluta al crimen con respecto a la mujer, y uno la ha escuchado repetir que la mujer que está con un hombre en cualquier circunstancia se encuentra en una situación de riesgo de muerte. Igual hay otros temas que trata con imagen de redentora de sus defendidos, como virgen y Ateneas que sólo expone los argumentos que le son propios porque es más fácil refutar que tratar del aprehender los juicios del otro considerando todas las razones contrarias a nuestras verdades.
No me alegra lo que ha hecho CDN con los conductores del programa Enfoque Matinal, lo rechazo, ni siquiera me alegra con respecto a Altagracia Salazar, que con frecuencia se refiere a las ideas de los otros como plumas de burros y es marcadamente intolerante con las opiniones distintas y excluidas de sus esquemas ideológicos, salvo si es de un amigo de muchos años. Dejé de ver su programa de la madrugada porque ella además de determinar el contenido del mismo quería disponer cuál era el tipo de televidente que la podía ver, sus normas de comportamiento y que opiniones podía dar, los demás que cambiaran de canal. Yo lo hice. Su canal en YouTube es de un club de amigos que hablan de dulces, arepas y convites y yo lamentablemente no soy su amigo, ni soy receptor pasivo de las tesis de nadie.
Será difícil que desde el lunes disponga de tiempo para ver un nuevo programa con Pablo Mckinney, que pide de sus invitados cierta fama conspicua y notable opulencia, y Nelson Rodríguez, a quien no conozco, que en su carta de presentación reveló calidades de cuasi héroe nacional, justificada en su pasado, pero con escasas notas de lo que hace profesionalmente hoy. A ambos los veré en el zapping, como soy capaz de ver a Radio Televisión Dominicana, sin detenerme a recibir doctrinas del culto a la personalidad o sobre los atributos taumatúrgicos de los gobernantes.
He discutido parte de esto con mi amigo Ricardo Nieves, con quien soy solidario y defiendo su integridad y su persona, considerado en buen modo que su voz con frecuencia llega a coincidir con la mía, pero no tanto, sólo cuando dice lo que yo quiero decir y al respecto guardo un silencio vergonzoso, pero soy como muchos dominicanos un modelo de cobardía y es frecuente que nosotros los que callamos pidamos a otros decir lo que pensamos, para que el silencio nos proteja de las consecuencias hablar tal como queremos.
Por eso cuando callan a aquellos que tienen el valor de hablar, todos, en alguna forma, somos silenciados, y uno debe ser consecuente respetando el valor de Edith febles y Altagracia Salazar, cuando ejercen un periodismo decente y honrado sin asumir las posiciones del poder, aunque no creeré nunca que su libertad de hablar sea la mía, pues ellas con oportunidad silencian con frecuencia las opiniones de otros y lo que yo quiero escuchar como criterios diferentes a los suyos, porque en muchos temas pensamos diferente, pero no sería un buen militante de la libertad si no fuera defensor de su ejercicio de decir aquellos en lo que no coinciden conmigo, aunque ellas, Salazar y Febles, con frecuencia actúen como las personas que les gusta escuchar el tic, pero no les gusta oír el tac. No debemos parecernos con reiteración a aquellos que nos callan. La libertad de hablar debe ser defendida hasta para los que consideramos idiotas y los que nos adversan, fuerza deben tener nuestros argumentos para rebatirlos.