Trinos alegres, entusiasmo, júbilo, gozo, regocijo, satisfacción y alborozo.

Suena la alegría y resplandece. Es artista, es poesía, es mujer.

¿Qué hacer con una mujer que se construye a si misma cada día?

Yo, decidí amarla, siempre me ha parecido la decisión más inteligente cuando encuentras a alguien así, única, auténtica, simbólica y especial.

Verla bailando dembow a mí me produce alegría. Igual le pasara a quienes la critican, si  no se colocaran en posición de “fobia” a la adultez desinhibida de una mujer genial. Tomaría yo poder moverme así. De la misma forma que adoraría salir al escenario vestida de la Mujer Maravilla, como lo hizo ella en su concierto Fefita Sinfónica, con el Orfeón de Santiago haciéndole coro. Dejémonos de prejuicios y seamos como la Vieja Fefa, libre, auténtica, rebosante de talento y dispuesta a renovarse cada día.

La gracia, el estilo, la espontaneidad, “el cache” de Manuela Josefa Cabrera, Fefita la Grande, La Mayimba, es evidente e innegable. Claro, siempre habrá quien la critique, hasta quien le adverse. La verdad, no es posible vivir a “tu manera” y no encontrar obstáculos y personas que se sientan molestas. Lo maravilloso es como ella se supera a sí misma en cada respuesta, en cada accionar, en cada participación pública, y sin proponérselo ridiculiza a quien pretende mofarse, burlarse, humillarla u ofenderla.

Se describe como una mujer afortunada y basa su afirmación en que tiene mucha gente que la quiere y la valora (que son más que quienes no) y en su orgullo de vivir de su trabajo. Afirma que su vida es su familia, el acordeón y el público que la sigue; por eso para ella no existe la palabra retiro. Reflexiona sobre la fama, y reconoce que no es para todo el mundo, porque hay personas que se endiosan y se les olvidan que se deben a quienes les dan su apoyo y le siguen. Por eso, aunque confiesa que era “comparona” en su juventud, evolucionó a lo que es hoy, una persona humilde que aprendió a través del tiempo que lo importante son las personas, por eso cultiva la amistad sincera y fiel, sin dejar de ser quien es. 

La Vieja Fefa, al decir de alguna gente, usa unos vestuarios “estrambóticos”, “no acordes a su edad”. Y ahora grabó un video con un baile que levanta urticarias. Habrá que ver si por el baile o por la compañía, pues ella siempre ha sido muy libre en la creación de sus escenas.   Creo que a Fefita hay que verla como lo que es, la creadora del “estilo Fefita la Grande” signado por una estética personal incomparable y un carácter deslumbrante.

Esa mujer, a la que los memes adjudican más de 100 años, realmente nunca se quita la edad, y exhibe orgullosa sus más de 70 abriles. Tiempo atrás, posó para un calendario en ropas bastantes sugestivas, porque para ella la juventud no es una edad sino una forma de sentir. Siempre ha sido y será joven y feliz por dentro.

A los siete años comenzó a tocar el acordeón, actividad que compartía con cargar agua para abastecer su casa. Narra esos recuerdos sin dolor, ni amargura, muy por el contrario, lo hace desde el agradecimiento a que ahora puede tener una casa cómoda, para poder cocinar lo que le gusta, principalmente su moro de guandules con guinea.  Qué bueno que el país tiene esta Gran Soberana, campesina de Los Oréganos, San José, Santiago Rodríguez, esta reina del merengue típico

Esta mujer sobreviviente de cáncer, es una rompedora de esquemas, que se ha llevado su ritmo, su sabor y salero a muchos lugares del mundo. Una triunfadora que nunca ha renunciado a sus raíces, que tiene clarísimo que “El que quiera venir que venga y el que no que no venga na…”  Con tanta vida, que sigue pensando que le falta mucho por hacer, ha dicho, por ejemplo, que quiere filmar una novela donde interpretará a la pobre y a la rica, y no me cabe duda que en ambos personajes estará grandiosa.

Fefita es fuera de serie y tiene una trayectoria artística inmensa que ha contribuido a que el merengue típico esté presente en nuestra cotidianidad; y a que las mujeres toquen el acordeón. Tiene clarísimo que “o se menea, o se apea”. Y ella decidió menearse. Dejémonos de mojigatería y celebremos a la Vieja Fefa en sus ocurrencias vitales, que lo único que producen es alegría.

 

Te honro Vieja Fefa, la Mayimba, Fefita la Grande. Te mereces un sitio muy alto en la historia de la música dominicana y te mereces que te amemos.