Ejercer liderazgo en un mundo de poder compartido es desafiante, y de hecho podría resultar contradictorio. Byrson y Crosby (1992, p.21) ofrecen un concepto cuando se refieren a “lideres que pueden tener o no posiciones de autoridad, pero que inspiran a sus seguidores a través de la persuasión, el ejemplo, el empoderamiento, y no a través del mando y el control”. Es lo que caracteriza el liderazgo colectivo.
La globalización es el elemento catalizador de este fenómeno de poder compartido. Por más que ha querido ser retenida, detenida y contenida, satanizada, es un proceso que no ha parado.
Las causas identificadas por Bryson y Crosby, la interconectividad y la tecnología, fusionadas en la industria de las Tecnologías de la Información y Comunicaciones (TIC). Estas causas se han visto concretadas en las denominadas redes sociales.
El desarrollo de las redes sociales que nos permite conectar con un amplio grupo de personas, conocidas personalmente o no, traspasando fronteras, e incluso el idioma, de forma instantánea vía las redes sociales, y los medios de comunicación instantánea, como los “chats”, ha exponenciado dramáticamente este fenómeno de poder compartido, y constituyen el escenario por excelencia para liderazgo colectivo.
La comunicación instantánea y prácticamente gratuita que permiten las redes sociales, el comportamiento en masa de las redes sociales, es objeto de cuidadosa atención y análisis, respecto de la deconstrucción de las relaciones de poder típicas que hemos conocido desde la primera parte del siglo XX. Negarlo o ignorarlo no es sólo un equívoco, un desperdicio, sino un ejercicio fútil y peligroso.
Los hechos son elocuentes. Desde los ocupantes de Wall Street, pasando por la primavera árabe, hasta las protestas en la Plaza de la Bandera de la República Dominicana y todas las plazas de la bandera constituidas en el país son los hechos. Todas esas manifestaciones tienen en común la inconformidad con las relaciones de poder prestablecidas establecidas en cada espacio geográfico. También tienen en común notoriamente el poder compartido y el liderazgo colectivo.
Lo novedoso en República Dominicana, es que hasta Marcha Verde y protestas entre 16 y 27 de febrero en Plaza de la Bandera, no habíamos presenciado el ejercicio del liderazgo colectivo atendiendo a problemas de interés público, y nacional. Mi observación empírica de los hechos recientes, me permiten afirmar que los dirigentes políticos aún no interiorizan esta realidad, toca por tanto que hacer los deberes, y revisar sus prácticas.
La realidad de que en la sociedad dominicana se están gestando movimientos cuyo liderazgo no es unipersonal, los mismos a su vez generan unas dinámicas sociales que crean energía expansiva en la sociedad, que si no se canaliza se pierde, y con ello la oportunidad de reformar nuestra sociedad para que responda con mayor acierto a las demandas de la mayoría las personas. O para conseguir el “bien común”. Pero ese es tema para otro artículo.
“En situaciones de poder compartido, sin embargo, el liderazgo que fomenta la participación de otros debe ser enfatizado, porque solamente él tiene el poder de inspirar y movilizar a los otros. En el esfuerzo de enfrentar los problemas públicos, el liderazgo y el poder deben ser conscientemente compartidos”. (Bryson y Crosby (1992, p.21).
El proceso del diálogo en el CES, su convocatoria, estructura y desarrollo no pudo ser más alejado de la nueva manera de liderar que exigen los tiempos y casi la mitad de los votantes. El proceso reflejó que la mayoría de nuestra dirigencia política, empresarial, laboral y social no reconoce que vivimos en un mundo de poder compartido, y por tanto son incapaces de asumir un rol de liderazgo colectivo.
Por su parte, el movimiento social de los jóvenes de la Plaza de la Bandera, sí lo hicieron. Crearon el movimiento, se fijaron metas, compartieron valores y principios, e inspiraron y movilizaron en pos de la resolución del problema creado por las fallidas elecciones municipales del 16 de febrero 2020.
De nuevo, mi observación empírica me permite afirmar que fue un liderazgo colectivo sumamente eficaz. Trasladaron los mensajes de sus pancartas a todo el colectivo nacional, motivaron cacerolazos, presionaron a la JCE y a las autoridades a proceder respetando la institucionalidad democrática. Todo de forma pacífica, ordenada, y respetuosa del medio ambiente, de la diversidad y de la libertad de expresión.
Su movimiento fue lo que empujo incluso, a que los dirigentes políticos se motivaran a convocar un dialogo, primero la oposición, y luego el gobierno.
Todo el que quiera ejercer el poder, y tener algún liderazgo de ahora en más, requiere interiorizar el liderazgo colectivo de la Plaza de la Bandera.
El liderazgo colectivo fomenta la participación del grupo, la creatividad y el compromiso con el logro de las metas trazadas. La organización piramidal probablemente solo logre agregar la misma efectividad si cuenta un líder carismático de condiciones excepcionales, y desconoce que dicho líder, por mas carisma que posea probablemente no logre inspirar al grupo todo el tiempo para acometer todas las tareas.
La doctrina sobre organización empresarial reconoce que las organizaciones que fomentan el liderazgo colectivo agregan valor aprovechando la diversidad y multiplicidad de enfoques, capacidades, experiencias del grupo, y genera una ola de motivación en los participantes que mantiene la energía para hacer el trabajo, y el compromiso para alcanzar la meta.
Extrapolando esos conceptos a lo público, esa es la explicación a lo que todos se preguntaban, por ejemplo, cómo jóvenes residentes de medicina, luego de agotar su rotación hospitalaria acudían a brindar sus servicios gratuitos de salud a los manifestantes en la Plaza de la Bandera, y porque una vez concluida la marcha ordenadamente a la hora pautada, porque todos tenían compromiso de estudio o trabajo al día siguiente, se disponían a recoger toda la basura generada y dejar la plaza en perfecto estado. Es la explicación de que recibieran donación de agua, alimentos, frutas, y se generaran espacios creativos dentro de la protesta como cantos, música, micrófono abierto, entre otros.
Son muchas las lecciones y múltiple el aprendizaje que nos dejan los jóvenes manifestantes de la Plaza de la Bandera , el ejercicio del poder compartido y por ende el liderazgo colectivo es una muy importante.