Las discusiones folklóricas por las que vivimos perennemente transitando los dominicanos son firmes indicadores de nuestra débil institucionalidad, pero al mismo tiempo denota una actitud poco reflexiva por parte del Ser Dominicano hacia la trascendencia de los hechos.

Nos permitiremos dar dos ejemplos recientes para luego analizar concretamente las implicaciones de lo que denominaremos esta  "actitud Tropical". En las últimas semanas hemos vivido por un lado, el sobresalto del intento de regulación y control de precios en el mercado de un producto agroindustrial de consumo masivo (el pollo de granja), y como la poca regulación, controles sanitarios y visión exportadora de nación ha dado al traste con la producción y comercialización de otro producto, el afamado embutido criollo "el salami". Por el otro lado, como desde hace años ha florecido en nuestro país una industria "de exportación de metales" mientras al mismo tiempo todas nuestras infraestructuras públicas y empresas que utilizan cableado sufren el azote del hurto permanente mientras nuestras autoridades son "incapaces" de detenerlo.

Creo que no tenemos que abundar mucho en como ambas situaciones reflejan claramente nuestra débil institucionalidad y la definitiva pérdida de nuestra capacidad de asombro. Cuando los pueblos no se indignan, se tornan indiferentes ante lo incorrecto, y entonces el desorden y la desesperanza se generalizan.

La Realidad del Trópico

Uno de los historiadores y economistas más influyentes de la segunda mitad del siglo XX, el profesor David Landes, en su libro "The Wealth & Poverty Of Nations, 1999″ nos explica algunas de las razones por la que situaciones como las que hemos descrito anteriormente aquí suceden a diferencia de lo que sucedería en Europa o Norteamérica ante eventos similares. El Análisis de Landes sobre la influencia que tiene nuestra ubicación geográfica sobre las condiciones intrínsecas para alcanzar el desarrollo nos viene dado como expansión de trabajos anteriores de Wittfogel "Oriental Despotism, 1957″ y otros más recientes como el de Jared Diamond "Collapse, 2005″.

Para explicar el efecto que tiene sobre nuestras posibilidades de desarrollo la ubicación geográfica de la República Dominicana y sus vecinos vamos a describir fundamentalmente tres realidades.

En primer lugar a partir del trabajo de estos autores, y la evidencia econométrica presentada por muchos otros más recientes (Tabellini (2007, 2008), Guiso (2006), Inglehart (1996), Marini (2005) y Platteu (2000), nos demuestran los países cálidos (tropicales y de clima Sub-tropical), así como en la generalidad de Latinoamérica y África los niveles. "confianza" en las acciones de los demás son muy bajos, lo que incrementa enormemente los costos de las transacciones. Por otro lado estas sociedades le otorgan una menor valoración a las actitudes que favorecen el ahorro y el espíritu empresarial.

Finalmente, sobre todo en el trópico, los climas cálidos favorecen la proliferación de enfermedades, plagas (insectos), parasitosis animal (enorme barrera a la producción pecuaria), y un menor acceso a fuentes importantes de agua dulce. De hecho, esta estadísticamente demostrado que por cada 100km de distancia de una fuente de agua dulce desciende el PIB en un 1%. De allí las dificultades de los países desérticos del África Sub-Sahariana.

Conócete a ti mismo y sabrás qué debes de cambiar

Obviamente si esperamos lograr niveles de desarrollo importantes que hagan que eventos como los descritos al principio de nuestro artículo sean cosa para cuentos de sobremesa, entonces debemos de conocer nuestras limitaciones estructurales, antropológicas y geográficas y como políticos no tradicionales actuar en consecuencia.

Es decir, si sabemos que el Ser Dominicano es por definición desconfiado del prójimo (y existe amplia evidencia empírica que demuestra este hecho), entonces debemos actuar en consecuencia. Establecer normas y prácticas que garanticen el claro desenvolvimiento de nuestras instituciones a pesar de dicha realidad. No continuar promoviendo nichos de privilegios que garantizan que unos cuantos se puedan aprovechar de la coyuntura en desmedro de la mayoría.

Otorgar sanciones ejemplificadoras a los que violen las normas, y leyes no puede ser una acción aislada, siempre adornada de un matiz político, si no un hábito permanente. Aumentar el acceso a las informaciones, y la práctica de las certificaciones públicas y privadas no es imposible, solo se requiere de voluntad política, puesto que ya hasta el costo de hacerlo se ha reducido enormemente. Si existiese en nuestro país fuentes de información de precios, calidades, procedimientos, rutas etc, continuas incidentes como los del pollo, salami, leche etc, serian cosas del pasado.

Finalmente, necesitamos entender la naturaleza de nuestras realidades y como sembrar en el Ser Dominicano la aspiración a aumentar de manera significativa mediante el trabajo individual y la conciencia colectiva los niveles actuales de bienestar.  Para esto tenemos que promover la creación de micro-empresas (eliminar impuestos por 5 años a las nuevas empresas de menos de 30 empleados), tasas de interés diferenciadas para sectores neurálgicos: agropecuaria, manufactura, educación, salud y exportación, esquemas claros de certificación profesional y técnica que garantice aumentar la productividad media de nuestros trabajadores.

Eso es mentira aquí no hay déficit:

Si alguien tiene alguna duda de la validez de mis argumentos anteriores les dejo con la siguiente reflexión: hace apenas un mes que el Congreso dominicano y el Poder Ejecutivo promulgaron un adendum al Presupuesto vigente que aumenta el agujero fiscal en aproximadamente un 2.5% del PIB lo que lo llevara al final del año a más de 4% o RD$110,000 millones. Ni cortos ni perezosos estos mismos legisladores acaban de aprobar una nueva Ley de Salarios para los servidores públicos con sueldos altos, y agujeros para garantizar otras vías adicionales de aumentos de ingresos.

Es decir, que mientras la clase política tradicional sigue preocupada por buscar vías para aumentarse sus sueldos "nominales" a niveles incomparables con países mucho más desarrollados que nosotros, tenemos por un lado a  los países con los que competimos promoviendo políticas que garanticen mayor productividad de sus empresas y  vías para incentivar la creación de nuevos productos y servicios exportables. Por el otro lado al mundo desarrollado estimulando políticas de austeridad y comedimiento con el manejo de los fondos públicos. Hay que reunir a nuestros "Monarcas" con el Rey de España.