La prensa internacional ha reseñado los resultados de dos experimentos publicados en la revista Science por un equipo del investigador de la Universidad de Warwick, Reino Unido, Anandi Mani, cuyo objetivo ha sido establecer la correlación entre pobreza y reducción de las capacidades cognitivas.

El primer experimento se efectuó con cien voluntarios tomados de un centro comercial de New Jersey, Estados Unidos. Los sujetos fueron sometidos a una situación problemática: cómo lidiar con una factura inesperada de arreglo del vehículo. Mientras reflexionaban, los individuos fueron sometidos a pruebas para evaluar capacidades cognitivas propias de los test de inteligencia. Durante distintos momentos se varió el precio de la factura hipotética. El resultado fue que las personas con una situación económica que permitía enfrentar el reto económico puntuaron mejor en las pruebas que aquellas cuya condición económica era más precaria.

El segundo experimento se realizó en el sur de India, en una granja del estado de Tamil Nadu, donde la mayoría de los habitantes pasa de estados de bonanza económica a pobreza extrema en función del periodo de cosecha. El estudio se realizó con 464 agricultores de más de cincuenta aldeas en un momento previo y posterior a la cosecha. En ambos períodos, los agricultores fueron sometidos a ejercicios distintos para evaluar sus capacidades cognitivas.

Los resultados arrojados por la investigación mostraron que la media del coeficiente de inteligencia fue 13 puntos inferior en el período de pobreza que en el período de bonanza económica.

Debe subrayarse que el propósito de los investigadores no consiste en probar que las personas pobres sean menos inteligentes que las ricas, sino en mostrar que la carencia económica tiene un impacto negativo sobre la capacidad de los individuos para realizar actividades intelectuales que realizaban sin dificultad cuando se encontraban en una situación donde no tenían que agotar sus capacidades intelectuales en pensar cómo salir de la situación de precariedad financiera.

El hecho de que factores asociados a la pobreza -como la alimentación y la educación deficitaria- inciden de modo negativo en el desarrollo de la inteligencia es una intuición generalizada, pero lo subrayado en el estudio es el hecho de que, al margen de los factores señalados, la absorción por las preocupaciones económicas lesionan por sí mismas de modo significativo nuestras capacidades cognitivas. En palabras de Mani: “El sistema cognitivo humano tiene capacidad limitada y las preocupaciones monetarias dejan menos recursos cognitivos disponibles para guiar acciones y decisiones”.

Por tanto, no carece de total fundamento la concepción de que en situaciones de pobreza extrema no cabe hablar de auténtica libertad.